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Atrajo su arma nuevamente, la lanza volvió a ser una alabarda.

Recuperando el sentido y reprendiéndose mentalmente por su momentánea debilidad, Agasha se secó las lágrimas con su mano libre y aspiró con fuerza. Necesitaba centrarse o definitivamente estaría perdida.

Luego miró su arma.

―Mmm... así que puedes cambiar de forma ―sostuvo su arma entre ambas manos―. ¿Podrías transformarte ahora en algo lo suficientemente destructivo para romper esta jaula?

No esperaba que el arma cobrase vida y voz, y empezase a cantar. Sólo que hiciera justamente lo que hizo, acoplarse a otra forma. En un resplandor rojo, la alabarda se empequeñeció y se formó en un artefacto que Agasha no supo lo que era.

Alguien del siglo XXI le diría que esa enorme y alargada cosa metálica era una bazuca. Pero a ella le tomó tiempo discernir "forma" de "qué" tenía ahora.

No había ningún filo así que esto no iba a cortar.

Sólo un... algo que quizás podría... qué podría...

―Esto debería venir con instrucciones ―se quejó poniendo con fuerza la bazuca en el suelo, al hacerlo el mecanismo del arma lanzó el cohete (que rozó la nariz de Agasha) al centro de la jaula ocasionando una fuerte explosión.

Agachándose y evitando que todos los pedazos que caían la golpeasen en la cara, Agasha soltó un quejido de dolor y se sostuvo la nariz. Para su alivio aún la conservaba.

―Así que para eso era ―miró el agujero de la jaula hacia arriba. Tomó la bazuca, ésta se adentró en la armadura.

Bien, era hora de retomar su deber. No más distracciones.

Iba a saltar para escalar hasta la salida, pero como si la armadura no olvidase que estuvo a punto de deshacerse de ella y quisiera darle una advertencia por ello, se hizo inmensamente pesada en pleno aire por lo que al saltar no llegó a subjetivo pero si bajó en picada al piso de culo llevándose un buen golpe en su posterior.

Agasha soltó un fuerte grito.

―¡Auch! ¡Ya entendí! ¡Ya entendí! ―se sobó el trasero aun en el piso haciendo muecas de dolor―. ¿No te han dicho que eres demasiado sensible? ―aguantando sus maldiciones, pegó su cabeza al piso tratando de soportar el daño que se había hecho.

Para hacerla corta, la armadura no se hizo más liviana hasta que Agasha pudo salir de la jaula ya a punto de agarrarse de los barrotes con los dientes.

A veces, como un huerco berrinchudo, la armadura le inmovilizaba ciertas extremidades del cuerpo como sus brazos o piernas para hacerla caer de nuevo. La chica duró mucho tiempo escalando y cayendo, maldiciendo entre dientes también.

Definitivamente la armadura era un ser demasiado sensible con un sentido del humor demasiado peligroso si consistía en hacerle daño a su portador.

Cuando al fin vio su libertad, la armadura hizo un última graciosada provocando que el pie derecho de Agasha resbalase y terminase rodando hasta que cayó de cara al piso... otra vez.

―Ya entendí, ni siquiera pensar en traicionarte de nuevo ―masculló sobre la tierra nuevamente.

Cojeando, Agasha caminó lento entre los árboles. Mirando a todos detalladamente procurando no tocar ninguna raíz.

Pasó por muchos lares, había cantos de mujeres muy cerca. Agasha pensó en la criatura que había tomado forma de su madre y meditó en la posibilidad que fuese parte de dichas criaturas por lo que prefirió evitar ir a donde sea que escuchase esa maldita melodía.

𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora