Capítulo 33 – Jyn Corven, 1.800 CIS (Calendario Solar Imperial)
Dhorea Waissled había muerto aquella madrugada de un infarto. La madre de Gregor Waissled, el ayudante del "Fénix", había sido sometida a una gran presión desde hacía semanas, cuando su único hijo había decidido abandonar a su familia para unirse al asesino. Los interrogatorios por parte de la policía local con la comisaria Grace Liliard a la cabeza no habían sido fáciles. Incisiva como pocas, la agente no había cesado en sus preguntas hasta el final, lo que, sumado a la profunda tristeza de la mujer, las vigilancias continuas y las noticias que de vez en cuando aparecían en la televisión, habían arrastrado a Dhorea a aquel triste desenlace. Una lástima, desde luego. Personalmente no la conocía, pero lamentaba que una madre muriese a causa de los errores de su hijo.
Pero mientras que yo no podía evitar sentir un nudo en la garganta al pensar en el sufrimiento de aquella mujer, para Misi aquel triste desenlace era una oportunidad. Siendo hijo único y estando muy unido a su madre, al menos según el testimonio de Dhorea, cabía la posibilidad de que volviese a la ciudad a darle su último adiós. A despedirse de ella y quizás pedirle perdón por haber sido el culpable de su final. O para darle un beso. O lo que fuese, daba igual. La cuestión es que había muchas posibilidades de que Gregor Waissled acudiese al entierro de su madre, y Misi no quería perder la oportunidad de capturarlo.
—¿Vas a dejarme sola aquí?
Podría haberlo hecho. De habérmelo pedido, me habría quedado en el "Nido". Me habría costado no aprovechar la ocasión para irme y sabe el Sol Invicto hacer qué, pero lo habría hecho. Soy una persona de palabra... pero Misi no confiaba en mí. No entendía el motivo, pues la excursión a Vespia con intento de asesinato a un inocente incluido no había salido a la luz, pero incluso así no se fiaba de que no cometiese alguna estupidez. Precisamente por ello, dado que Olic y Marcus se encontraban fuera de la ciudad, decidió que la acompañase.
—¿Me vas a sacar a la calle? —pregunté con sorpresa tras escuchar su decisión—. ¡Pero podrían reconocerme!
—No si eres precavida —respondió ella con decisión—. Además, vestida de calle, sin maquillaje y con el pelo de un color normal, pareces otra.
Parecía otra, sí. Mi caso era el claro ejemplo de la magia que podía llegar a hacer el maquillaje y la ropa. En aquel sentido, Lisa Lainard había logrado hacer auténticos milagros con nosotras. No obstante, incluso así, me daba respeto salir a la calle.
—¿A Aidan le parecerá bien?
—¿Que si le parecerá bien que detengamos a Waissled? —respondió, y me guiñó el ojo—. Le va a encantar. Vamos, prepara la mochila, pasaremos un par de noches fuera.
Me gustaba estar con Misi. Incluso en momentos como aquel, en los que tenía la sensación de que me tomaba el pelo o se aprovechaba de mi inexperiencia, me sentía cómoda. Misi era una de aquellas personas que, sin llegar a ser empalagosas, siempre estaba a tu lado, llenando suficientes vacíos como para que no pudieses sentirte sola. Tenía buenas palabras en todo momento y bromas para cuando las lágrimas estaban a punto de brotar. No las detenía, desde luego, pero las convertía en lágrimas de risa.
Además, era una buena confidente. Por el momento había preferido no confiarle ningún secreto, ni a ella ni a nadie, pero cuando llegase el día, sabía que podría confiar en ella. Misi era una mujer de palabra. Hasta entonces, mientras tanto, seguiríamos con nuestras sesiones inacabables de visionado de fotografías de delincuentes, nuestras bromas y nuestras charlas a media noche.
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Hijos de la Noche
FantasyEl Imperio de Albia, la mayor potencia militar y económica, ha dominado gran parte de este mundo sin rival durante casi 2.000 años, pero ahora nuevos enemigos aparecen para desafiar su supremacía... tanto desde el exterior de sus fronteras como desd...