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―¿A qué te refieres con que ella debe liberar el alma de Albafica antes dé? ―preguntó Shion, todavía no perdiendo su fe en Agasha.

―Porque las Sdixx se caracterizan principalmente por no poseer sentimientos humanos. Según la leyenda, ellas sólo sienten lealtad a Nyx y sus mandatos. Y quién sabe lo que pueda ordenarle Nyx una vez que el procedimiento se haya completado.

―Yo no entiendo ―Regulus hizo una mueca pensativa―, si esas Sdixx son tan fuertes y las Brdixx alimentan el poder de Nyx, ¿por qué ella no ha ido por Érebo?

―Porque Érebo se lo pidió.

―¿Y por qué?

―No lo sé ―chasqueó la lengua―, es una historia tan antigua que mi madre me la contaba antes de mandarme a dormir. Sólo sé que desde que Érebo fue aprisionado, las Sdixx y Brdixx han desaparecido. La teoría reza que Érebo y Nyx necesitan estar juntos para mantener siquiera a una con existencia. Y dado a que esa chica se está acercando hasta la prisión de Érebo en el hades con una armadura dada por Nyx, supongo que la teoría bien podría ser cierta.

Shion miró a Agasha acabar con el último de los perros-demonio sin siquiera inmutarse por la sangre que salpicó su vestuario. ¿Qué quedaba de la chica que entró temerosa al Inframundo y luego con valor se había enfrentado a los guardianes del círculo superior?

¿Y qué pasaba con el alma de Albafica? ¿Seguiría latiendo en el interior de Agasha recordándole quién era ella? ¿O había callado? Era difícil decirlo desde esta posición.

―A eso le agregamos que el arma que Nyx extrajo de ella, está mutando.

―¿Acaso no eran habilidades del arma? ¿Y cómo que Nyx la extrajo de ella? ―preguntó Shion un poco preocupado.

―Esa arma no viene con la armadura. Mis ojos me dicen que Nyx hizo esa alabarda con el espíritu de Agasha... ¿saben por qué ella debe confiar en su arma para que no se rompa? ―preguntó sonriendo.

Nadie respondió, pero lo sabían. Si esa arma había salido del alma de Agasha eso quería decir que si ella desconfiaba de sí misma su espíritu se quebraría por completo. Su voluntad se perdería y posiblemente lo que predecía Eros se cumpliría.

―¿Saben qué es lo peor?

―¿Hay algo peor? ―musitó Dohko viendo a su amigo de Aries cerrar los ojos con fastidio e impotencia.

―En el pasado, las Sdixx usualmente se arrancaban la lengua cuando eran puestas en este plano del universo. Todo porque tienen un gran defecto de fábrica y es que no pueden mentir ni tampoco guardarse verdades.

―¿Y eso qué tiene de malo? ―desligó Manigoldo.

―Oh nada, pero sería terrible que aun estando en el Inframundo, no sé, alguien malintencionado o un demonio con hambre le preguntase a una Sdixx que lleva consigo un alma humana por el nombre de esta. ―Alzó los hombros―. Es sólo una suposición.

Agasha estaba descendiendo por unas escaleras a los pisos inferiores. Ya había arrasado con una gran cantidad de enemigos y no lucía agotada, a pesar de no usar el poder del cosmos, los cambios en su estilo de lucha y su ya nula duda, eran preocupantes.

―En definitiva, es una Sdixx a punto de nacer, comienzo a pensar que los movimientos estúpidos de mi esposa... quizás fueron planeados ―susurró Eros viendo junto a los Santos cómo Agasha de pronto caía de rodillas sosteniendo su alabarda con fuerza.

En la imagen, la chica (elevando un cada vez más fuerte cosmos) gritaba agónicamente mientras la armadura iba apoderándose más y más de su portadora, deteniéndose hasta el mentón. El rostro de ella fue lo único que permaneció sin cubrir pues sus piernas y brazos fueron tapados por completo.

El casco se transformó en una esfera de luz que se elevó a un metro de la cabeza de la chica y soltó un resplandor rojo mientras el cabello de Agasha se teñía de negro azulado empezando por las raíces hasta las puntas.

A su cabeza, se agregó una corona roja con forma torcida que simulaba una corona de espinas sin las mismas. Sólo 3 o 4 vueltas de un material desconocido que no parecía ser madera o metal.

De pronto, sobre aquella extraña armadura que ya más bien parecía ser una segunda piel oscura y gruesa, se hizo presente una larga toga transparente roja clara con adornos de oro sobre los hombros y por debajo de los pechos para ajustar la prenda sobre el cuerpo de Agasha.

Al final, la esfera de luz que había sido el casco, se dirigió al brazo derecho de Agasha transformándose en un brazalete rojo carmesí, más oscuro que el de la toga y la corona.

Hasta entonces, Agasha dejó de gritar. Ahora respiraba agitada y adolorida. Para cuando abrió los párpados, los ojos de la muchacha se mantenían con el mismo brillo místico que el de Nyx.

―He leído sobre esa porquería ―con asco, Eros señaló el brazalete con la mirada―. Nyx... ¿qué estás haciendo?

Eros quiso golpear su cabeza contra un muro, esa chica no sólo se estaba convirtiendo en una Sdixx, sino en una de las líderes.

Cuando buscó información, leyó que, en antaño y durante la Era de las Guerras entre Dioses, la orden de Nyx la conformaban 7 líderes Sdixx, cada una con un brazalete en su brazo de diferente color que muy por lo general dictaba el don en el que destacaban y por el cual eran seleccionadas para dirigir a otros cientos de guerreras. La única característica que se les dejaba portar al arrebatarles sus emociones, según había encontrado.

No sabía que tan cierta era esa información dado a que Nyx no hablaba al respecto. Zeus y los otros ancianos tampoco ayudaban en nada, quizás porque temían que volviese a levantarse un ejército parecido a aquel.

Eros había leído que los colores de los brazaletes eran importantes para saber cómo combatirlas. Verde (sabiduría), blanco (paciencia), azul (inteligencia), amarillo (piedad), plateado (lealtad), negro (templanza), rojo (destreza).

El rojo le preocupaba, porque se decía que la Sỹdixx que llevase ese color en particular, mientras más pelease y ganase, más y más de su humanidad perdería hasta el punto de ya no saber su propio nombre o sus valores iniciales. Terminaría convirtiéndose en una máquina que sólo viviría para cumplir las órdenes de su diosa, combatiendo por toda la eternidad, guiando el ejército de la oscuridad sobre el mundo.

Con Nyx y Érebo libres para arrasar con todos los que los lastimaron, toda amenaza creada por Hades o cualquiera de sus hermanos quedaría reducido a un simple juego de niños que ni Athena misma podría detener, aunque la vida se le fuese en ello.

Con Nyx y Érebo libres para arrasar con todos los que los lastimaron, toda amenaza creada por Hades o cualquiera de sus hermanos quedaría reducido a un simple juego de niños que ni Athena misma podría detener, aunque la vida se le fuese en ello

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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora