Capítulo 75 – Jyn Corven, 1.817 CIS (Calendario Solar Imperial)
Joel Osric me estaba apuntando con la pistola al pecho cuando vi la sombra de un Pretor adentrarse en la sala donde él y sus cuatro colaboradores nos tenían acorraladas contra la pared. Tras de mí se encontraba la gran duquesa con el tobillo torcido y el maquillaje del rostro corrido por las lágrimas de impotencia. Aunque había intentado luchar, ya no le quedaban fuerzas para ello. Y a su lado, yaciendo sobre su propio charco de sangre, había dos de sus guardaespaldas. Los hombres de Osric los habían ejecutado a sangre fría, sin mediar palabra alguna, dejándonos a nosotras dos como únicas supervivientes del atroz ataque.
Y ahora era mi turno.
Osric me preguntaba porqué no me apartaba... que qué me llevaba a intentar proteger a aquella anciana mujer con mi propia vida, y la verdad es que yo no sabía qué responder. Sencillamente estaba plantada frente a ella, con los pies fijos en el suelo, dispuesta a no moverme por voluntad propia. Y lo hacía sin tener motivo alguno, la verdad. Ni Ballaster era mi país, ni aquella mujer era mi Emperatriz. Sin embargo, ahí estaba el instinto, el poder de la sangre como lo había llamado mi tío Luther en el pasado, impidiéndome apartarme de la trayectoria de una muerte casi segura.
Absurdo, ¿no?
—¡No me obligues a hacer algo que no quiero, Jyn Corven! —exclamó el asistente de la gran duquesa—. He ordenado que ninguno de tus bailarines ni ningún albiano sufra daño alguno: esto no tiene nada que ver con Albia. Apártate y no te pasará nada.
—¿Y dejar que la asesines a sangre fría? —respondí, y negué con la cabeza—. No vas a salir con vida de esta, Osric. En cuanto abandones el edificio serás detenido por traición.
—No me cogerán —dijo él con convencimiento—. Nunca me cogerán. ¡Vamos, apártate, maldita sea! ¡Apártate, o...!
El sonido de un cuerpo al caer captó la atención de ambos. Osric y yo volvimos la mirada más allá de sus espaldas y, surgido de la nada, vimos una sombra aparecer y desaparecer alrededor de sus colaboradores, arrancándoles la vida con profundos cortes en la garganta. El último trató de detenerla disparando su arma, pero el proyectil se perdió en la sala, sin lograr alcanzar a su objetivo. Inmediatamente después, la sombra volvió a materializarse a su lado y dibujó un fugaz corte en su cuello, arrebatándole la vida de un tajo. Osric gritó, presionó el gatillo de su pistola dos veces, pero no sirvió de nada. La sombra se materializó por última vez a su lado, mostrando al fin su auténtica identidad. Aidan le arrebató el arma de un manotazo, encajó un fuerte puñetazo en su mandíbula y, sin darle tiempo a reaccionar, hundió el codo en su estómago, haciéndole caer de bruces al suelo. Abatido sobre sus rodillas, Osric cruzó el brazo sobre el vientre y empezó a toser. Inmediatamente después, silenciándolo al menos por un tiempo, Aidan lo golpeó por última vez a la altura de la nuca, lo que provocó que cayese inconsciente. El Pretor desvió entonces la mirada hacia mí, dedicándome una fugaz sonrisa llena de orgullo, y se apresuró a agacharse junto a la gran duquesa, la cual seguía en el suelo conmocionada.
La sangre de sus hombres había manchado su vestido.
—Majestad —le dijo, tomando sus manos con delicadeza—, tranquila, está a salvo. Estamos retomando el control del edificio. Ahora no se mueva: la ayuda está en camino.
—Sumer... —respondió ella con la voz temblorosa—. Mis invitados, Sumer. Mis invitados... mi gente... ¿están bien? ¿Qué ha pasado con ellos? ¿Están...?
—No es el momento, Alteza. Una vez hayamos salido...
—¡Responde, Sumer! ¿¡Qué ha sido de mi gente!?
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Hijos de la Noche
خيال (فانتازيا)El Imperio de Albia, la mayor potencia militar y económica, ha dominado gran parte de este mundo sin rival durante casi 2.000 años, pero ahora nuevos enemigos aparecen para desafiar su supremacía... tanto desde el exterior de sus fronteras como desd...