Capítulo 59 – Damiel Sumer, 1.812 CIS (Calendario Solar Imperial)
El silencio era estremecedor.
No era la primera vez que vivía a un coronación. Hacía tan solo unas semanas que había asistido al de Lucian Auren, y aunque en aquel entonces los medios habían sido muchísimo mejores, con la sala del trono del Palacio Imperial como escenario y cientos de mujeres y hombres arropándole con sus armas en alto, los uniformes relucientes y los cascos cubriendo sus rostros, el sentimiento fue diferente. Para Lucian Auren nosotros no éramos más que parte del decorado: personas que componían su entorno, su concepto de Imperio. Personajes secundarios. Para Doric Auren, sin embargo, nosotros lo éramos todo. Éramos su pasado, su presente y su futuro: nosotros éramos su Albia, y así nos hacía sentir.
Tuve un nudo en la garganta a lo largo de toda la ceremonia. No había nada de oficial en aquel nombramiento celebrado en la plaza mayor de una ciudad situada prácticamente a las afueras de Albia. Tampoco lo había en sus invitados, personas normales y corrientes que habían sacado sus mejores galas para acompañar a su nuevo Emperador, ni en los miembros del ejército que lo acompañábamos. Doric no quería uniformes de gala ni sables ceremoniales: no quería palabrería ni cánticos innecesarios. Él quería a su ejército con sus trajes de batalla manchados y arrugados, con los cascos a los pies y los rostros al descubierto. Quería ver los ojos de aquellos a los que iba a gobernar. Quería transmitirnos el halo de esperanza del que se había hecho portador gracias a la espada de Kyrem, el arma que lo marcaba como el elegido por el Sol Invicto, y demonios, lo consiguió. Consiguió que yo mismo vibrase de emoción al escucharle jurar lealtad a Albia; que mi Magna Lux latiera acelerada en mi pecho al alzar su arma y provocar que los rayos solares dibujasen una especie de aureola a su alrededor... Logró que absolutamente todos los Pretores allí presentes nos volviésemos a sincronizar como en el pasado, convirtiéndonos en un solo hombre con distintas caras al que Albia necesitaba.
Al que él necesitaba.
Doric consiguió hacernos sentir partícipes de su batalla. Logró que nuestros corazones se abriesen y nuestras rodillas cediesen para jurarla lealtad; que no tuviésemos miedo a enfrentarnos a todo un Imperio con tal de traer de regreso la luz del Sol Invicto al Trono.
Demonios, Doric Auren logró que volviese a creer: consiguió que desenfundase mi espada, la alzase al cielo y, uniéndome al grito encabezado por la Unidad Reiner, gritase a pleno pulmón junto a otros tantos miles de personas que daría mi vida por Albia.
Impresionante.
La ceremonia duró cerca de tres horas en las que, tras ser nombrado Emperador por la gobernadora de Gherron, Doric fue nombrando uno a uno a los líderes de su ejército. Por el momento nuestras líneas no eran tan amplias como las del enemigo, ni probablemente lo conseguiríamos nunca, pero estaban compuestas por el suficiente número de guerreros como para causar grandes estragos. Ciudadanos de a pie y ex-combatientes, legionarios, nómadas de las estepas Dynnar, Magi de la Academia, Pretores de la Casa de las Espadas, Pretores de la Casa de la Noche... y Pretores de la Casa de las Tormentas.
Sí, la Casa de las Tormentas, como suena.
Además de por la coronación, aquel día pasaría a la historia por ser el día en el que nació la sexta Casa Pretoriana. O mejor dicho, el día en que volvió del olvido. Los estudios en el Castra Praetoria no trataban aquel tema, pero según los antiguos edictos imperiales, antes del Cisma de Kyrem había existido una sexta Casa. Una hermandad de hombres y mujeres cuya misión existencial era velar por los intereses de Albia en el extranjero. Pensadores, guerreros, diplomáticos, exploradores... el poder de la Tormenta protegía a unos Pretores que, aunque hacía ya siglos que habían sido borrados del mapa como castigo por la traición del propio Kyrem, encajaban a la perfección en el gran esquema de Albia.
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Hijos de la Noche
FantasyEl Imperio de Albia, la mayor potencia militar y económica, ha dominado gran parte de este mundo sin rival durante casi 2.000 años, pero ahora nuevos enemigos aparecen para desafiar su supremacía... tanto desde el exterior de sus fronteras como desd...