Leyenda 107: Dudando.

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Esa mañana toda la ciudad estaba conmocionada, la mayoría no entendía que sucedía, a qué se debía todo el desastre, por qué habían visto fuego, qué habían estado haciendo los hombres de los gremios en la ciudad. En bares y escondrijos volaban rumores sobre el cómo el fuego había iniciado, el desarrollo de las diferentes batallas que habían ocurrido aquí y allá por toda la ciudad e incluso hubieron algunos que se atrevieron a especular que esto se debía a la existencia del sucesor de los seis generales, que el era el responsable de todos los acontecimientos, pues conjeturaban que justo después de que se anunció su presencia en la ciudad, se habían producido estos ataques.

Dichas conclusiones avivaron los humores de la gente, y aunque se reunieron frente a la casa de la concertación exigiendo respuestas durante un par de semanas, el hermetismo de los poderes de la ciudad era tal que nadie había levantado su voz, ni siquiera para decir que había una investigación en curso.

Sin embargo, desde el momento en el que los hombres de Armando habían recogido a los heridos, Antonio y los hermanos de Rebecca habían sido notificados del resultado de la batalla y esa mañana habían sido escoltados hacia el interior de la casa medica de Armando, líder de la hermandad de sangre.

Al llegar, los niños rápidamente se abalanzaron sobre su hermana, quien yacía en una cama durmiendo, con suero y solución salina siendo administrada a su cuerpo por vía intravenosa y lloraron al darse cuenta de que esta no los podía escuchar. Mientras ellos estaban al borde de la cama, abrazando a su hermana, Antonio fue llevado hacia donde yacía Julian, quien, a diferencia de Rebecca que solo estaba agotada por la batalla estaba destrozado tanto en el interior como en el exterior.

Su diagnostico indicaba que su cuerpo había estado al limite de sus capacidades durante horas, había estado cargando con el dolor de los huesos de sus brazos rotos, hemorragias internas en varios puntos de su cuerpo y numerosos traumas en la caja torácica y el abdomen debido al hecho de haberse expuesto a varios golpes directos en su cuerpo y al haber recibido descuidadamente múltiples balazos.

Los médicos estaban sorprendidos, con esa multitud de heridas ni siquiera el instinto de supervivencia podía explicar el hecho de que siguiera con vida aun después de haber perdido la consciencia. Creían que el estrés al que había sido sometido quizá los obligaría a dejarlo en un estado de coma inducido y que aun en el mejor de los casos, si despertara, no descartaban la posibilidad de sufrir un colapso nervioso o de tener un trauma psicológico.

Al recibir este parte medico, y al ver a Julian entubado, enyesado y envuelto hasta el cuello por vendajes, no pudo evitar sentirse agobiado, no pudo evitar pensar que era demasiado para un niño, por su cabeza cruzo el cortar relaciones con el y abandonarlo en ese momento sin más a su suerte, pues esta condición era el resultado de ser uno de los sucesores de los seis grandes generales y si esto solo era el primer de muchos ataques a soportar, de muchas batallas a enfrentar, no quería poner en riesgo su vida ni la de Alicia y Elizabeth solo por un chico que había conocido hace tan solo unos días.

A pesar de ello, dejo transcurrir algunos días debatiéndose si debía abandonarlo o no, si era justo dejar a un niño pelear una lucha como esta solo, si dejarlo a su suerte era lo correcto o si más tarde, cuando se enterara de su muerte en una batalla o en un gran campo de batalla se lamentaría el no haber estado allí para evitarlo.

En ese momento, en medio de las divagaciones usuales de aquellos días, fue a ver el estado de Rebecca, pues tuvo la impresión de que al haber estado más concentrado en la fragilidad de Julian había dejado de verla.

Para su sorpresa, se encontró con Rebecca despierta, riendo con sus hermanos y sin los tubos de suero y solución salina. Esta al verlo entrar se sorprendió un poco e inmediatamente lo saludo.

-Veo que ya despertaste.

-Si, según me han dicho me tarde un poco en hacerlo.

-Ciertamente lo has hecho, ya empezaba ha preocuparme.

-Pero ya estoy bien, los médicos han dicho que mañana podre salir de nuevo a la ciudad.

-Eso es bueno. Me alegra saberlo.

-¿Y Julian donde esta?

Antonio de pronto hizo una mueca de tristeza, sus cejas bajaron con fuerza, sus ojos se cerraron y sus labios se apretaron. Luego la miro con compasión.

-Aun no despierta. Los médicos dicen que es probable que cuando despierte este traumado.

-Él... -Rebecca recordó la batalla que habían peleado y apretó las sabanas que la cobijaban- ¿Esta bien?

-Eso dicen. Pero esta muy malherido. No quiero imaginar lo que tuvieron que enfrentar.

Rebecca bajo la mirada hacia sus manos y luego aparto a sus hermanos al levantar la sabana e intentar irse de la cama.

-Quiero verlo. -Dijo cuando sus pies tocaban el suelo- Llévame con él.

Antonio suspiro.

-Acompáñame.

Ambos caminaron uno al lado del otro y los niños caminaban detrás de Rebecca.

-¿No trajiste a las niñas contigo?

-No, Elizabeth es un poco inquieta y no quiero que por seguir a Max se pierda en estos lugares y alguien se la lleve. Así que preferí dejarla bajo el cuidado de Alicia. 

-Hmm...

Después de caminar por varios pasillos y subir unas escaleras por fin llegaron a la habitación donde estaba Julian.


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