Capítulo 73

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Capítulo 73 – La Reina de la Noche, 1.817 CIS (Calendario Solar Imperial)




Por aquel entonces no había visitado demasiados lugares. La juventud y la guerra me lo habían impedido, pero con el tiempo recorrería prácticamente todo el mundo, y puedo asegurar que la ciudad de Vulpax es uno de los sitios más extraños en los que jamás estuve.

Construida bajo tierra, sorprendentemente cerca de un volcán activo conocido como el Ojo del Titán, la ciudad de Vulpax era uno de los pilares principales de Talos. Se trataba de un lugar construido en el interior de una impresionante caverna cuyos asfixiantes edificios servían de hogar a más de cien mil personas. Vulpax era gris, con calles muy estrechas labradas entre la piedra por la que únicamente las motocicletas tenían cabida. Los coches, desterrados de la ciudad, aguardaban en el exterior, en un macroaparcamiento elevado bajo el cual los ríos de lava del Ojo del Titán llenaban de vapores y calor cuanto les rodeaba. El ambiente estaba muy cargado, con un regusto a metal en el aire que provocaba que incluso respirar resultase complicado. Eso sí, había que admitir que la ciudad estaba muy limpia. Mirases donde mirases no había ni una mota de polvo, un papel fuera de una papelera o un sencillo envoltorio en el suelo. Tampoco había gritos ni ruidos que perturbasen la paz reinante. Aquel maldito hormiguero era siniestro, os lo aseguro.

—Pues aquí estamos —exclamó Balian Aesling tras descender la última de las escaleras del acceso. Ante nosotros, una decena de lenguas de asfalto se adentraban en la ciudad, partiendo en distintas secciones los enormes bloques de piedra que eran los edificios—. Qué pintoresco.

—Maravilloso —murmuró Juno entre dientes.

Aunque habíamos hecho el viaje hasta Talos por separado, llevábamos ya varias horas juntos recorriendo los lúgubres paisajes en coche. El trayecto no había sido especialmente ameno. Mientras que Juno conducía en completo silencio, subiendo el volumen de la radio cada vez que se me ocurría decir algo, Balian se limitaba a mirar su teléfono, indiferente. Ninguno de los tres nos sentíamos cómodos con la presencia de los otros, y no era para menos. Si bien Juno y yo no teníamos mala relación, entendía que le molestase que hubiesen decidido ponerle refuerzos. Nora Crassian era una delincuente muy importante para el Imperio; alguien que había arrebatado muchísimas vidas, y su detención o muerte era algo que todos deseaban. Y si para asegurarla debían arrebatarle el mérito a un Pretor y repartirlo entre varios, no dudaban en hacerlo. Después de todo, ¿qué éramos nosotros a parte de una herramienta para hacer justicia?

Juntos nos encaminamos hacia uno de los paneles informativos. Balian acercó su acreditación a la lente de lectura situada junto a la pantalla y el procesador nos mostró un mapa de la localización exacta de la posada que habíamos elegido para nuestra estancia. No era un lugar demasiado ostentoso, de hecho, creo que era la peor posada de Vulpax o incluso de todo Talos, pero era el lugar perfecto para pasar desapercibidos.

Grabé mentalmente la dirección. Según el callejero el lugar no estaba demasiado lejos, así que podríamos ir paseando tranquilamente. Después de tantas horas en el tren y después en el coche, necesitaba un poco de aire... si es que a lo que allí se respiraba se le podía considerar como tal.

—No cae demasiado lejos, podemos ir a pie —dije, convencida de que mi propuesta sería la primera en conseguir total consenso.

Para mi sorpresa, me equivocaba.

—No me parece mal —concedió Balian—. Necesito estirar las piernas.

—Es una buena idea —admitió Juno—. Eso sí, sed discretos. Aunque en esta ciudad parezca que todo el mundo va a lo suyo, hay más ojos de los que creéis.

Hijos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora