Leyenda 98: Dominio II.

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Poco después de que Julian entrase al dominio de Dantaleon, Rebecca se aparto del lugar y decidió que lo mejor era confirmar el estado de Gustav y obtener información de lo que había pasado antes de que ellos entraran en escena.

-S-señor, ¿Se encuentra bien?

-Grr... ¿Que hace esta mocosa aquí? ¿Dime quien te envió aquí?

-Vi... Fui enviada por ordenes de Armando.- Contesto Rebecca un poco molesta por su comentario.

-¿Armando? ¿Porque enviaría a una mocosa como tu a lidiar con un desastre como ese tipo?

En ese momento Gustav enfoco su mirada en Julian y el portador de Dantalion. 

-Yo-

Gustav sin previo aviso la empujo violentamente, haciéndola caer sin remedio en el suelo.

-¿Pero qu-?

-Todo el que me pueda escuchar, esto es una orden: ¡Salid de esta calle de inmediato! ¡AHORA!

Al escuchar ese grito Rebecca se paralizo, no era la primera vez que escuchaba un grito de esa magnitud, pero ese grito, le dio la impresión de que algo malo estaba por ocurrir.

Acto seguido, los demás tiradores, sin comprender muy bien la situación, empezaron a correr hacia atrás de ellos, y Gustav al ver que Rebecca no se movía, la tomo del brazo y empezó a correr junto con los demás.

-Parece que ese hombre no es tan tonto como pensamos...

-Si, es mejor que hagamos esto rápido. -Comento el usuario de Dantalion.

En ese instante, una bestia grisasea se materializo en sobre sus cuatro patas, poseía sobre los hombros dos enormes protuberancias, sus ojos eran dos agujeros oscuros completamente muertos, su mandíbula desproporcionada dejaba a la vista dos enormes colmillos, sus manos eran grandes, con uñas negras como la noche y desde su espalda surgía una larga cola de león, que terminaba en una pequeña crin café y a lo largo de la cual habían unas púas purpuras.

-Has mi "dominio" más amplio.

-Como quieras, pero te advierto que a partir de ahora tenemos 10,minutos para enloquecernos y no dejar a nadie vivo. 

-Entonces hazlo. Este cuerpo -refieriendose a Julian- probablemente no aguante nuestro ritmo.

Aquel hombre puso su rodilla izquierda en el suelo, le dio un vistazo a toda la calle y luego de cerrar los ojos recito un nuevo cántico.  

- "Como maestro de todo, yo tengo la potestad de decidir que es y que no es parte de mi propiedad. En virtud de ello, yo te digo a ti que eres mi territorio: ¡Expandete!"

Dichas estas palabras, aquella barrera rosada empezó a expandirse hacia todas partes: en los lados, cubriendo por completo la calle y adentrándose varios metros en el interior de las edificaciones; hacia arriba hasta alcanzar los bordes de las azoteas y hacia adelante, sin pausa traspasando vehículos y personas.

Esta expansión se dio tan rápidamente que de los 17 tiradores que estaban con Gustav solo 7 lograron salir de la calle y Rebecca había corrido con la suerte de que Gustav, prevenido del avance del "dominio"  la levanto del suelo y logro lanzarla un par de metros fuera del perímetro.

Aun si Rebecca había tenido suerte, seguía estando confundida y el ambiente se había puesto mas tensión aun, pues todos lo que se habían quedado atrapados dentro de la barrera estaban asustados y sostenían sus armas unos contra otros totalmente dispuestos a disparar en cualquier momento.

-¡Todo el mundo escúchenme! ¡Ya sabemos exactamente que va a pasar ahora! ¡Así que voy a dar dos ordenes que todos deben cumplir sin falta! ¡Los que estén fuera de la barrera recuerden lo que sucedió! ¡Suban a lo alto de los edificios y en cuanto todo se disuelva disparen a discreción!

-¡P-pero señor!

-¡Nada de peros, esta es una pelea de vida o muerte! ¡Los que estén adentro no dejen que las púas les den y si alguien hace un movimiento extraño tienen permiso para dispararle!

En ese instante todos los hombres al servicio de Gustav asintieron y si bien la tensión no había disminuido, al menos su miedo ya no era tan fuerte.

-¡Y yo! ¡¿Yo que hago?!- Pregunto Rebecca sin entender muy bien el porque todos se movían con tanta prisa.

-Chica, tu deber es quedarte allí, debes esperar a que todo acabe y si es necesario, debes asegurarte de que ese demonio no salga vivo de aqui, incluso si yo debo morir.

-¡Pero!

Gustav no le contesto nada, en cambio reviso los cargadores de sus armas y se preparo para reiniciar la lucha.  

Una decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora