Capítulo 26

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  Capítulo 26 – Aidan Sumer, 1.800 CIS (Calendario Solar Imperial)  



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—Deberías decírselo, Aidan.

—¿Decirle el qué?

—¿A ti qué te parece? Es evidente, amigo. Tan evidente que incluso me dan ganas de coger a Damiel por el pecho y sacudirle hasta que lo admita. Pero ya lo conoces, por muy obvio que sea, hasta que tú no se lo digas, no lo creerá.

—¿Tan evidente es?

Olic puso los ojos en blanco. Por supuesto que era evidente. Si a todo lo que había sucedido se le sumaba el evidente parecido con su madre, era realmente complicado no darse cuenta de que aquella chica era en realidad mi hija. Mi interés en ella, su parecido, su nombre, su edad... desde luego había que estar ciego o saber muy poco sobre mí para no darse cuenta. Para Olic, por supuesto, la realidad había salido a relucir tan pronto la había visto de cerca. Jyn tenía muchísimo de los Valens.

Dejé escapar un suspiro. Hacía unos minutos que habíamos superado la media noche y la celebración por Giordano estaba en su pleno esplendor con los agentes en la terraza charlando entre copa y copa. Olic y yo, sin embargo, nos encontrábamos en el salón, viendo en la televisión el torneo de esgrima de selecciones. Aquella noche, la misma en la que Marcus y Jyn cumplían los diecisiete, tras varios meses de competición, uno de los países de Gea se alzaría como el vencedor definitivo.

—¿Hace cuanto que lo sabes? —me preguntó.

Tuve la tentación de seguir con la mentira. De haber sido Lansel o alguno de los aprendices, no habría dudado en hacerlo. Aquellos chicos, por muy listos que se creyesen, creían tan ciegamente en mí que podría haberles convencido de cualquier cosa. Con Olic, sin embargo, era diferente. Mi agente más experimentado había visto y oído lo suficiente a lo largo de todos aquellos años como para saber analizar la realidad con otra óptica.

—Desde el principio. Estaba escondida en la casa cuando llegamos. El asesino confundió una de sus amigas con ella.

—Y creísteis que lo mejor sería ocultarla... tal y como haces ahora.

—Así es. Aquello no fue un crimen casual, Olic. Fueron a por mi familia.

—¿Y ahora?

Ambos desviamos la mirada hacia la terraza al ver que Damiel y Jyn se levantaban para ir a la cocina. Entre ellos había nacido una conexión tan fuerte que no podía evitar ponerme nervioso. El modo en el que se miraban o se sonreían resultaba de lo más inquietante tratándose de hermanos.

—¿Cuál es el plan? ¿Pasarte el resto de toda tu vida separándolos?

Era una posibilidad. No demasiado viable, desde luego, pero una posibilidad. Llegado a aquel punto me costaba tener que enfrentarme a la realidad, y más teniendo en cuenta lo que había sucedido con Davin. Con perder dos hijos había tenido más que suficiente.

Hijos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora