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Agasha no era la única que se hacía esa pregunta.

―¿Pero qué demonios? ―se preguntó Kardia―. La última vez que lo vimos era un adulto, ahora es un niño.

―Un alma no tiene edad física ―respondió Eros viendo fijamente el aspecto de Piscis―. Un alma nace sin saber del bien o el mal cuando son escupidos aquí. Todo lo demás se desarrolla en el mundo terrenal junto al cuerpo que envejece. Lo que pasa al suicidarte, es el bosque toma tu forma más débil y aprovechándose de ello te absorbe con más facilidad, alimentándose de tus miedos y dudas, para luego ser convertido en un árbol más. Cuando eso pasa, estás condenado para siempre. Se podría decir que la mocosa humana llegó a tiempo, ahora debe convencerlo para que regrese.

―Es la florecilla ―respondió Manigoldo―, ¿por qué no habría de hacerlo?

Shion y Dohko miraron con seriedad a Agasha, quien estaba nerviosa por acercarse al niño Albafica.

―Porque él ya no la recuerda ―respondió Asmita sin abrir sus ojos―. El bosque regresó el alma de Albafica a una época en la que no conocía a nadie, una época en la que estuvo completamente solo.

Bingo ―premió Eros con una palabra que nadie supo interpretar pues era una expresión completamente futurista―. Aún si ustedes estuviesen ahí, ese niño de allá no los reconocería ya que a estas alturas ya no ha de recordar ni su propio nombre, de eso estoy seguro.

Bebiendo vino y sosteniendo la copa sobre sus labios, Eros agregó con curiosidad:

―Mmm, díganme una cosa: ¿algo traumático le ocurrió a ese sujeto cuando era un niño? ―preguntó arqueando una ceja.

Desviando la mirada, Kardia convocó sus propias memorias.

―Es probable ―respondió solemne.

Dégel miró a su compañero sin decir nada. Descubriendo que el fiero hombre tenía un semblante triste en su rostro.

―Debe serlo ―dijo Eros con seriedad―, parece tenerle miedo a esa chica.

Ciertamente así era.

El niño Albafica al ver que Agasha avanzaba un par de pasos hacia él, se contrajo violentamente mirándola con pavor.

...

―¡No! ¡No! ¡Aléjate de mí! ―le gritó Albafica con su voz temblorosa.

De no ser por las raíces seguramente se habría echado a correr.

Retrocediendo de inmediato, Agasha lo vio temblar y respirar erradamente desde su posición, las raíces se apropiaron más de él. No comprendía lo que estaba pasando, pero esto no se lo había esperado.

―¡Señor Albafica! ¡Soy Agasha! ¿Acaso ya no me recuerda?

Con el corazón dolido por su rechazo (sea cual sea su forma), Agasha se llevó una mano a su pecho tratando de averiguar cómo devolverlo a su realidad, en dónde era un hombre fuerte como valiente y no un bebé asustado de su entorno.

Pero el niño no cambiaba su mirada. Él temía a ella inmensamente.

―¡Yo no conozco a nadie con ese nombre! ¡Déjame en paz! ¡No me toques! ¡Aléjate de mí!

Su largo cabello ya cubría parte de su cara, cada vez que gritaba las raíces iban tomando más y más terreno en él. Su llanto se había hecho errático y las lágrimas comenzaban a salir rojizas.

―Déjame en paz ―pidió nuevamente con miedo y súplica―. Por favor...

Dando algunos pasos hacia atrás, Agasha cayó de rodillas.

Comenzaba a sentir la desesperación. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo proseguir?

No había sido ciega, lo había visto con claridad. Si ella se acercaba corría el riesgo de alterar a Albafica de tal modo que las raíces podrían cubrirlo antes de que ella llegase hasta él y pudiese sacarlo de este infierno. Perderlo para siempre, o cortarlo por error con la alabarda si es que planeaba usarla para apartar las raíces... no estaba dispuesta a arriesgarlo todo de esa manera.

Jamás se perdonaría si llegaba a perderlo.

―Señor Albafica...

Se sentía perdida. ¿Qué debía hacer?

 ¿Qué debía hacer?

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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora