Capítulo 39

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Capítulo 39 – 1800 CIS (Calendario Solar Imperial)




Lyenor Cross – Jardín de los Susurros, guarida de la Unidad Cross




—Así que al final os vais, ¿eh? Estáis locos.

—Un poco sí, ya lo sabes, Lyenor —respondió Lansel con un asomo de sonrisa cruzándole el rostro—. ¿Nos echaras de menos?

Su visita había sido muy breve y triste, repleta de sucesos que jamás habría imaginado que pasarían, pero sí, los iba a echar de menos. Lansel y Damiel me traían recuerdos de quien había sido durante mucho tiempo y echaba de menos a aquella Lyenor. Además, quería a aquellos chicos. Lansel a veces me lo ponía complicado, la verdad. Su sentido del humor lograba que me entrasen ganas de ahogarlo. Por suerte, con Damiel era todo mucho más fácil. Él era pura nobleza y bondad; demasiada nobleza y bondad para este mundo. Tarde o temprano tendría que abrir los ojos y con suerte allí estaría su padre para guiarlo.

—Sobreviviré —dije, y aprovechando que en aquel entonces no había nadie por la zona, los abracé—. Sed cuidadosos, ¿de acuerdo? Ese lugar es peligroso.

—Lo seremos —respondió Damiel con seguridad—. Lo tenemos en cuenta, te lo aseguro. Hoy trazaremos el plan de acción y mañana, cuando llegue Marcus, cogeremos el coche. Con suerte, por la noche habremos llegado.

Marcus, Lansel y Damiel... menudo trío. Los tres eran magníficos Pretores, inteligentes y valientes, pero para enfrentarse a un lugar como el bosque de Nymbus iban a necesitar mucho más que espadas y pistolas.

Retrocedí unos pasos, situándome junto a la entrada de mi guarida. Iban a vivir una gran aventura, estaba convencida. Aquel sería uno de aquellos viajes que los uniría para el resto de sus días, si es que no lo estaban ya, y del que hablarían a sus hijos. El bosque de Nymbus... a Aidan se le habían puesto los pelos como escarpias cuando se lo había dicho. Poco después Damiel le llamaría para pedirle permiso, tal y como habíamos acordado, pero yo había decidido adelantarme. Sabía lo que el Centurión opinaba de aquel lugar y no quería que les cortase las alas tan pronto. Después de todo lo que estaba pasando, aquellos chicos necesitaban aquel viaje. Necesitaban desconectar y coger aire. Además, serían solo unos días. Nymbus estaba muy cerca, al norte de Hésperos. Con suerte, en apenas un par de jornadas todo quedaría solventado y ellos volverían renovados, y si el Sol Invicto les sonreía, con información.

—¿Irás a ver a mi padre? —me preguntó Damiel tras aguardar a que Lansel se perdiese entre los árboles, camino a su propia guarida—. Llegará mañana. Va a anunciar la captura de Gregor Waissled al príncipe Lucian.

—Algo me ha dicho —admití—. Creo que va a pasar unos días aquí, interrogándolo. Por lo que me ha dicho, Misi y Olic se van a encargar de su traslado.

—Así es... pero no me has respondido. —Damiel se cruzó de brazos—. ¿Irás a verle o no?

Le guiñé el ojo a modo de despedida. Por supuesto que vería a Aidan, aunque esta vez esperaría que fuese él quien acudiese a mi encuentro. Desconocía si volvería con Davin o si estaría entretenido asegurando el futuro de Jyn en el Palacio Imperial y no quería molestar. Cuando tuviese tiempo, si le apetecía, volveríamos a vernos. Hasta entonces, mientras tanto, no me quedaría otra que seguir en mi lugar, vigilando Hésperos desde las sombras y rezando al Sol Invicto para que las garras del "Fénix" no tocasen a ninguno de mis queridos Sumer.

Hijos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora