Capítulo 91

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Capítulo 91 – Aidan Sumer, 1.818 CIS (Calendario Solar Imperial)




Llegamos a las afueras de Herrengarde unas horas después, cuando empezábamos a temer que nos habíamos equivocado de camino. La fina lengua de asfalto que era la carretera se extendía a lo largo de decenas de kilómetros en línea recta, abriéndose paso entre los frondosos bosques del norte, hasta perderse en el horizonte. Parecía un camino infinito; una senda sin final en la que cada cierto tiempo encontrábamos elementos del paisaje que nos hacían creer que estábamos recorriendo una y otra vez el mismo lugar. Un edificio abandonado perdido entre los árboles; un cartel de madera caído en el arcén. Una familia de ciervos cruzando el asfalto...

La quinta vez que los vi atravesar la carretera, con el pequeño escondiendo la cola entre las patas traseras, tuve la tentación de darme por vencido. En la mente de todos estaba la sombra de estar siendo engañados; de haber caído en una trampa sin fin en la que el "Fénix" nos haría viajar el resto de nuestras vidas por una carretera inacabable, avanzando hasta la muerte por unos bosques que en realidad no existían. Por suerte, dentro de la oscuridad en la que nos estábamos sumiendo, había dos faros de luz que lograban mantener la esperanza. Lansel, como de costumbre, y Giordano. Ambos estaban convencidos de que el "Fénix" aún no había detectado nuestra presencia; que de haberlo hecho ya habría enviado agentes para acabar con nosotros, y no se equivocaban. Cinco horas después de abandonar la base aérea, la aparición de la muralla de Herrengarde en la lejanía les dio la razón.

—Os lo dije —canturreó Lansel con alegría desde la parte trasera del coche.

A su lado, Misi puso los ojos en blanco, con una sonrisa de alivio en los labios. Damiel, por contra, se limitó a negar con la cabeza, sin apartar la mirada de la ventana. Aunque nunca lo admitiese para evitar que el ego del Pretor se desbordase, estaba orgulloso de él. Muy orgulloso... como yo.

Marcus, al volante, levantó el brazo para que Jeavoux le chocase la mano desde atrás.

—Herrengarde —reflexioné—. Curiosa elección. Pensé que habría elegido Hésperos como escenario.

—Lo habría elegido si realmente estuviese interesado en Albia —contestó Damiel—. En el fondo, al "Fénix" nunca le ha importado lo más mínimo el Imperio. Si lo piensas fríamente, ni tan siquiera participó en la guerra. Doric, Lucian, Kare... a él le da igual. Su auténtico objetivo...

—Sois vosotros, sí —sentenció Marcus, dando final a la frase que mi hijo no se habría atrevido a acabar—. Dentro de lo malo, creo que esto nos da ventaja. Centurión, tú conoces bien Herrengarde, ¿me equivoco? Pasaste una larga temporada después de la guerra.

—Hasta la proclama de su nuevo gobernador, sí —admití—. La conozco. Tengo mis dudas de que haya hecho una recreación exacta, pero si ha mantenido la estructura básica, podremos movernos con relativa facilidad.

—La gran cuestión es: ¿dónde se esconde? —intervino Misi, apoyando las manos en los respaldos del asiento de piloto y copiloto para incorporarse un poco—. A lo largo de la muralla hay más de una decena de bastiones. Además, Herrengarde cuenta con algunas edificaciones que bien podría utilizar como escondite. La más evidente es la fortaleza, pero no debemos descartar los antiguos cuarteles, la base aérea o la nueva catedral.

—La chica de las trenzas habló de una fortaleza —recordó Damiel, intercambiando una fugaz mirada con Lansel—. Dijo que el "Fénix" encerró en su fortaleza a Olivia durante una temporada... debe tratarse de la del gobernador.

Hijos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora