Eso Athena ya lo sabía, pero no por eso dejaba de ser un pinchazo a su corazón.
¿Cuánta verdad podría haber en la reprimenda de una diosa que antes fue una humana cazada por Afrodita por su belleza? Engañada por Eros y al final enamorándose de él, temiendo por sus mentiras y regresando a los brazos de su amado una vez que vio la sinceridad en sus sentimientos.
¿Qué tanto podía saber Psique de Athena? Tanto o más para que la diosa pelirroja supiese que hubo un tiempo en el que Athena envidió su relación con Eros y sólo porque su carácter había estado aligerándose con los siglos no había intentado hacerles daño por el enfado que le producía verlos juntos.
Psique lo sabía. Y Athena jamás lo había negado.
Tanta lealtad entre Eros y su esposa era increíble, tan unidos y enamorados por toda la eternidad; ningún dios se había mantenido fiel a su esposa aparte de Eros, ni siquiera Hades, quien a base de trampas y engaños pudo mantener a Perséfone como su mujer aun cuando sabía que ella no lo amaba, y luego haciéndose de varias amantes pero permitiéndole a la diosa tener los suyos como el caso de Adonis, aun cuando este haya preferido a Afrodita sobre ella.
La propia diosa Perséfone declaraba abiertamente que prefería cualquier amorío vacío en vez de su farsa de matrimonio con Hades. Y mejor no hablemos de Afrodita y Hefestos, o Zeus y Hera.
En el Olimpo, Eros y Psique eran una pareja tan bien formada que no había día ni noche en la que no se viesen amándose como hace siglos. Eros no necesitaba amantes ni Psique tampoco, la belleza de ambos era absoluta y juntos eran la pareja más resplandeciente entre los inmortales.
Pero ahora mismo Psique jugaba con algo muy peligroso, porque si bien Athena era pacífica y amorosa en esta época, no se podía esconder que hace mucho tiempo ejerció miedo y respeto entre los humanos como la diosa de la guerra. Sus luchas y victorias contra Ares y el mismo Zeus probaban que ella no era una diosa debilucha con la que podías jugar, aunque actualmente prefería la diplomacia sobre la violencia, su paciencia a veces podía ser quebrada como un huevo si sabías bien donde apuntar. Y ese era un don que usualmente tenían los otros dioses.
»Psique —espetó Athena realmente preocupada por lo que el agua Elefthería pudiese causar ahora que Albafica la había bebido.
»Amas a la humanidad, eso es cierto —continuó Psique sin pelos en la lengua—. En parte, debes admitir que eso se lo debes a que Niké, quien te tuvo mucha paciencia durante tus primeros días de nacida —los ojos plateados recorrieron el cetro que Athena llevaba en su mano—. Pero sobre todo, se lo debes a Pallas... ¿en serio tengo que recordarte cómo le agradeciste haberte querido?
Sasha se quedó de piedra mientras Psique negaba con la cabeza, haciendo su sonrisa perversa.
»Es triste que desde tu batalla contra ella; su nombre haya sido adherido al tuyo y su historia haya sido opacada por el Titán que lleva su mismo nombre. Los humanos jamás sabrán que existió... gracias a ti.
»Ella... ella quería... —agobiada por la vergüenza y la culpa, Athena apretó el báculo.
»Sí, sí; cometió una gran estupidez al estar cegada por la envidia y su afán de mantenerte con ella... el amor que tenía para ti se lo debió haber guardado para sí misma. Pero, ¿acaso tú jamás has sentido envidia o posesividad por nada o por nadie? —ambas sabían que sí—. ¿Pero qué hiciste tú? En vez de tratar de disuadirla, o simplemente dejándote golpear como te lo merecías por abandonarla de ese modo... —le gruñó—, usaste tus prodigiosas habilidades en combate y la acuchillaste en su corazón.
El asunto entre las diosas Pallas y Athena era un tema de hace siglos, un espinoso pasado para esta última y un asunto de oscuridad y odio para la primera, quien con su espíritu dormido entre las estrellas, esperaba paciente a ser reencarnada y cobrar venganza por su muerte a manos de su adorada hermana, a quien sólo adoró tanto que su cordura fue quebrada en pedazos cuando repentinamente Athena decidió que descendería al mundo mortal para librar a los humanos de la amenaza de Hades.
Siempre ignorando los llamados de Pallas. Siempre bloqueando el cosmos de la pequeña diosa para evitar que su presencia la desconcentrara. Nunca dándole la cara al escucharla llorar por ella, su querida hermana.
A Sasha le quemaban esos recuerdos tan profundo que no supo cómo responder. Sabía que en ese pasado, ella había cometido un error imperdonable al combatir contra Pallas siendo que ésta era una diosa que no fue consagrada para la batalla, usando la presencia de Niké (la diosa de la victoria que ahora residía en su forma de cetro) para neutralizar a aquella que la amó más que su propio padre.
Después de su enfrentamiento contra Pallas hace muchos años, el espíritu de Athena no pudo dejar de llorar cada vez que pisaba los Campos Elíseos y la recordaba ofreciéndole coronas de flores. Las más bellas sobre los campos.
»Tus caballeros te aman, y tú a ellos, Athena —Psique no se detuvo—. Pero no nos engañemos, en el fondo no puedes evitar ser lo que eres: la diosa de la guerra. Puedes decir todos los discursos que quieras llamando al genocidio que has estado haciendo junto a Hades "Guerras Santas", el final nada cambiará. La terrible verdad es que a pesar de todos estos años no has decidido buscar otras formas de lidiar con el tío Hades porque prefieres reencarnarte en este mundo para seguir formando masacres sin fin. Eliminando a quien tengas que eliminar sin importarte realmente nada más.
»Podrás engañar a todos los humanos que besan el suelo por donde caminas, pero a mi jamás podrás decirme mentiras ni endulzarme el oído con tus discursos bonitos. Porque puedo ver a través de ti. Porque puedo leerte demasiado bien como para saber que le temes a la verdad. Esa que tus Santos no miran o no quieren mirar.
Athena no dijo nada en ese momento, no encontró nada que pudiese defenderla de las palabras afiladas de Psique.
»El deseo de seguir en guerra con todo el Olimpo corre por tus venas, dices que quieres paz en el mundo y aun así te niegas a buscar otras soluciones aparte de mandar almas inocentes a la profundidad del hades. Y eso hermanita —canturreó meciendo el dedo índice frente a la cara de la joven—, te convierte en una gran hipócrita.
ESTÁS LEYENDO
𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Romance『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...