Leyenda 125: Recuperando el báculo II.

2 0 0
                                    

-¿Porque me trajeron aquí?- Pregunto visiblemente irritado.

-No tienes porque enojarte, solo creímos que haría más fácil para ti pelear en un sitio que ya conoces. -Contesto Armando cortésmente.

-Aunque creo que mis chicos lo conocen mejor que tu. -Comento Rigoberto con cierto orgullo.

-El muchacho esta desesperado, que tal si le decimos de una vez que tiene que hacer para recuperar su báculo. - Dijo Gustav algo risueño al ver que como siempre sus dos homólogos estaban riñendo verbalmente.

-Bien... -lanzo un suspiro corto al aire- Lo que tienes que hacer es llegar al edificio del fondo, tomar tu báculo y salir con el en las manos. -Comento Armando tratando de recuperar su rostro tranquilo.

-¿Hay alguna trampa en todo esto?

-Las hay, por supuesto que las hay, sino esto no seria para nada divertido. -Respondió Rigoberto con cierto tono burlón.

Luego de escuchar eso, Julian levanto su guardia y empezó a revisar minuciosamente los alrededores en busca de alguna señal de vida, mientras lo hacia, Gustav puso su mano sobre su hombro izquierdo y le dio un empujón.

-¡No te quedes ahí parado, ve a buscarlo!

Julian perdió el equilibrio por un momento y casi cae de bruces al suelo, por lo que molesto recupero la compostura y se giro hacia atrás con una mueca de disgusto marcada en el rostro, pero cuando quiso contestar bruscamente a las acciones de Gustav se encontró con la mirada fría y tajante de los tres comandantes que esperaban que se pusiera en marcha hacia su objetivo.

Un tanto asustado por la reacción tan cortante de los comandantes emprendió por fin el camino hacia su valioso báculo.

Mientras lo veían alejarse con cautela los tres comandantes iniciaron una discusión sobre la capacidad de combate del muchacho.

-¿Esto puede considerarse justo? El chico va a enfrentar profesionales del sigilo sin su principal arma de combate, dudo mucho que llegue ileso al edificio.

-¿Te estas escuchando? Armando sabes tan bien como yo que en la guerra no existen los combates justos, solo las peleas a capa y espada. Si ese chico no es capaz de lidiar con esto y ni siquiera lograr entrar en ese edificio es prueba más que suficiente de que no esta preparado para sobrevivir allá afuera solo. Sin mencionar que eso dejaría claro que lo de hace unas semanas fue solo cuestión de suerte.

Armando suspiro, quería contradecir las palabras de Rigoberto, pero reconocía que tenia razón. La situación caótica en la que se encontraba el mundo no le permitiría a Julian ser blando con sus enemigos ni luchar en perfectas condiciones en cada oportunidad. 

-¿Tan poca fe le tienes a ese chico? Estoy de acuerdo con Rigoberto, ese chico a partir de ahora no va a tener que enfrentar solamente a magos y monstruos como lo hicieron los Seis grandes generales en su momento, tendrá que hacerle frente a la caza de los demonios y esto, en comparación con eso, debería ser pan comido. 

-Bien, bien, es suficiente, no es necesario que me empiecen a dar un sermón sobre la importancia de esto, solo quiero dejar en claro que me parece una prueba muy dura para alguien que con dificultad se ha recuperado de casi morir a manos de un demonio. En ningún momento he querido decir que deberíamos evitarle todo esto y darle el báculo sin más.

Rigoberto y Gustav se rieron de las palabras de Armando, pues les parecía que estaba tratando de ocultar el hecho de que se comportaba demasiado compasivo con un chico al que a penas conocía desde hace algunas semanas.

-Por ahora solo centrémonos en observarlo, ¿Quieren?

-Como quieras. -Respondieron ambos al unísono. 



Una decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora