―¡Albafica! ―gritó Regulus tomando la rosa negra incrustada en la pierna de Agasha para sacarla cubierta de sangre.
Era una rosa piraña.
A más de uno se le había hecho extraño que dicha flor no destruyese por completo los huesos y la carne de Agasha dado a su poder destructivo del ataque, pero prontamente el Santo de Leo pensó que quizás eso se debía a que Albafica realmente estaba luchando contra la flecha de odio y por eso no estaba usando al máximo su cosmos dando como resultado esa herida mínima (dentro de lo que cabía), o eso Regulus quería pensar.
Albafica de Piscis, el hombre que al alcanzarlos su cabello ya estaba a la mitad de negro al igual que la flecha en su pecho, incrementó su cosmos con enfado por ver a Regulus protegiendo a la causante de su furia, una que crecía con cada segundo que pasaba.
Él, por ser la víctima de Eros, estaba reaccionando de una forma distinta a los otros debido a su encuentro directo con el dios. Albafica, a estas alturas no podía recordar las palabras de éste ni su intercambio de diálogos anteriores con la deidad. Así como no podía ver la flecha negra introduciéndose más y más en su carne y alma a diferencia del resto de sus colegas.
Lo único que Albafica de Piscis sabía ahora era que la vida de la mujer que Regulus de Leo se esmeraba en proteger le causaba tanto daño que no podía dejarla vivir, que si ella. Que había sido culpa de Agasha esta situación. Que de haberse alejado de él; como Albafica ya se lo había repetido una y otra vez, esto no estaría pasando.
Es culpa de ella.
¿Por qué carajos no se apartó de ti cuando se lo exigiste?
¡Esa niña tonta!
Fue su egoísmo.
Ella, como todos, sólo quería seducirte para luego exhibirte como un trofeo con sus estúpidas amigas.
Más y más pensamientos irracionales le cayeron como bloques de piedra sobre su cabeza, logrando que su determinación se inclinase por matarla. Al diablo los códigos, al diablo ese lado suyo que tanto ansiaba apartar a esa mujer de Regulus y atraerla a sí mismo.
Una mitad de él quería poseerla, atesorarla como un regalo divino. El otro lado más fuerte quería eliminarla para que todo volviese a la normalidad.
Se acabó el tiempo para pensar. Pronto llegaron otras molestias para intentar frenarlo.
Shion de Aries, como el resto, no pudo evitar sentir que el alma se le iba cuando vio la sangre cubriendo la sábana blanca.
―¡Regulus! —gritó preocupado—. ¡¿Cómo está Agasha?!
―¡Nada grave! ¡Fue la pierna!
―El próximo golpe será en su corazón ―juró Albafica tomando más rosas negras entre sus dedos, fijando muy bien su objetivo.
La flecha oscura se adentró un poco más en el corazón de Albafica, y el cabello de éste fue tiñéndose de negro con rapidez.
¿Qué hacer? ¿Cómo pararlo sin matarlo o herirlo?
¿Cómo hacerlo reaccionar?
Huir estaba siendo agotador y ya hace poco habían dejado atrás Rodorio para evitar a los curiosos.
Los Santos Dorados, en medio de un páramo boscoso, formaban un campo de protección enfrente en frente de Agasha y Regulus, a pesar de que casi todos sabían que el menor de los santos no era un debilucho.
Aunque sea como sea, todos se hallaron en el mismo dilema que nadie sabía cómo resolver: ¿qué hacer con Albafica?
«Este no es Albafica» meditó Dohko.
«Este hombre es sólo una malformación creada por el odio» entrecerrando sus ojos, Kardia preparó sus puños, sobre todo su alargada uña roja.
«No debemos permitir que le haga daño a Agasha y los condene a ambos» Shion pensó en la herida en la pierna de la muchacha y en su sentimiento de culpa por haber llevado a Agasha hasta el Santuario. No podía dejarlos.
«Sea como sea, sólo espero que esto termine rápido» Manigoldo formó una sonrisa torcida, «aunque admito que siempre quise golpear esa cara de niño bonito».
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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Storie d'amore『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...