Agasha gritó cuando el siguiente pinchazo que sintió fue en el pecho, justo sobre su corazón.
¿No se suponía que siendo un alma en los Campos Elíseos no podría ser dañada?
Se llevó la mano derecha, aún herida, sobre su pecho derecho en un inútil y doloroso intento de hacer que la sangre dejase de escapársele del cuerpo. Soltó un suspiro en completo estado de terror y pánico.
Estaba asustada.
¿Cómo le había pasado esto? ¿Por qué?
Cayó al piso, acostada bocarriba. ¿Acaso los muertos podían volver a morir? ¿Desaparecería?
Temerosa, Agasha miró borrosamente la constelación de Piscis y exhaló lento.
Inhaló lento. Exhaló lento, inhaló lento; exhaló muy lento...
...
Al aflojar todos sus agarres por la sorpresa que les ocasionó ver su momentánea misión perdida, Albafica se soltó y a pasos lentos fue hasta ella.
―¡Ni pienses en moverte un centímetro más! ―gritó Kardia jalando el cabello negro. Para su desconcierto, en vez de atacar, Albafica siguió caminando sin importarle que varios cabellos suyos se quedasen en la mano de su compañero.
El Santo de Escorpio vio con atención como esos cabellos entre sus dedos volvían a su color natural. Miró a Albafica, cuya cabellera seguía siendo negra. Dohko, Shion y Manigoldo vieron con seriedad cómo Albafica se acercaba a Regulus y la chica.
―Maldición. ―Regulus intentaba quitar la rosa del pecho de Agasha antes de que esta consumiese toda su sangre, pero no podía―. Maldición, maldición. ¿Por qué no sale? ―como si esa rosa infernal quisiera molestar, se negó a marcharse por más fuerza que el joven invirtió. Aunque la verdad era que no quería usar una fuerza más allá de la permisible para no hacerle más daño a Agasha, claro, si es que aún tenía esperanzas.
El chico soltó un respingo cuando vio a Albafica arrodillarse al lado de Agasha, sin decir una sola palabra, tomó del suelo la rosa roja que Regulus había encontrado momentos antes.
Silencioso y con una cara estoica, él la sostuvo entre sus manos por corto tiempo antes de girar su mirada a Agasha y vagar en otra época.
Oía caer la lluvia... veía a una niña corriendo tratando de ocultarse de ella. Luego se vio a sí mismo dándole su propia capa para cubrirla con ella.
Esa rosa roja... él se la había dado. ¿O no?
Lentamente su mirada se dirigió con calma a la rosa blanca a punto de teñirse de rojo.
«A-Aga-sha». Albafica parpadeó lento, poniendo la rosa encima del regazo de Agasha; ignorando la presencia de Regulus, se acomodó sin dejar su postura de rodillas y bajo la vista de todos, Albafica inhaló profundo.
Rápidamente Albafica perforó su propio corazón con su mano derecha.
―¿Pero qué...?
La sangre salía a cántaros, sin inmutarse ni decir nada. Albafica se inclinó para que dicha sangre cayese sobre el pecho de Agasha y fuese consumida por la rosa, la cual iba tiñéndose más y más de rojo. Como si algo le disgustase Albafica frunció levemente el ceño antes de volver insertar otro golpe a su pecho, otro y otro más.
Regulus y compañía esperaron sin interferir.
El cabello de Albafica no había regresado a su forma original, pero claramente algo de cordura debió a haber vuelto a él.
¿Acaso habría sido tarde?
Con atención Shion miró la rosa en el regazo de Agasha, siendo salpicada por la sangre de Albafica. Regresó su vista a su compañero, el cual dejó de golpearse a sí mismo para llevar su mano sanguinolenta a la rosa, para finalmente desprenderla.
Esta estaba completamente roja entre sus manos ensangrentadas.
Dohko se acercó cautelosamente.
―Niño ―le dijo a Albafica tomándole del hombro.
Lo hicieron sentarse encima de los escombros, a un lado de la muchacha, una vez ahí él les regresó la mirada, respirando entrecortadamente. Al querer abrir la boca para hablar, expulsó sangre.
Su mirada cristalina había vuelto; ahora había algo más que enfado irracional: un profundo arrepentimiento adjunta a una dolorosa sobriedad.
―Siempre lo supe... ―masculló sin una expresión en su rostro, más sin embargo sus ojos se notaban cada vez más llorosos, el dolor era palpable. Volvió a expulsar un poco más de sangre―. Mi lugar... no está con ella.
Antes de que cayese, Kardia lo tomó de la cabeza.
―Eso aún está por verse ―le dijo mientras veían cómo el cabello negro volvía lentamente a su color original―. ¿Y qué demonios sigue? Albafica se suicidó, ¿suicidarse es válido para ingresar a los Campos Elíseos?
―No estoy seguro ―dijo Shion, agachándose para ver si había algo que pudiesen hacer con las heridas de Agasha y Albafica.
―¿Y la chica ya estaba muerta? ¿Acaso la rosa ya le quitó la posibilidad de volver o qué demonios pasa?
Dohko y Manigoldo se cruzaron de brazos mientras Regulus suspiraba.
―No estoy seguro ―repitió Shion cada vez más convencido de que, como Orfeo, Albafica había fallado en su misión de ir por Agasha y traerla de regreso.
Y es que cualquiera podía ver y comprender por qué ninguna alma podría regresar a un cuerpo sin sangre ni mucho menos con un corazón hecho puré.
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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Romance『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...