Si él volvía a sentir la suavidad de su cuerpo... sería capaz de tomarla ahí mismo.
—Quítate —le gruñó con furia.
—¡No!
Llenándose de fastidio, Albafica echó una vista por las ventanas de los lados pero ninguna iba a ser lo suficientemente grande para que él pudiese lanzarse por ella y no quedar en ridículo atorándose. Iba a considerar ir más rápido que ella hasta la puerta trasera... pero se le ocurrió algo mejor.
No quería tenerla corriendo detrás de él.
Soltando un rugido cual león, Albafica se fue a pasos agigantados para subir las escaleras e ir a la habitación de Agasha y hacer lo que debió haber hecho apenas despertó. Una caída desde esa altura no le haría ningún daño (menos si usaba su armadura), pero a ella en definitiva la mataría o de plano le rompería algunos huesos.
Si esa necia chica se empeñaba en seguirlo, entonces caería sola y se daría cuenta del error que cometía intentando quedarse con él.
No había otro modo de hacerla entender.
Además ya no quedaba tiempo, en pocos minutos... o segundos, el efecto del agua de los Campos Elíseos desaparecería y entonces Albafica tendría un nuevo rostro en sus pesadillas que lo perseguiría por siempre. Y esta vez sería peor porque este bello e inocente rostro él guardaba como un celoso secreto que no deseaba manchar con sangre.
—¡No! —exclamó Agasha corriendo con él.
Albafica bien pudo haber usado una velocidad mayor para despistarla, pero mantendría el plan.
¿Dejarlo o caer? Estaba a su elección.
No mientras. Sabes que quieres que te siga.
Furioso, de un golpe abrió la puerta de la alcoba de Agasha, fue hasta la ventana y una vez que la abrió se preparó para saltar. Acto que fue interrumpido cuando la sintió atraparlo por la espalda.
La oyó respirar agitada.
Demonios...
Su mente racional le dijo que la apartara de un golpe. Qué tomase sus manos y la hiciera soltarlo, pero aparentemente no podía evitar que uno de esos pequeños lapsus de estupidez en los que mandaba todo al infierno y hacía algo realmente imbécil, lo manipulase esta noche.
—No quieres entender...
—Es mi decisión —espetó ella aferrándose más—, no la suya.
Por supuesto que no, Albafica de Piscis no había sido concebido para elegir nada por su voluntad. Desde su postura como caballero hasta su segura muerte en la próxima Guerra Santa; todos y cada uno de sus pasos en esta vida ya estaban predichos y no había nada que él pudiese hacer para evitarlo, sólo seguir las reglas y rogar a los dioses porque una vez muerto tuviesen compasión de su alma.
Él cubrió las pequeñas manos con las suyas, sintiendo el aire acariciando su rostro y cabello. Bastó con un segundo que se perdió a sí mismo para que su propia armadura se desvaneciera en un resplandor.
Sus ojos se agrandaron por la sorpresa.
«¿Acaso tú... estás de acuerdo con esto?». Sabía que la armadura no le respondería. Jamás lo hacía y sin embargo Albafica sabía la respuesta a su pregunta.
No sabía qué le había dolido más. El abandono de su armadura o el sentir que el agarre de Agasha no había aflojado en ningún momento, cosa que hizo a su corazón dar un vuelco, despertando de ese sueño eterno al que él lo había sumergido con esfuerzo y dolor.
Emociones que él mismo se había obligado a ocultar resurgían con una fuerza titánica que le costaba creerlo.
Y todo por esta niña.
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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Storie d'amore『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...