Aunque a algunos caballeros como Dégel, Asmita y Kardia se les haya hecho sumamente raro que Albafica saliese de la Casa de Piscis, más aún del Santuario, y a mitades de la noche, curiosamente ninguno preguntó por sus razones ni mucho menos trataron de detenerlo.
Posiblemente porque creyeron que saldría a una misión, Albafica no lo sabía.
Completamente extrañado por el comportamiento de sus compañeros de armas al no intentar pararle los pies, Albafica llegó hasta el final de la Casa de Aries con aire de extrañeza enorme. Podría aparentarlo físicamente, pero él no se sentía con la confianza suficiente como para salir del Santuario y empezar a bailar en círculos por todo Rodorio. Aun así no pudo evitar tener mucha curiosidad y hasta cierto un punto algo de desconfianza con respecto a lo que estaba ocurriendo.
Caminando por algunas calles solitarias, Albafica tuvo cuidado de no dejarse ver por nadie, incluso se cubrió lo mejor que pudo con una capa negra raída que encontró encima de un montón de prendas viejas en un montón que usualmente los aldeanos dejaban en ciertos puntos de Rodorio para que los vagabundos pudiesen tener algo con qué vestirse y no obligarse a robarles a los demás.
Lamentablemente la capa no pudo cubrirlo por completo, los tobillos brillaban debido a la armadura y quitarse su único escudo, ahora que ya estaba lejos del Santuario, tampoco estaba entre sus planes.
Entre su fleco vio mucha gente pasar por su lado, gracias a la escases de luz y al no dejarse ver la cara, a veces los pobladores lo confundían con Shion o Asmita.
»Buenas noches, señor Shion.
»Saludos, señor Asmita.
La escasa luz y la capa hacían que la gente lo confundiera con facilidad con algún otro colega; su cabello a pesar de ser largo y no tan oscuro, no pasaba desapercibido pero tampoco es como si el Caballero Dorado de Piscis fuese a bajar por cuenta propia si no tenía motivos para hacerlo.
Albafica no supo por qué pero de pronto se detuvo en medio de mucha gente.
No todos lo tomaban en cuenta debido a que tenían compañía propia o simplemente no hacía nada particularmente interesante. Eso le gustó pues cero atenciones, podría significar cero problemas.
Inesperadamente su silencio fue perturbado por una pequeña y chillante voz.
—¡Señor, por favor acepte esto!
Una vivaz niña de aproximadamente 11 años de edad se le acercó con una flor blanca en manos.
Albafica miró el obsequio con el ceño fruncido, como si hubiese olido algo podrido. Por los dioses, si él tenía que ser honesto a estas alturas de su vida comenzaba a sentir repudio por las flores. Lamentablemente y para su eterna desgracia, Albafica dudaba poder vivir en un mundo donde ellas no existiesen.
Básicamente ponía en práctica el dicho: "Ni contigo, ni sin ti".
Titubeando un poco y procurando no dejarse ver aún (menos por ésta infante) Albafica estiró lentamente su mano y tomó con cuidado el regalo, la niña le sonrió amablemente y fue por un descuido suyo que ella se percató de la resplandeciente armadura dorada que cubría el dorso de su mano derecha y parte de los dedos.
¡Infiernos! ¡Pudo verle la cara!
Los ojos grandes llenos de ilusión e inocencia brillaron con efusividad junto a una radiante sonrisa.
—¡Sí es un Caballero Dorado! —chilló emocionada, acercándose más.
Albafica dio un paso atrás por inercia ante su cercanía y aunque la niña fuese sumamente más pequeña que él, Albafica fue el que se sintió casi acorralado por ella.
ESTÁS LEYENDO
𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Romance『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...