Enderezándose como una columna más del templo, Agasha tuvo que reconocer que era demasiado ingenua.
Podría decir todo lo que quisiera, pero ella no superaría tan fácilmente el amor que quemaba en su corazón por Albafica de Piscis. Menos en tan poco tiempo. En su interior, una Agasha mala se reía con euforia por tal mentira. Jamás podría olvidarlo, su rechazo le dolía, aun así, la joven se mantuvo firme. O lo más que pudo dada su actual postura.
Aunque... si tuviese que elegir, con toda la honestidad de la que era poseedora, Agasha prefería enfrentarse de nuevo a los guardianes del Círculo de la Violencia usando sólo un tenedor como arma, a tener que darle la cara a Albafica otra vez, sobre todo ahora que se supone que estaba muerta para todos; incluso él.
―¿Te hice una pregunta? ―espetó Albafica de Piscis acercándose, con la armadura puesta, el sonido que hacía al caminar le delataba.
Oh, oh.
Si hablaba se descubriría a sí misma, si no hablaba él la giraría y entonces se verían otra vez.
¿Y qué tal si él consideraba sus nuevos ojos como algo repulsivo? Es decir, a Agasha le encantaban, pero... ¿qué tal si a él le parecían de horror?
Chillando como un ratón, Agasha tembló ante una fuerte mano posándose sobre su hombro izquierdo.
―¿Quién eres? ―masculló él con un tono tan grave y tosco que Agasha sintió un retortijón en su vientre.
Ella estuvo tentada a lamerse los labios. Abrió la boca y balbuceó:
―Yo...
¡Huye!
De un rápido, nada planeado y ágil movimiento, Agasha se desprendió de la sábana y del agarre de Albafica sobre ella. Sin importarle que el Santo de la siguiente Casa la viese, corrió hasta la salida de Piscis donde esperaba un resguardo ante tal presión sobre su cabeza.
Una pena para ella, pues Albafica no pensaba dejar ir a alguien que se haya negado a identificarse.
Por la vestidura, Albafica dedujo que ella era una doncella, ¿pero por qué una doncella se cubriría así su cara? A menos que fuese una espía, ¿y salida de dónde? Él mismo acababa de ascender desde Aries y no había visto señales de que alguien viese a una doncella como ella. Además, el toque de queda de las doncellas de Athena era a las 8:00pm y actualmente deberían ser aproximadamente las 11:00pm.
Por otro lado, ¿qué era este pequeño cosmos que sentía provenir de ella? Era muy débil, pero algo en esa pequeña se le hizo... familiar. Su primer pensamiento respecto a eso le dejó frío ya que era algo completamente imposible. El segundo lo pensamiento lo puso en alerta, ¿sería una enemiga?
Albafica no estaba de humor para juegos. Así que, usando su inhumana velocidad, él logró alcanzar a la intrusa sin ninguna dificultad. En vez de golpearla o someterla en el piso, lanzó su propio cosmos a modo de ventisca para hacerla caer al piso de pecho.
Completamente atrapada y adolorida por el golpe, Agasha tuvo que admitir para sí misma que fue muy tonta al creer que podría dejarlo atrás sólo corriendo, porque apenas vio la salida cerca, sintió la ventisca del cosmos de Albafica golpeando sus piernas para detenerla en seco. Sus pechos resintieron ese golpe al igual que sus manos y rodillas, las cuales se rasparon.
Aguantando el dolor lo mejor que pudo Agasha se incorporó lento, quedando arrodillada con las manos sobre el piso, respirando agitada, con todo su cabello sobre su rostro como si fuese un alma en pena.
Auch.
Diablos, su mejilla derecha también había impactado contra el piso y encontrado un nuevo mejor amigo.
Para poner las cosas peor, ella oyó que los pasos de Albafica se detenían a pocos centímetros de ella por su espalda. No tuvo el coraje de levantar siquiera la mirada. Para variar, la luz de la luna atravesó los aposentos de Piscis hasta donde estaban ambos.
Ella completamente rendida a lo inevitable, él mirándola desde arriba con el ceño fruncido y un curioso deseo por recordar esa melena castaña en alguna doncella que haya visto antes. Albafica no encontró ninguna salvo a una joven de 22 años... pero esa muchacha no tenía el cabello lacio sino rizado.
Agasha temblaba fuertemente. Se sentía estúpida por haber pensado que podría ir al templo de Piscis y no ser descubierta. Jamás se habría imaginado que su estrategia de usar una sábana sería eludida tan pronto, aunque ahora que lo pensaba mejor, debió haber mantenido su trasero en el Santuario.
Porque claro, estaba hablando de querer engañar a un Santo Dorado. Qué tonta e impulsiva había sido.
Albafica miró a la chica; pequeña, delgada, cabello castaño y lacio hasta la cintura, toga blanca típica de las doncellas, pies descalzos y manos temblorosas.
―No te lo repetiré de nuevo: ¿quién eres y qué haces en mi templo?
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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Romance『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...