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La chica alzó la mirada para ver la estructura.

Impresionante. A pesar de los notables cambios que ya se estaban visualizando, incluso con sólo el esqueleto de la vivienda, Agasha pudo ver en todo su antigua casa.

»¿Qué piensas acerca de tener que dejar de preocuparte por sacar y meter tus flores? —le había preguntado Shion, cuando fue a visitarla a los aposentos de la diosa Athena y le dejó a Agasha decidir si quería que él la ayudase a mejorar la estructura.

»¿Es posible? —ella se sorprendió en su momento, pero cuando Shion le enseñó algunos planos con las ideas que tenía, Agasha estuvo a dos segundos de pararse y aplaudir su talento.

Adiós a la tediosa labor de meter y sacar floreros y masetas.

Sonrió muy agradecida con los hombres que estaban apoyándola.

Suspirando, Agasha se levantó metiendo la toga verde que le habían regalado, adentro del costal donde había otros. A su lado estaba una botella rojiza y alargada la cual tomó y se la extendió al señor Shion cuando los Santos llegaron con ella.

―No estaba tan distraída ―les dijo con una sonrisa alegre―. Gracias por el esfuerzo.

―¡De nada! ―Kardia le arrebató la botella antes de que Shion pudiese tomarla.

Irritado, Manigoldo quien hasta el momento se había mantenido curiosamente callado y trabajando adentro de la casa para verificar el soporte de los castillos para que no hubiese fallos indeseados, entre otras cosas, se giró para perseguir a su colega o más bien a la botella que había secuestrado.

―¡¿A dónde demonios crees que vas?! ¡No es sólo para ti!

―¡Claro que sí!

Shion, Albafica, El Cid y Agasha suspiraron al mismo tiempo.

―Sabía que algo así pasaría así que intercambié las botellas ―al lado contrario de donde Agasha había sacado la botella robada, ella tomó otra que estaba oculta entre costales de prendas y una canasta de pan envuelto por una servilleta larga―. Aquí está el vino.

El Cid sonrió arrogante.

―No eres nada tonta ―elogió.

―Es sólo la experiencia ―desligó Agasha un poco nerviosa. No era común que el Santo de Capricornio alagase a alguien por algo.

―Gracias, Agasha ―dijo Shion―. ¿Te molestaría si evitamos darle a Kardia?

Riendo la chica negó con la cabeza.

―Tomando en cuenta que se acaba de llevar té de jengibre frío... no, no en lo absoluto.

―¿Té de jengibre? ―Albafica arqueó una ceja, ella apenada por su mirada le respondió:

―Me lo dio una vecina diciendo que si tomaba un vaso antes de dormir, adelgazaría más.

―¿Y no te advirtió que tal y como estás ahora, podrías desaparecer? ―cuestionó El Cid con una duda genuina, viendo que lo último que necesitaba Agasha era bajar más de peso.

Tomándose la duda con humor, Agasha negó con la cabeza.

―Está bien, además tiene otras propiedades nutrimentales que creo que le harán bien al señor Kardia.

―¿Alguna de ellas ayudará a que despierte sus neuronas? ―masculló Albafica.

―Dijo que el jugo tiene propiedades nutrimentales, no que haga milagros. ―El Cid puso los ojos en blanco.

Milagro, Agasha tuvo que contener su risa.

Considerando que el señor Albafica y ella estaban aún vivos y juntos, debía ser muestra clara y suficiente que tal cosa sí existía. Aunque no sabía si eso aplicaba también para el jugo de jengibre y el señor Kardia.

𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora