Capítulo 35

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Capítulo 35 – Damiel Sumer, 1.800 CIS (Calendario Solar Imperial)




Pasamos toda la noche en el hospital, sentados en los bancos que había frente a la puerta tras la cual se encontraba Olivia ingresada. Por decisión de los médicos habían restringido la entrada de visita, por lo que aún no habíamos entrado a verla. Y podríamos haberlo hecho, no voy a mentir. Siendo quienes éramos, habría sido tremendamente fácil colarse sin ser vistos. No obstante, por respeto a Olivia y, probablemente por temor a lo que pudiésemos encontrar dentro, nos quedamos en el pasadizo, viendo las horas pasar en completo silencio, con la sensación de que, poco a poco, se nos escapaba la vida de nuestra querida Pretor de la Corona de las manos.

Fue una noche muy dura. Sentados el uno junto al otro, Lansel y yo habíamos intentado amenizar la espera hablando, pero a ninguno de los dos nos salían las palabras. Estábamos tan impactados por lo sucedido que no sabíamos qué decir. Podía ser casualidad, desde luego, pero ambos estábamos tan convencidos de que el "Fénix" estaba detrás de aquel ataqu, que no nos cabía otra posibilidad en la cabeza.

El "Fénix"... ¿a cuantas personas más estaba dispuesto a dañar con tal de hacernos daño? Y lo que era aún peor. ¿Qué le habíamos hecho para que nos odiase tanto?

Lyenor se unió a nosotros un par de horas después, cuando nos encontrábamos en la cafetería desayunando. Había pasado la noche yendo y viniendo del hospital al Jardín de los Susurros, llevando y trayendo información continuamente. El ataque a Olivia había hecho sonar todas las alarmas en el Palacio Imperial, y aunque todo apuntaba a que el asesino no tenía como objetivo la Familia Real, fue inevitable que se activasen los protocolos de seguridad.

—Ha pasado algo, chicos —anunció tras pedirse un café y aguardar a que el camarero dejase la taza sobre la mesa. Aquella mañana, a pesar de llevar toda la noche sin dormir, Lyenor tenía especialmente buena cara. Mantenerse activa le sentaba muy bien—. Pero no quiero que perdáis la cabeza antes de tiempo, ¿de acuerdo? Sobre todo tú, Damiel, que nos conocemos.

Estaba demasiado saturado como para perderla, pensé. En los últimos tiempos se me habían acumulado tantas cosas que dudaba que hubiese nada que lograse sacarme de aquel extraño limbo en el que vivía. Demasiado enfadado con el mundo, demasiado enfadado conmigo mismo. Necesitaba que todo se calmase... que me dieran un respiro.

Lástima que a nadie le importase.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Lansel.

—Esta noche ha ardido la academia de Lisa Lainard —dijo en tono confidencial—. Los bomberos siguen sofocando las llamas, pero uno de los míos ha logrado internarse y ver qué ha sucedido. Desde un principio se ha barajado la posibilidad de que fuese intencionado, y tras unas cuantas horas de ver arder el edificio, se ha acabado confirmando. Alguien se ha colado esta noche en la academia y la ha hecho arder hasta los cimientos... y ha dejado algo más. Una advertencia.

—¿Una advertencia? —repetimos Lansel y yo a la vez—. ¿A qué te refieres, Lyenor?

La Centurión dio un sorbo a su café antes de responder, probablemente buscando las palabras adecuadas. No era fácil tratar un tema tan delicado con Pretores tan implicados emocionalmente.

—Han entrado en una de las habitaciones y han llenado la pared de nombres... todos escritos con tinta roja. A simple vista parecía sangre, pero está hecha con un producto no inflamable capaz de soportar las llamas.

—¿Qué nombres?

—Hay muchos nombres, Damiel... los nombres de sus víctimas. Un listado entero. Te enviaré la fotografía al teléfono, para que lo revises, pero vaya... —Lyenor negó con la cabeza—. Además hay un mensaje. Alguien ha escrito "Siete días" encima de la cama de una de las bailarinas.

Hijos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora