¡Feliz San Valentín, amigos! :) Aunque se supone que esta es una fiesta para los enamorados, yo también quiero haceros un regalito... ¡para que veáis que me acuerdo de vosotros!
Pues como decía, para celebrar el día os traigo una entrega doble que espero que disfrutéis. ¡Un beso!
Capítulo 53 – Aidan Sumer, 1.812 CIS (Calendario Solar Imperial)
—¡Es un maldito impostor! ¡Debe morir! ¡Cueste lo que cueste, debe morir! ¡No pienso permitir que un mal nacido arrastre el nombre de mi sobrino! ¡Me niego!
Nunca había visto al Emperador tan fuera de sí. Lucian Auren no se caracterizaba por su paciencia, ni tampoco por su talante tranquilo, pero desde que había ocupado el trono de su hermano se había serenado bastante. El peso de la responsabilidad lo había vuelto más taciturno y, en cierto modo, reflexivo. Se enfrentaba al día a día con solemnidad y determinación, sin mostrar un ápice de duda en ningún momento. Estaba cumpliendo con su papel a la perfección.
Sin embargo, aquel inesperado golpe había hecho que su antiguo yo saliese a relucir. Lucian estaba fuera de sí, con los ojos inyectados en sangre y los nudillos totalmente blanco de tanto apretar los puños. La frente perlada de sudor, los labios resecos... y furioso. Por encima de todo, estaba muy, muy furioso, y con cada segundo que pasaba, su enfado iba a más. Claro que, ¿cómo no estarlo con las noticias que estaban llegando del este?
Doric vivo... la primera vez que había oído aquel rumor había sido un mes atrás y no había querido creerlo. Me había parecido una broma de mal gusto. Con el transcurso de las semanas, sin embargo, las habladurías se habían ido acrecentando de tal forma que ya eran pocos los que no habían oído hablar de él. Doric había vuelto y no lo había hecho solo precisamente. Con él estaba la Unidad Reinar, la misma que había asaltado la Ciudadela meses atrás, y muchos más...
O al menos eso decían. Lo cierto era que Doric Auren había muerto, y fuese quien fuese que estuviese utilizando su nombre, se estaba jugando la vida al hacerlo. Emplear el nombre de un difunto para su propio beneficio era grave, pero si además le sumábamos el hecho de que ese alguien era el hijo del antiguo Emperador y, por lo tanto, el heredero al trono de Albia, las cosas se complicaban mucho.
—Lo quiero muerto antes de que sea demasiado tarde —advirtió Lucian con ferocidad—. Quiero su maldita cabeza en una bandeja.
—Los rumores dicen que se encuentra en la ciudad de Gherron desde hace al menos un mes, Majestad... al parecer, tras conquistar Ossen, ha seguido avanzando —respondió Lyenor, situada en la misma fila de Centuriones desde donde yo escuchaba atentamente al Emperador—. No está demasiado lejos de aquí. Si así lo desea, yo misma podría viajar hasta allí para confirmar su identidad.
—¿Confirmar su identidad?
Los ojos del Emperador relampaguearon de pura furia al escuchar la propuesta de Lyenor. Apretó los puños una vez más, furioso, y estrelló el derecho contra la mesa de despacho tras la cual se encontraba, haciendo caer a mis pies varias hojas manuscritas.
El golpe resonó por todo el despacho.
—¡No me importa quién sea ese farsante! —exclamó—. ¡Sea quien sea, el castigo será el mismo! ¡Una traición de este calibre no merece otra respuesta!
—Sin duda —concedió Lyenor, apaciguadora—, pero quizás debería plantearse la posibilidad de intentar indagar quién está detrás de este engaño, Emperador. No creo que un simple anónimo pueda ganarse la confianza de tantos hombres.
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Hijos de la Noche
FantasyEl Imperio de Albia, la mayor potencia militar y económica, ha dominado gran parte de este mundo sin rival durante casi 2.000 años, pero ahora nuevos enemigos aparecen para desafiar su supremacía... tanto desde el exterior de sus fronteras como desd...