Capítulo 19

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Capítulo 19 – Jyn Corven, 1.800 CIS (Calendario Solar Imperial)




Margot Swarz era una mujer muy especial. De poco más de metro y medio, vestida con un pomposo traje de color verde de muchas capas y con el cabello formando un corazón blanco sobre su cabeza, la condesa bien podría haber interpretado uno de los personajes de nuestras obras que no habría desentonado. Personalmente me hacía mucha gracia su forma de expresarse, extremadamente correcta, pero aún más los cotilleos que, uno tras otro, no dejaba de compartir con Lisa Lainard.

Vistas desde la otra punta de la mesa, ambas parecían dos viejecitas encorvadas que entre sorbo y sorbo de vino no dejaban de criticar y chismorrear sobre cuanto les rodeaba.

Por suerte para todos, pero sobre todo para mí, que lo tenía sentado al lado, su hijo Galaan era totalmente distinto. Apuesto, divertido y atento, el menor de los tres descendientes de Margot era un auténtico encanto. Creo que el que nos tocase el uno junto al otro no había sido casual, tal y como en tantas ocasiones había sucedido anteriormente, pero en aquella ocasión no me importó. Galaan era tan simpático y cercano que estaba encantada de poder compartir un rato con él.

Pero no era la única, claro. Sentada al otro lado del hijo de la condesa, Garnet no cesaba en sus intentos de llamar su atención. Que si una broma, un comentario un tanto subido de tono, un roce de brazos o de piernas... mi adversaria estaba decidida a ganarme aquella partida costase lo que costase, y a mí, la verdad, me daba bastante igual. Mientras yo siguiese siendo la primera bailarina del cuerpo de danza incluso después de haber estado una temporada fuera de los escenarios, lo demás era secundario.

—¿No te gusta la cena, Jyn? Christoff y Velgor han ido a cazar personalmente los alces esta tarde para que la carne estuviese lo más fresca posible.

Velgor y Christoff eran los hermanos mayores de Galaan, un par de jóvenes de veinticinco y treinta años a los que la presencia de tantas bailarinas tenía encantados. El primero de ellos, el mediano, se había acomodado junto a mi amiga Cristal y Mindy Verniev, y por las carcajadas que me llegaban cada dos por tres era evidente que se lo estaba pasando en grande. Resultaba curioso que se riese tanto teniendo en cuenta que ninguna de las dos era especialmente divertida, pero suponía que aquello era lo de menos. Con que riesen sus gracias era más que suficiente para el noble. El otro hermano, Christoff, también se lo estaba pasando muy bien, aunque no precisamente porque mis compañeras lo estuviesen animando a ello. Rodeado por Sebastian y Arthur, el mayor de los Swarz no paraba de beber y brindar con los dos bailarines, los cuales escuchaban encantados sus historias, que no eran pocas precisamente. Aquel tipo parecía haber recorrido toda Gea en los últimos cinco años.

Un trío de hermanos de lo más peculiar desde luego... y hablador.

—Me gusta —respondí con una sonrisa en los labios—. La carne está muy tierna, pero si lo que pretendo es que mañana me quepa el vestido, no puedo comer más.

—Exageras, ¿verdad?

—Ojalá...

—Venga ya, ¡me estás tomando el pelo!

Aunque lo de la cena era cierto, la verdad es que me estaba divirtiendo. Aunque aquel entorno no fuera mi favorito, ni tampoco la gente que me rodeaba ni el tipo de comida con el que los Swarz intentaban cebarnos, estaba siendo una noche muy agradable. De hecho, en general estaba disfrutando del viaje a Ballaster. Lisa no nos había permitido salir a las fiestas locales ni tampoco disfrutar de las bonitas vistas de Vespia, pero me había ido bien volver a la rutina. Después de tantos meses encerrada en casa, temiendo hasta a mi propia sombra, el enfrentarme al mundo real y estar saliendo victoriosa estaba siendo muy positivo para mí.

Hijos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora