Hay algo que tienes que saber.
Desde los inicios de la creación, se tenía por bien sabido que los recuerdos podían atraer diversos tipos de sentimientos. Positivos como la felicidad, la tranquilidad, la gracia y la nostalgia, la armonía entre otros. Pero también podían acarrear emociones negativas como la impotencia, el fastidio, el odio, la sed de vergüenza o la frustración, el arrepentimiento y algunos más.
Por eso, se sabe que cada vez que un muerto debe reencarnar en el mundo de los mortales, su alma primero debe beber un poco del río Lete para olvidar todo e iniciar desde cero una nueva vida. Sólo unos cuantos afortunados (y esto era más una leyenda que un hecho) renacían con sus recuerdos intactos porque los dioses así lo decretaron.
Pero en este caso, Albafica de Piscis, quien todavía estaba vivo; no tenía el privilegio de acercarse al río que se encontraba en el hades y olvidar ciertas cosas que de verdad ansiaba arrancarse de sus memorias. Pues debido a ellas, en estos momentos se encontraba en jaque contra sí mismo, pues si se ponía a pensar bien en esos recuerdos dolorosos, que a lo largo de toda su vida lo habían estado atormentando, él habría tenido tiempo de amar y odiar al mismo ser con la misma intensidad.
Se podían contar con los dedos de las manos a todos los Santos (del rango que fuese) que no tuviesen historias dramáticas, sangrientas o inmensamente tristes que volvían a sus cabezas al cerrar los ojos o al encontrarse solos. Donde nadie (ni siquiera ellos mismos) tendría el poder de salvarlos de sus demonios del pasado.
Algunos santos atenienses habían perdido a sus familiares por enfermedades, otros por accidentes, o ataques, y algunos otros habían presenciado el asesinato de estos. Después estaban los que buscaban a alguien que habían perdido o simplemente deseaban encontrar, llámese familia, un amigo(a) o un amante, luego de una abrupta separación. Y luego, entre un montón de diversas tragedias que en menor medida se escuchaban por ahí, se encontraba él.
Sin una familia de sangre por la que llorar, sin las caras de sus padres biológicos o hermanos (si es que los tuvo) a los que rendirles homenaje; sin un entrañable amigo al cual desear proteger, sin un nadie a quien amar salvo a su diosa, y aun así, a su edad Albafica comprendía que en el mundo había diversos tipos de amor y que en definitiva, el que sentía hacia su diosa no era uno que pudiese llamar amor con claridad sino más bien uno que sólo decía tener hacia la divinidad una obediencia ciega y un profundo respeto. Admiración por su valor y deseo palpitante por proteger a la humanidad aún si tenía que volcarse contra los suyos.
Por otro lado, el amor que la diosa decir sentir por la humanidad parecía curiosamente sincero, aunque como se dijo antes, Albafica no sabía bien cómo definir esa palabra de modo que a él mismo le quedase claro.
Y luego estaba el profundo amor y respeto que sentía hacia su maestro Lugonis, aquel que lo crío como a un hijo cuando no tenía por qué hacerlo. Quién le dio un nombre. Quién le enseñó el mundo. Quién lo entrenó como a un santo. Quién le entregó su confianza junto a su vida. Quién creyó en él para proteger a Athena... al mundo. Quién estuvo ahí para advertirle que si decidía convertirse en el Santo de Piscis, su vida iba a ser igual de solitaria que la suya propia.
Amor, para Albafica era una palabra tan corta, y a la vez tan complicada. Justo como la palabra odio, el amor también era fácil de confundir.
Un montón de pergaminos en la biblioteca ubicada en Acuario, podrían tener una definición cortante y hasta seca de lo que el amar significaba, sin embargo el espíritu de Albafica sabía que no importaba cuanto buscase un significado claro, la definición del amor no estaba disponible para un ser maldito como lo era él.
Albafica podría buscar el amor hasta por debajo de las piedras y no lo hallará nunca aunque la vida se le fuese en ello.
Con todo esto claro, pasábamos al siguiente punto y es el hecho de la importancia de las relaciones públicas. Entre ellas a las que involucraban a un hombre y una mujer.
Albafica no era virgen y al contrario de lo que muchos pensaban, ningún Caballero de Athena lo era. Ni siquiera Asmita, quien algunos podrían asegurar que la mujer con la que había compartido el lecho en su tierra natal como parte de su entrenamiento, seguía viva en sus pensamientos, a pesar de que jamás se habían vuelto a encontrar. O eso decían los bocones oficiales del Santuario, y sin embargo nadie tenía nada comprobado por el mismísimo Santo de Virgo, lo que reducía todo chisme a eso: a simples habladurías.
A Albafica, todo lo que relacionase las vidas de sus compañeros, no era algo que le importase saber. Menos si él no tenía nada que ver.
En su caso, a una edad bastante temprana, Albafica como todos sus colegas tuvo que pasar por algunas lecciones extras (más personales) que lo ayudarían a resistirse a las duras tentaciones de la carne ya que como había enemigos que podían matarte de frente, con técnicas de lucha, había otros seres que simplemente les bastaba con entrar a tu mente y ver qué anhelos poseías para encontrar la forma de voltearlos en tu contra, haciéndote polvo en un segundo por esas debilidades.
Por eso era indispensable ser lo suficientemente fuerte y de sangre fría como para repeler tanto un ataque físico como uno mental.
En este caso, los enemigos féminas eran peligrosos no sólo por sus ataques de combate sino porque algunas de ellas se encontraban perfectamente adiestradas para incitar a sus oponentes al deseo carnal, eso no sería tan peligroso de no ser porque cada año se tenían reportes de incontables muertes debido a las debilidades de los inexpertos caballeros, ante el llamado de la pasión.
Rechazar los encantos que sólo una mujer bien entrenada en el arte de la seducción podía ofrecer no era cosa fácil, menos cuando tenías responsabilidades hasta el cuello y el único contacto físico que solías tener en casi toda tu vida era la de tus puños conociendo las caras de tus enemigos, charlando sólo con un fiero intercambio de golpes para nada delicados.
Nada era tan peligroso como la soledad y la sed de afecto.
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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Romance『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...