Capítulo 77

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Capítulo 77 – Damiel Sumer, 1.817 CIS (Calendario Solar Imperial)




El viaje prometía.

Las primeras horas fueron aburridas. La Fortaleza de Jade estaba muy lejos y el ambiente en el coche no era demasiado festivo precisamente. A aquellas horas el día anterior habíamos estado despidiéndonos de mi cuñado, así que, como es de imaginar, mi hermana no estaba demasiado contenta. Lansel sí, en cambio. Él estaba exultante: feliz de poder volver a estar los tres juntos, y yo... bueno, yo no sé muy bien cómo estaba. La situación era triste. Apreciaba a Nat. Además, me dolía ver a Jyn así. Tenía también mis propios problemas personales, y para qué engañarnos, me desesperaba la capacidad del "Fénix" para aparecer y desaparecer arrastrando consigo las vidas de los míos. Tampoco me animaba mucho saber lo que había acontecido en la casa de Jyn, con la fantasmagórica visión del infierno que nuestro enemigo había creado, ni tampoco el saber que mi hermana había estado a punto de caer en sus garras. Era, en definitiva, una auténtica mierda. No obstante, a pesar de todo, había una parte de mí que sí que se alegraba de lo que estaba a punto de suceder. Nos dirigíamos a la Fortaleza, allí donde nos esperaban los nuestros, los compañeros, amigos y hermanos con los que tanto había vivido durante tantos años, y qué demonios, tenía ganas de estar con ellos.

Pero como digo, el viaje iba a ser largo y aunque durante las primeras horas el ambiente fue bastante lúgubre, con la caída del primer atardecer las cosas mejoraron. Paramos en una de las gasolineras del camino para llenar el depósito y comer algo, y ya con las fuerzas renovadas nos volvimos a lanzar a las cada vez más frías carreteras.

Yo conducía. Lansel se había ofrecido en varias ocasiones, pero después de las últimas experiencias prefería encargarme personalmente. Mi buen amigo era un apasionado de la velocidad y de la buena música. Bien hasta ahí. El problema era que siempre mezclaba ambos conceptos. Apretaba el acelerador al máximo mientras toqueteaba la radio en busca de la mejor cadena. Y todo sin mirar en ningún momento la carretera, con lo que aquello comportaba. Salidas de carril, aproximaciones innecesarias a otros coches... y un estado de nervios por mi parte que, francamente, no me apetecía sufrir. Así pues, estaba mejor a mi lado, sentadito y toqueteando las pantallas, pero lejos del volante y los pedales.

Jyn también era una buena candidata para coger los mandos del coche. Mi hermana conducía bastante bien, con prudencia pero sin dormirse en los laureles. De hecho, de los tres era la más sensata al volante, pero tras pasar toda la noche en vela sus sentidos estaban un poco mermados, por lo que era mejor que descansase un poco. Es por ello que le habíamos dejado los asientos traseros, donde iba tumbada desde el inicio del viaje. De vez en cuando la mirada, con la esperanza de verla con los ojos cerrados y respirando rítmicamente, pero de momento se resistía. Ni tenía sueño ni quería dormirse. Con descansar un poco le bastaba.

Al menos al principio.




—Eh, ¿lo oís? ¡Esta es la cadena que os decía! La presentadora es una amiga mía del pueblo, de Shide. Hace años que no la veo, pero de pequeña era un auténtico bombón... el Bosque de Nymbus no está muy lejos de aquí, ¿por qué no hacemos una parada? Conozco un restaurante que...

Antes de que pudiese animarse más, lo frené. Aunque me hubiese encantado volver al Bosque de Nymbus, y más en su compañía, el mejor guía con vida que existía, no era el momento, y mucho menos con Jyn a bordo.

—No estamos de viaje de placer, Lansel —le recordé, dedicándole una fugaz mirada a través del retrovisor—. Quizás más adelante, pero de momento no podemos.

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