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La Armadura de Elecea debía ser demasiado fuerte, pues luego del brutal golpe al pecho, producto de la embestida de la criatura, gorgona-caballo, Agasha salió disparada hacia la roca que anteriormente ella quería llegar, sin embargo, cuando impactó contra el suelo, sólo le dolió un poco la cabeza y el cuello. Fuera de eso, ella pudo pararse sin problemas del pequeño cráter que formó con su espalda, y que, por cierto, le advirtió que estaba a un centímetro de caer al aterrador mar, debido a que tuvo la suerte de aterrizar justo en una de las orillas.

De inmediato se alejó del peligro. Se acomodó el casco una vez estando de pie.

Viéndolo venir, la criatura de un magistral salto llegó hasta donde estaba ella dispuesta a atacarla otra vez. Para su suerte, Agasha pudo esquivarla lanzándose hacia el otro extremo de la roca. La joven florista con sus ojos no podía ver la rapidez de la criatura, pero sus instintos parecían estar en perfecta alerta. ¿O esa también sería la armadura?

Conectándose en la batalla que estaba sosteniendo, la joven trató de imitar una postura defensiva. Pero dado a que su conocimiento de batalla era poco más que nulo, sólo provocó que la criatura se echase a reír.

No puedo creer lo fácil que será esto —se burló con extrema malicia.

―¿Y tú quién eres? ―espetó Agasha levemente avergonzada―, ¡¿por qué me atacas?!

Mi nombre no es importante. Tengo hambre. Mucha sed. La sangre tibia me ayudará.

Esquivando a la criatura tanto como podía, Agasha dejó de pensar y decidió, en su última esquiva, encarrilarse hasta la siguiente roca lejos del mar sangriento. Gracias a Athena lo que le dijo Nyx fue verdad, la armadura parecía saber cuándo ella iba a efectuar un movimiento y la ayudaba para eso resultase lo mejor posible. Dio una voltereta en el piso antes de poder quedar arrodillada. La criatura la siguió sin nada de dificultad.

Agasha visualizó otra roca, impulsándose para allá. Al llegar, vio que la criatura había aterrizado al mismo tiempo que ella. Apenas pudo esquivar las patas de cabello que casi se incrustaron en su cabeza debido a que esa cosa era enorme. La roca en la que ambas estaban, fue débil ante el pisotón por lo que se empezó a desmoronar.

Agasha debía tener mucho cuidado.

Fue hasta otra roca y la escena se repitió, sólo que esta vez la joven pudo detectar que la criatura había querido empujarla al mar y sin embargo falló, lo que la hizo aterrizar en otra roca diferente a la de Agasha.

Al caer, la chica, comenzando a sentir la desesperación de saberse pronto atrapada, convocó el arma dada por Nyx. La alabarda tomó forma en sus manos y con una maestría que la chica sabía que no era del todo suya, la maniobró hasta quedar en una postura defensiva. O lo que ella sentía como postura defensiva pues jamás en su vida había sostenido un combate contra nadie.

Aferrada a su determinación por ganar, la chica apretó el arma.

Tenía que ser fuerte. Tenía que ser veloz. ¡Tenía que ganar!

«Ven aquí, maldita. Ven y te cortaré para el desayuno» juró viéndola fijamente. Y al parecer la criatura vio sus intenciones por lo que, sin perderse de vista mutuamente, ella saltó en una roca distinta a la que estaba Agasha, y luego en otra y luego en otra a modo que la florista no le fuese difícil saber qué estaba haciendo.

La criatura estaba rodeándola.

Aún con el miedo latente, Agasha no claudicó su postura y la siguió, cuando la criatura saltaba, ella la veía con atención tratando de predecir su próximo movimiento. Para su sorpresa y peor susto, la criatura al saltar lo hizo con tal ímpetu que la roca debajo de ella se vino abajo.

𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora