Capítulo 6

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Capítulo 6 – Jyn Corven, 1.794 CIS (Calendario Solar Imperial)




Llevaba cinco días sin comer ningún alimento sólido cuando al fin llegó la gran noche. Una noche por la que toda la escuela llevaba semanas esperando y por la que, en cierto modo, la directora había perdido la cabeza.

—Probablemente este sea el evento más importante de todas vuestras vidas, así que más vale que no cometáis el más mínimo fallo, niños. El futuro de la escuela está en vuestra manos.

Horas atrás, Lisa Lainard nos dedicó aquellas frías palabras antes de enviarnos a nuestras habitaciones a descansar y arreglarnos. No quería fallos, y todo aquel que los cometiese, pagaría por ello. Y aunque no hacía falta decirlo, no dudó en recordárnoslo mientras se golpeaba suavemente la palma de la mano con el bastón de castigo.

—Sois listos y habéis sido entrenados por la mejor. Los errores no serán tolerados, ¿queda claro? Por el bien de todos, no me obliguéis a hacer lo que no quiero. Ya sabéis que, en el fondo, me duele más a mí que a vosotros...

Seguro, vaya. Se notaba que no era ella la que probaba el sabor de la madera cada dos por tres.

Formar parte del grupo de danza "Las Elegidas" no era fácil. Desde el mismo día en el que había ingresado había sido advertida sobre ello, pero ahora que ya llevaba cuatro años formando parte del equipo podía confirmar que, aunque era muy duro, valía la pena. Quizás fuese porque no había conocido otra forma de vida, o sencillamente porque era una chiquilla estúpida, pero lo cierto era que, salvo épocas como aquella, era feliz. Lisa Lainard era una directora dura y disciplinada, con gran facilidad para ver los fallos en los otros y una mano muy dura para castigarlos, pero también era alguien que sabía valorar el talento. Y sí, para alcanzar el nivel de exigencia que ella deseaba había tenido que pasar muchas noches en vela, recibir muchos castigos en forma de bastonazos y verter muchas lágrimas, pero ahora que al fin que lo había conseguido consideraba que el esfuerzo no había sido en balde. Yo era la mejor de toda mi clase, de toda la academia y, probablemente, de todo el país, y todo ello era gracias a ella.

Pero ser la mejor conllevaba un precio, y aunque en aquel entonces yo tan solo tenía diez años, Lisa ya me había advertido que aquella noche todas las miradas se centrarían en mí, por lo que tenía que estar perfecta.

—Eh, eh, cuidado, Jyn, ¡que te caes!

Me iba a caer, sí. No sabía si iba a ser en mi habitación, en el pasadizo o en mitad de la recepción, pero era cuestión de tiempo de que al final mi cuerpo llegase a su límite. Lisa me había exigido demasiado los últimos días, me había obligado a hacer cosas que no debería hacer, y aunque le había insistido en que no podía más, ella no había aceptado un no como respuesta. Aquella noche me quería inmejorable, embutida en un vestido varias tallas más pequeñas que la mía, con los ojos brillantes y una amplia sonrisa cruzándome el rostro. Como una hada recién salida de un cuento, como solía decir. Lisa quería mostrar a la más brillante de sus estrellas como la bailarina más perfecta de la historia, y si para ello era necesario obligarme a bajar de peso en un tiempo límite y a entrenar día y noche sin descanso, lo haría sin dudarlo...

Y aquello era precisamente lo que había hecho.

—¡Jyn!

Cristal Tavernise, mi compañera de habitación, me cogió por debajo de los brazos antes de que las rodillas me cediesen y me derrumbase sobre el suelo de madera del dormitorio. La bailarina, una niña de doce años de cabello muy negro y ojos verdes, me cogió con fuerza, cargando momentáneamente mi peso sobre su pecho, y me llevó hasta el borde de mi cama, donde me ayudó a tomar asiento. Una vez allí, se apresuró a traerme un vaso de agua.

Hijos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora