―Dale el agua ya —asqueada por tanta ternura, la diosa rodó los ojos.
―¿Qué?
―El agua del río Zoí. Te lo dio Nyx para él, ¿no es así?
―A-así es, pero...
―Dáselo ya. Él no va a soportar estar un segundo lejos de ti y lo último que quiero es un ser más miserable que yo a mi lado.
―Pe-pero...
Tanto Albafica como Agasha vieron asombrados cómo del peto de la armadura de la chica salía un frasco de metal rosado. Agasha lo tomó entre sus manos y se mantuvo pensativa.
Albafica quiso abrazarse a ella, pero se quedó estático en su sitio sin ser capaz de mover un solo dedo.
―¿Cuál es el truco?
―¿Truco?
―La última vez perdí mi alma y por poco lo pierdo a él ―endureció su mirada sobre la deidad―. Dime qué perderé esta vez y cómo evitarlo. Se lo suplico. Ya basta de juegos.
Perséfone rodó los ojos.
―Bien, bien. Por el momento sólo él deberá beber la mitad del frasco. Ya sabrás más adelante por qué. Una vez que el agua haya sido asimilada tú tendrás cargar con su alma hasta las afueras del Inframundo, donde tú tendrás que beber la otra mitad del frasco.
»Recuerda que debes de beber el agua sólo cuando hayas llegado a los límites del mundo infernal y el mundo humano. Y hasta entonces, también deberás evitar pronunciar su nombre.
―¿Qué pasaría si lo hago?
―El agua del río Zoí ofrece devolver la vida, pero dado a que tú serías su portadora, el alma de este humano estará a tu cuidado por lo que sólo reaccionará ante tu voz para alzarse con esa llama que le dará a su cuerpo terrenal otra oportunidad.
»En pocas palabras cuando llegue el momento llamarás a su espíritu, haciendo que éste viaje de regreso a su cuerpo original. Tu éxito dependerá de que lo logres y no lo liberes antes de tiempo. Mantén mis palabras en tu cabeza ―enfatizó―, esto sólo funcionará bien en el límite de este mundo y el humano, si lo haces aquí él vagará en el Inframundo para siempre. Si lo haces directamente en el mundo humano, correrás el riesgo de que su alma se pierda y entre en cualquier otro cuerpo vivo sin alma.
―¿Y hay muchos de esos?
―Más de los que yo quisiera ―dijo Perséfone entrecerrando sus bellos ojos.
Agasha miró a Albafica quien no entendió mucho de lo que hablaban así que exigió una explicación con la mirada.
―¿Tengo tiempo? ―le preguntó Agasha a Perséfone.
―Oh sí, claro. ¿Quieres que les traiga un poco de té mientras charlamos? ―la diosa era fan del sarcasmo, según Agasha notó.
―Sólo tenía que decir "no".
―Bien. No ―espetó enojada a la pregunta que Agasha hizo antes.
Queriendo arrancarse la cabeza, Agasha se agachó a la altura de Albafica y acarició su mejilla con su mano libre.
―¿Recuerdas a esas mujeres malas? ―Albafica asintió un poco nervioso por su mención―. Bueno, ellas no están aquí porque este es un plano diferente.
―El Inframundo. —Albafica ahora podría ser un niño, pero no era tonto. Ya se había dado cuenta de que este sitio no era precisamente el mundo humano.
―Así es. Para sacarte te pido que confíes en mí. Te juro que no te dejaré aquí.
Ella podía percibir la duda en los ojos de Albafica, sabía que por no conocerla bien no podía confiar en su palabra.
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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Romantik『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...