Capítulo 67

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Capítulo 67 – Damiel Sumer, 1.817 CIS (Calendario Solar Imperial) – Cinco años después




—¿En serio Damiel? ¡No me lo puedo creer! ¡Pensaba que era una maldita broma!

—Pues ya ves...

Yo también había creído que era una broma. Durante meses, mientras el cada vez más abultado vientre de mi esposa crecía, había estado convencido de que todo aquello formaba parte de un gran engaño... de uno de los trucos de Lansel. Incluso tras escuchar su corazón y ver su preciosa carita en forma de corazón en una de las ecografías. Había estado tan, tan convencido de que nada de aquello era real que, llegado el momento de la verdad, cuando el estruendoso llanto de Alexia Sumer había roto el silencio reinante en la sala de partos, había necesitado unos segundos para asimilarlo.

—¡Yo quiero cogerla! —exclamó Misi con entusiasmo—. ¡Vamos, Nancy, déjamela! Sol Invicto, ¡qué ojos tiene! ¡Igualitos a los tuyos, Damiel!

—Esperemos que solo tenga los ojos del padre —bromeó Lansel, a quien Alexia no soltaba el dedo pulgar en ningún momento a pesar de estar pasando de brazo en brazo—. Con un feo en la familia tenemos más que suficiente.

Marcus aprovechó el alboroto para felicitarme con un fuerte apretón de manos. Atenta en todo momento a la niña, que por aquel entonces solo tenía tres meses, Victoria se mantenía en un segundo plano, sonriente. Se estaba esforzando por mantener el semblante alegre. De hecho, estaba siendo un auténtico sacrificio para ella, y yo se lo agradecía. No debía ser fácil dejar a las dos antiguas novias de su marido juguetear con su hija.

—Enhorabuena, Damiel —me dijo Marcus con sinceridad, sonriendo como pocas veces le había visto hacer—. El mejor trabajo de tu vida.

—Tú tampoco te quedas atrás —respondí, soltando su mano para rodearle los hombros con el brazo—. Esto es impresionante.

Por supuesto que lo era.

Nos encontrábamos en las Estepas Dynnar, al noreste de Albia, en mitad del desierto de Jade. Siglos atrás aquella zona había sido ocupada por una de las primeras civilizaciones de las Estepas, un pueblo de tecno-bárbaros expansionistas llamado "Rolfia" cuyas ansias de colonizar los terrenos colindantes los había llevado a su destrucción. Con el paso del tiempo, tras más de cincuenta años de éxitos y progreso, la desdicha se había apoderado de la civilización, condenándola a muerte tras haber sido envenenadas las aguas que suministraban sus ríos subterráneos. En menos de ocho días gran parte de su población murió, dejando a poco más de un centenar de supervivientes al mando de una ciudad demasiado grande. A partir de aquel punto, dice la historia que tras incontables ataques y saqueos, la ciudad había sido reducida a escombros y su población totalmente erradicada. La venganza de los pueblos que previamente habían conquistado fue brutal. Una auténtica tragedia. Ahora, quinientos años después, de ellos tan solo quedaba el recuerdo y el emblema de la lanza y el casco alado, el cual vigilaba el desierto desde lo alto de las torres de la Fortaleza de Jade.

—Han sido años de trabajo duro —explicó Marcus con orgullo—, pero ha valido la pena. La fortaleza está totalmente operativa, con las cinco torres activas y el equipo preparado para la inminente visita de los Emperadores.

—En realidad llevamos ya seis meses funcionando —dijo Nancy, aprovechando que Misi seguía jugueteando con la niña para unirse a la conversación—. Los primeros días fueron una auténtica locura, pero a día de hoy lo tenemos absolutamente todo controlado. Han pasado ya más de cincuenta Pretores por nuestras instalaciones.

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