Capítulo 93

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Capítulo 93 – Damiel Sumer, 1.818 CIS (Calendario Solar Imperial)




—¿Estás bien? ¿Cuantos dedos ves?

—Dos...

—¿Y sabes quién soy?

—Olivia.

—Ajá... vaya, aún no te hemos perdido del todo. Eso es bueno. ¿Puedes levantarte?

Podía. Aún estaba aturdido y seguía convencido de que en lo más profundo de mi mente un insecto zumbaba, pero el cuerpo me respondía. Un cuerpo que, a pesar de lo vivido, únicamente presentaba hematomas, cortes y golpes, nada de quemaduras ni desprendimientos de piel.

Me puse en pie bajo la atenta mirada de mi hermano mayor y Olivia. Ambos me miraban con fijeza, interés incluso, de brazos cruzados. No estábamos demasiado lejos del salón de las escaleras, a tan solo un par de salas de distancia, pero tal era el silencio y la paz que se respiraba en el almacén en el que nos habíamos colado que parecía que estuviésemos a kilómetros.

Flexioné brazos y piernas, hice varias sentadillas e incluso lancé un par de estocadas al aire, siguiendo sus instrucciones. Dije mi nombre, mi edad... y no sé cuántas cosas más me preguntaron. Después, dando por concluido el examen, Olivia dio un paso al frente, situándose frente a mí, a tan solo un metro, y alzó la mano.

El bofetón resonó con tanta fuerza que por un instante creí que lo habría oído hasta el mismísimo "Fénix".

—¿¡Pero se puede saber qué os pasa!? ¿¡Es que acaso no era evidente que no debíais enfrentaros a ese tipo!? ¡Era un agente de los Señores del Sueño! ¡Un maldito Archeón! Y vais vosotros, pedazo de imbéciles, y os lanzáis a la carga como dos malditos descerebrados... Sol Invicto, Damiel, ¿a cuantos más queréis cabrear? ¿¡Es que no te has dado cuenta que aún estás vivo!?

—Desde luego hay que tenerlos bien puestos —admitió Davin, de brazos cruzados junto a la Pretor—. La mayoría de personas habrían enloquecido de solo verlo. Vosotros, sin embargo, no solo no os habéis asustado sino que habéis utilizado el entorno para sobrevivir... lo de meterte la cabeza en la cascada de sangre fue brutal. Veo que Giordano sigue tan loco como de costumbre.

—Y más. Ahora se pasa semanas enteras perdido en mitad del desierto, haciendo el Sol Invicto sabe qué —respondí, ignorando la mirada furibunda que Olivia me dedicaba para concentrarme en la cómplice de mi hermano—. No le teme a nada.

—Y tú tampoco, por lo que veo —respondió Davin—. ¿Tantas ganas tienes de que volvamos a estar juntos, Damiel?

Choqué su mano a modo de respuesta. La estreché con fuerza con las mías, agradeciendo a los dioses aquella segunda oportunidad, y besé su mejilla con cariño. Me hubiese gustado poder abrazarlo también, y estoy convencido de que a él también, pero Olivia nos miraba con una expresión tan asesina que ni tan siquiera lo intenté. En lugar de ello me volví hacia ella y le tendí la mano, ansioso por poder tocarla. Sorprendentemente, Olivia seguía tal y como la recordaba, joven, vibrante y hermosa, llena de fuerza y furia, pero algo en ella había cambiado. O mejor dicho, algo en mí era diferente, y es que, mientras que en el pasado su mera visión había bastado para que mi corazón se acelerase, en aquel entonces únicamente despertó mi ternura. Quería a aquella chica, la quería con todo mi corazón, pero de una forma totalmente diferente. El paso del tiempo, supuse.

—Me alegro de veros, chicos —dije—, pero tengo que ir con Marcus. El "Fénix"...

—Olvídate de Giordano —replicó Olivia con frialdad—, a estas alturas debe estar más que muerto. Lo habéis cabreado mucho. Por suerte, vuestra locura ha tenido sentido. ¡Habéis logrado sacarlo de su escondite!

Hijos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora