Capítulo 50

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Capítulo 50 – Albia 1.811 CIS (Calendario Solar Imperial)




La Reina de la Noche – Ático de Tiberius Morenzi




"Lo conocí la misma noche que Jyn desapareció. Estaba en el parque frente a su casa, sentado, aparentando tomar el aire. Era un tipo extraño, de porte elegante y sonrisa sincera, que aseguraba ser su amigo. Decía que se conocían desde hacía muchos años... y que se alegraba de saber que, a pesar de todo lo que habían dicho sobre ella, que estaba bien. La reputación de Jyn no le hacía justicia, decía, y yo, que opinaba lo mismo, decidí creer en él.

La noche en la que nos conocimos nos fuimos a un bar a tomar una cerveza. El "Fénix" era un hombre bastante mayor que yo, por edad incluso podría ser mi padre, pero era cercano y juvenil, con un sentido del humor tan negro y una mente tan ágil que tenía la sensación de estar junto a alguien de mi edad. Además, a mí no me importaba lo de la edad. Magnus era mayor incluso que él y me encantaba pasar tiempo a su lado. La edad, cuando eres un Pretor, pierde importancia...

La cuestión es que me tomé unas cervezas con él, nos reímos un poco y, alcanzadas las seis de la madrugada, volví a casa de Tiberius para descansar el resto de la noche. Debería haber vuelto a casa, lo sé... pero después de todo lo que había pasado dudaba que mi madre fuese a recibirme con los brazos abiertos. Había mentido, dejado a Noah sola, ayudado a una fugitiva a escapar de la policía imperial y, como si aquello fuese poco, había perdido el teléfono móvil y estaba borracha... una combinación perfecta para no solo enfadar a mi madre, sino también para decepcionar a mi padre, así que, en un último momento de lucidez, decidí venir hasta aquí.

Y por suerte, Tiberius aún estaba despierto cuando llamé a su puerta.

Al siguiente día desperté por la tarde, con un fuerte dolor de cabeza y los recuerdos de lo ocurrido la noche anterior muy borrosos. Recordaba haber bebido, sí, pero no lo suficiente como para que mi memoria fallase. Fue una auténtica mierda. Me palpitaba la cabeza... me temblaban las manos... en fin, estaba hecha un asco, así que supuse que me habría sentado mal la bebida. Me di una ducha de agua helada, comí, me tomé una pastilla para el dolor de cabeza y, algo más recuperada, fui al Castra Praetoria para reunirme con "Pantera".

¿Qué quién es "Pantera"? Buena pregunta. Mi jefa... o mi jefe, no lo sé. Una sombra, en realidad. Alguien cuya identidad y rostro desconozco, pero de quien dependo desde que superé los rituales. Es duro: no acepta la debilidad ni el fracaso. Por suerte para él, soy la mejor.

La cuestión es que acudí una vez más a su encuentro, para que me guiase en mis próximos pasos... pero lo único que encontré fue silencio. Después de lo ocurrido la noche anterior en la Ciudadela, tanto "Pantera" como muchos otros agentes de la Noche habían sido convocados por el nuevo Emperador. De hecho, el Castra Praetoria estaba prácticamente vacío. Todos los Pretores estaban en movimiento, preparándose para la inminente guerra con Talos y la búsqueda de los traidores. Todos menos los que, como yo, no pertenecíamos a ninguna Unidad. Nosotros íbamos por libre, y en aquel entonces, sin saber exactamente qué decía hacer, decidí empezar a moverme. Fui hasta la Ciudadela en busca de respuestas, y tras casi cinco horas cruciales en las que no logré obtener más información de la que ya todos conocíamos, me di por vencida.

Además, seguía doliéndome la cabeza...

Volví a la ciudad con la duda de si debía ir a casa. Sin el teléfono, seguía incomunicada. Mi hermana podría haberse pasado el día llamándome, que no me habría enterado. Y en parte, lo agradecía. Sabía que cuanto más tardase en dar señales de vida, más enfadados estarían, por lo que decidí dar un paso al frente y dar la cara antes de que fuese demasiado tarde. Cogí mi motocicleta, me puse el casco... y a punto de arrancar el motor, alguien me llamó.

Hijos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora