Capítulo 44

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Felices fiestas a todos :) Espero que estéis disfrutando mucho de estos días en familia. Papá Noel se ha retrasado un poquito, pero aquí trae su regalito de Navidad ^^ Un beso!



Capítulo 44 – Jyn Corven, 1.811 CIS (Calendario Solar Imperial)




La fiesta aún no había empezado pero ya me dolía la cabeza. Me sentía presionada, obligada a asistir a un evento al que no quería asistir, y cuanto más cerca me encontraba de la hora de ir, mayor era mi inseguridad. Davin había dicho que todas las televisiones estarían atentas a mi llegada, que entre los invitados habría periodistas y grandes personalidades de todos los sectores atentas a absolutamente todos mis movimientos, por lo que ni podía faltar ni fallar.

Era demasiado.

Debería haberme negado. Días atrás, cuando recibí el requerimiento, pues aquel mensaje no tenía nada de invitación, había rechazado asistir. No tenía nada en contra de Lucian Auren, al contrario, durante los años que había estado más próxima a la familia real se había mostrado comprensivo y agradable conmigo, cercano incluso, pero no deseaba aparecer en la escena pública a su lado. Lo consideraba una traición. Después de tantos años junto a Doric Auren me negaba a darle la espalda de aquel modo, y mucho menos cuando aún ni tan siquiera sabíamos si había muerto. Porque sí, los periódicos hablaban de una muerte casi segura, de demasiados meses perdido, de la ausencia de esperanza... ¿pero acaso no existían los milagros? Era casi imposible, sí, pero me resistía a creerlo. Doric era uno de mis mejores amigos y su pérdida era tan dolorosa que mientras no apareciese su cuerpo, mantendría la esperanza. Y era precisamente por ello por lo que no podía asistir a esa fiesta. Posicionarme de lado de Lucian Auren era sinónimo de dar por muerto al príncipe heredero, y eso era algo que me negaba a hacer.

O al menos ese había sido mi planteamiento inicial. Después alguien había llamado a mi puerta y Davin lo había cambiado todo.

Era complicado. Trataba de consolarme diciéndome que aquel sacrificio salvaría la vida de mi buen amigo Marcelo Escalar, pero incluso así tenía mis dudas. Aunque no apoyaba del todo la causa de los "Voces Rotas", los podía entender. La violencia se había instalado en el Imperio. Siempre había existido, desde luego, pero en los últimos años estaba cogiendo una fuerza que era inaceptable. Allá donde mirases había muerte y sangre, conflicto y dolor... Así pues, lo podía entender, sí pero no secundar. No cuando mi familia formaba parte de aquel trágico escenario. Pero independientemente de cuál fuese mi posición al respecto, apreciaba a Marcelo, aquel hombre se había convertido en alguien importante en mi vida y no estaba dispuesta a dejarle morir. Y si para ello tenía que sacrificarme, lo haría...

Pero no de buena gana.

—Júrame que no le pasará nada —le había pedido a Davin antes de finalmente aceptar su mano y cerrar así nuestro trato. Poco después nos habíamos puesto en marcha hacia Hésperos, y aquí estaba, acabando de arreglarme, dispuesta a asistir a la maldita fiesta—. Dame tu palabra, Davin.

—Te doy mi palabra de que haré todo lo posible para evitarlo —respondió él, tomando mi mano antes de que la apartase—. No te voy a engañar, a ese tipo no le vendrían mal un par de guantadas de realidad, pero...

—¡Davin!

—De acuerdo, de acuerdo... tienes mi palabra.

No debería haberlo creído. Sabía que tan pronto descubriesen que había escapado de la Torre de los Secretos Davin sería expulsado de su Casa y, por lo tanto, que no tenía ningún poder de decisión en ella, pero incluso así quise creer en él. Llevaba muchos años sin verlo y necesitaba que alguien me orientase. Además, desde el anuncio de la muerte del Emperador y la llamada de Nat me sentía muy perdida y él había sido el único que había logrado serenarme. El único que me había cogido la mano cuando más lo necesitaba y quería devolverle el favor. ¿Quería que asistiese? Pues lo haría...

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