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Según lo que le había dicho la señora Tábata a Agasha, ella tendría que satisfacerlo del mismo modo. Acariciándolo y no quedarse como una roca esperando a que él hiciera todo el trabajo. Y aunque jamás en su vida se había atrevido a estar con un hombre, parcialmente por su trabajo agotador y parcialmente por seguir pensando en él, Agasha se sentía deseosa por regresarle algo del placer que le había hecho experimentar.

Por eso mismo se extrañó cuando él la obligó a permanecer en su postura. Luego se tendió lento por encima de ella, más no la besó, como Agasha había pensado en un principio que haría, sino que llevó a su boca uno de sus pechos para adorarlo con su lengua.

Notándolo recorriendo suavemente el contorno de su pezón fue la perdición. Agasha se sintió desfallecer cuando casi al mismo tiempo la mano de él retomaba el movimiento adentro suyo, está vez enfocándose más en su clítoris, llevándola a la locura.

La chica llevó sus manos a la espalda de él acariciándolo con fuerza, pasando sus manos por sus músculos. Gimiendo por más.

Meció sus piernas de arriba abajo con el fin de mantener su cabeza en su sitio y no irse por otros lados. Necesitaba recordarse que esto no era una alucinación y era el verdadero Santo de Piscis quien estaba acariciándola, tanto con su lengua como con su mano. Su cuerpo firme aplastándola sin quitarle aire con su peso sino con sus caricias.

No podía permitirse olvidar este momento.

Demencialmente estaba sensible ante sus atenciones. Chillaba con éxtasis. Agasha suspiró cuando él pasó de un pecho al otro para darle la misma atención.

—¡S-se si-siente ta-tan bi-bien! —mascullaba viendo venir una nueva culminación bajo los brazos de su amado caballero.

Al instante en el que ella abrió la boca para gritar ante su segundo orgasmo él la besó.

Metió su lengua adentro y encontró la suya sin problemas. Agasha quiso gritar de gozo, al fin pudo saborearlo; su inexperiencia no fue obstáculo. La tristeza, el dolor y la soledad se fundieron en un exótico dulzor que ella desconocía y por ende no podía describir, más no creía poder olvidarlo jamás.

Sus movimientos fueron torpes, de hecho no supo cómo responder adecuadamente y eso la frustró un poco. Pero lo olvidó pronto, pues Albafica bajó hasta su cuello lamiéndolo y besándolo igual que hizo con sus senos. Cada vez tomando más posesión de su cuerpo.

Desenvolviéndose de igual forma con el paso de los minutos a su lado. Adquiriendo más confianza para seguir explorándola íntimamente.

El sonido que hacía al besar y lamer su piel, junto al que presenciaba viniendo de su centro al ser acariciado por él, le dieron a entender a Agasha que ya no quería seguir esperando más.

Lo necesitaba, lo deseaba. Quería aferrarse con tanta fuerza a su cuerpo que no podía resistirlo más.

—Ya no puedo... aguantar más... ¡le necesito adentro!

Apretó los dientes al sentirlo separándole. Tocando su nariz con la suya y dando un corto beso a sus labios.

—Sólo un poco más —dijo adentrando un segundo dedo, ella apretó los dientes—. Necesito prepararte bien o te dolerá mucho.

—¡Ya estoy lista! —aseguró arqueando su cadera chocando con más fuerza contra sus dedos.

Ambos gimieron.

Albafica sólo esperaba que ella tuviese razón, porque él tampoco estaba para seguir jugando más. Sin apartarse consiguió dejar de tocar a Agasha, desabrochando su pantalón con una mano y con esa misma sacar su miembro. Bajó un poco más sus pantalones, invadiendo la boca de Agasha.

Su pasión lo embargó. El calor que le ofrecía Agasha era sublime, tan confortante que su lado más humano (el cual creyó muerto hace mucho) imploró por un poco de piedad.

Estaba a punto de gritar exasperado.

Era tan injusto que sólo tuviese esta oportunidad para rodearse de calor humano antes de volver a refundirse en un hueco oscuro como una serpiente.

Finalmente la tocó usando su miembro, la oyó gemir al pasar su erección sobre su húmeda cavidad. Se lubricó con los jugos vaginales y con su propia mano, sin dejar de besarla y manteniéndola concentrada en sus labios.

Demonios, comenzaba a doler. Ansiaba poder sepultarse en ella hasta la funda pero debía controlarse o la lastimaría en serio.

Se separó lo suficiente para darles un respiro a ambos. Se acomodó bien entre sus piernas y llevó su miembro hasta donde tenía que ir. Los dos se miraron a los ojos, rozando sus narices, ella puso sus manos sobre sus mejillas y le sonrió.

Besándola una vez más, luego de lubricarse bien, Albafica empujó adentro con fuerza, la necesaria para no dar paso a la duda. Sentir el cuerpo de ella dándole la bienvenida sintió que terminaría adentro, pero Albafica encontró la fuerza para no hacerlo. Apretando los dientes y los párpados se tuvo que recordar que ella no era ninguna prostituta. Era una mujer. Una buena mujer. Agasha se había ofrecido a él y debía responder con el mayor tacto posible. No como si fuese una bestia salvaje.

Agasha chilló echando la cabeza hacia atrás. 

 

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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora