Capítulo 49 - Davin Sumer, 1.811 CIS (Calendario Solar Imperial)
—¿Estás segura de que es ese?
—Segurísima.
—Pero si es un crío.
La niña me miró con confusión. Por supuesto que era un crío, ¿qué otra cosa podía ser?
—No importa. Tú quédate aquí, ¿de acuerdo? No tardaré.
Noah asintió con la cabeza y me observó salir del coche en silencio desde el asiento trasero, obediente. No iba a salir, lo sabía. Confiaba en aquella niña. A diferencia de su hermana mayor, Noah era sensata y reflexiva: una niña encantadora con la que se podía contar para absolutamente todo. Había heredado la pasión de su padre por la familia, aunque no su interés por unirse a las Casas Pretorianas. A pesar de la insistencia y la presión que entre todos habíamos ejercido sobre ella, la pequeña de los Valens había decidido rechazar seguir los pasos de sus padres y primos. Toda una sorpresa, pero también una muestra de personalidad que a mí, personalmente, me había conquistado. Lástima que otros como Luther estuviesen tan decepcionados. Mi tío no concebía que su hija menor no quisiera unirse a él en su guerra por Albia, y por mucho que ella intentaba hacérselo entender, se estaba creando un gran abismo entre ellos.
Era una lástima. Si bien era cierto que Diana tenía un encanto muy especial, Noah era única. La personalidad de aquella niña era demoledora, y cuanto más mayor se iba haciendo, más complicado era no quererla.
Pero aunque hubiésemos viajado hasta las afueras de Hésperos juntos tras varios días de muchas indagaciones, no era por ella por quien estaba haciendo todo aquello. Aunque quería a Noah, había sido en realidad la petición de Danae la que me había hecho salir de mi escondite y lanzarme a las calles en busca de Diana. Unas noches atrás, mi tía había acudido a mi encuentro mientras contemplaba el cielo estrellado desde el balcón del piso franco donde me ocultaba, y tal había sido la preocupación que había percibido en ella que no había podido darle la espalda.
—Luther está convencido de que está bien, y probablemente así sea, pero ya son muchos los días que llevamos sin saber de ella, Davin —me había confesado con tristeza—. Temo que haya podido pasarle algo.
—¿A Diana? —Negué con la cabeza—. Podría ser, pero lo dudo mucho, Danae. Esa chica sabe cuidarse muy bien sola.
—Lo sé, lo sé, pero... tengo un mal presentimiento. Davin, por favor... sé que tenías pensado abandonar la ciudad, que estás buscando a tu hermana, pero antes de irte...
—Quieres que la encuentre, ¿verdad?
—Por favor. Lo haría yo misma, pero el Centurión apenas me deja salir del Archivo. El Emperador lo está presionando mucho.
—¿Por qué será que no me sorprende?
A pesar de estar convencido de que Diana estaría bien, decidí ayudarla. Y era precisamente por ello por lo que en aquel entonces me encontraba frente a aquel fumadero, con Noah metida en la parte trasera del coche y la capucha de la chaqueta ocultando gran parte de mi rostro. Dudaba que pudiesen reconocerme, pero no quería arriesgarme. Teniendo en cuenta que ya se había hecho pública mi "huida" de Zarangorr, cuanto más desapercibido pasase, mejor.
Lancé un rápido vistazo a mi alrededor antes de cruzar la carretera y encaminarme hacia las escaleras al final de las cuales se encontraba la entrada al "Serena". No conocía demasiado aquel barrio. Había oído hablar de él, por supuesto, de sus calles sucias y llenas de mendigos, de sus fábricas abandonadas y sus edificios sobresaturados de gente, pero era tan diferente al centro de la ciudad que me costaba relacionarlo. Hésperos era enorme, con varias decenas de millones de habitantes llenándola de vida, por lo que no era de sorprender que hubiese un poco de todo. Desde palacios y jardines hasta canales de aguas estancadas o edificios en ruinas, como el que aguardaba un par de portales más adelante. En la capital de Albia todo tenía cabida.

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Hijos de la Noche
FantasyEl Imperio de Albia, la mayor potencia militar y económica, ha dominado gran parte de este mundo sin rival durante casi 2.000 años, pero ahora nuevos enemigos aparecen para desafiar su supremacía... tanto desde el exterior de sus fronteras como desd...