Capítulo 87

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¡Buenas! Me voy unos días de vacaciones, así que os dejo un capítulo ^_^ A la vuelta actualizo. ¡Un beso!




Capítulo 87 – Diana Valens, 1.818 CIS (Calendario Solar Imperial)




Viajar a través del Bosque de Nymbus es lo más parecido que jamás he hecho a retar a los dioses. Allí el tiempo y el espacio fluye de una forma que los mortales no podemos entender. La luna no brilla durante el día, ni tampoco el sol durante la noche, pero la línea entre la realidad y la fantasía es tan fina que a veces la cruzas sin ser consciente de ello. La lluvia cae de las nubes, y a su vez éstas se alimentan de los pensamientos más oscuros de los hombres. Llueven sueños, anhelos y pesadillas; el viento ulula canciones de cuna. Los pájaros pían nombres.

El Bosque de Nymbus... ¿acaso existe mejor escenario que su corazón para poner punto y final a aquella etapa de mi vida? En aquel entonces no le daba la importancia que realmente tenía. Joven, inexperta y cargada de un odio que cada vez consumía más y más mi alma, no era capaz de apreciar lo que me rodeaba. Mis ojos no podían percibir el brillo iridiscente de las gotas de agua sobre las hojas de los árboles, ni tampoco las llamativas formas que adoptaban las sombras cuando dabas la espalda a las enredaderas. El resto de mis compañeros lograban verlas de reojo, y en ellas reconocían cuerpos menudos que por su tamaño debían pertenecer a niños. Niños que nos perseguían por el bosque, ocultando el sonido de sus pasos entre las raíces de los árboles y sus risotadas tras el chirrido de los insectos.

Lyenor decía que aquellos niños eran la representación onírica de los viajeros que habían muerto perdidos en el Bosque. Que aunque sus cuerpos ya adultos no hubiesen podido soportar la magia de los dioses sus mentes desbordadas de imaginación y deseo de aventura habían logrado encontrar el camino para bordear la muerte, convirtiéndose en parte del Bosque. Misi, en cambio, decía que en realidad aquellas sombras formaban parte del ejército de espías de los Señores de los Sueños. Que mientras siguiésemos en sus dominios sin invitación no nos dejarían en paz... que debíamos ser precavidos. Yo, por mi parte, ni sabía lo que eran, ni me importaba. Sombras o niños, en cuanto se me acercasen no dudaría en hundir mi espada ceremonial en su corazón... Absurdo, ¿no? En el Bosque de Nymbus únicamente mueren aquellos cuya vida reclaman los dioses del Sueño. Los deseos de los mortales no tienen la más mínima importancia... y los mío, menos aún. Por desgracia, en aquel entonces yo aún no era consciente de ello. Poco a poco empezaba a mentalizarme de que el mundo no giraba a mi alrededor, pero incluso así el proceso de adaptación a la vida real estaba siendo complicado. En cuanto acabase de abrir los ojos, todo sería mucho más fácil...

¿Pero realmente era eso cierto?

Muchas preguntas. Mientras me adentraba más y más en el corazón del bosque eran muchas las dudas que me atormentaban. Aidan insistía en la necesidad de que estuviese concentrada; en que me necesitaba con los ojos bien abiertos, pero me estaba resultando muy complicado. Horas atrás, antes de iniciar el viaje, mi padre había acudido a mi encuentro en el hospital, y aunque me había prometido a mí misma que sus palabras no iban a afectarme, aún no había madurado lo suficiente como para conseguirlo.

Con cada paso que daba su voz me martilleaba los oídos.

Durante la primera noche las nubes lloraron con mis lágrimas. Nadie se dio cuenta de ello, pues todos estaban demasiado ocupados en sus propios pensamientos, cuidando los unos de los otros, pero yo, sola en lo alto del obelisco de ónice desde donde cumplía con mi turno de guardia, era consciente de que era mi frustración lo que fortalecía cuanto me rodeaba.

Hijos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora