Capítulo 2 – Damiel Sumer, 1.789 CIS (Calendario Imperial Solar) – 1 año después
Hacía rato que no escuchaba al profesor. Después de recordarnos por quinta vez que tan solo uno de cada diez sobreviviría a la cirugía que todos viviríamos al siguiente día, preferí centrar mi atención en cosas más interesantes. Sí, la operación iba a ser complicada, todos lo sabíamos. Llevábamos tres años oyendo hablar de ella. Y sí, era de agradecer que nos informasen más en detalle y nos mostrasen varios vídeos... pero fuera hacía demasiado buen día como para seguir encerrados en aquella aula.
—Eh, Damiel, que te duermes —me susurró Olivia con el ceño fruncido tras golpearme con el codo—. Presta atención, es importante.
Olivia Harper y Soren Jeavoux eran mis únicos amigos dentro del programa de iniciación. Después de tanto tiempo encerrados en el Castra Praetoria, asistiendo a seminarios, reuniones y cursos, y padeciendo todo tipo de rituales y pruebas físicas juntos, entre los tres se había creado un estrecho vínculo de amistad gracias al cual el proceso estaba resultando más soportable.
Aunque incluso así, era duro.
Antes de unirme al programa mi padre me había advertido sobre ello. En aquel entonces mi hermano Davin llevaba ya unos años internado, y aunque su opinión siempre había sido importante para mí, la que realmente marcaba mis decisiones era la de mi padre. Y él había sido claro: no iba a ser fácil. La separación del entorno familiar era algo que no todos soportaban. En mi caso, alejarme de mi madre y mi hermana había sido devastador, y más cuando, pocos días después, ambas habían sido asesinadas. Lógicamente, siendo yo un niño de solo diez años, la noticia me había dejado desolado. Durante unos cuantos meses apenas había sido capaz de concebir la nueva situación; me había limitado a negar la verdad hasta que, tras el periodo de duelo, había logrado volver a levantar cabeza. Y había sido a partir de entonces cuando, convertido en un nuevo Damiel Sumer, había conocido a mis amigos.
He de admitir que apreciaba a aquellos chicos. Con ellos todo había sido mucho más fácil, más ameno... más divertido, incluido aquel perturbador día en el que, tal y como nos recomendó el profesor tras finalizar la clase, me despedí del resto de aspirantes.
No todos íbamos a sobrevivir al ritual. Aquella noche, tras fundirme en un abrazo con mis compañeros, me dejé caer en la cama con aquel pensamiento en la cabeza. Alguien iba a morir, era evidente, pero no me planteaba que mi nombre pudiese entrar en la lista negra. Cabía esa posibilidad, por supuesto; que procediese de una familia donde la mayor parte de sus miembros habían sido Pretores no disminuía mis probabilidades de morir. No obstante, yo ni tan siquiera me lo planteaba. Era fuerte, muy joven y me creía invencible, ¿cómo plantearme entonces la muerte? Era impensable.
A diferencia de mi hermano mayor, que había quedado en última posición en la mayoría de pruebas y había necesitado ayuda extra para poder completar el proceso, yo era el mejor de mi promoción. Sé que no es algo que a la gente le guste escuchar, y puede que algunos me tachen de prepotente, pero era cierto: ni había nadie como yo, ni lo había habido en mucho tiempo. De hecho, solo había habido dos candidatos en los últimos años con el mismo índice de éxito que yo, y habían sido, por supuesto, Aidan Sumer, mi padre, y Jarek Sumer, su hermano gemelo. Desde entonces, nadie había brillado con tanta luz.
Y de ahí a que estuviese tan convencido de que iba a sobrevivir.
Pero que no me preocupase mi supervivencia no significaba que no sintiese miedo por mis compañeros. Al contrario, aunque solo consideraba amigos a dos de ellos, apreciaba a todos los candidatos. De una forma u otra, aquellos adolescentes se había ganado mi cariño gracias a su gentileza, astucia o malicia, y el separarme de ellos resultaba doloroso. Pero aquel era el proceso, lo había sabido antes de entrar, y en aquel entonces, a las puertas de la prueba más importante, era plenamente consciente de que las heridas, aunque profundas, acabarían sanando.
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Hijos de la Noche
FantasyEl Imperio de Albia, la mayor potencia militar y económica, ha dominado gran parte de este mundo sin rival durante casi 2.000 años, pero ahora nuevos enemigos aparecen para desafiar su supremacía... tanto desde el exterior de sus fronteras como desd...