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La chica por su parte se rio sin saber (o quizás lo olvidó) que, en medio de la persecución, tanto su casa como su negocio se habían hecho trizas. Las flores no habían sobrevivido y mejor no hablemos de sus objetos personales. Albafica apenas había logrado recuperar un par de cosas y dichos objetos habían sido dados a la señora Tábata pues él no quería nada que le recordase a Agasha aparte de los recuerdos que no podía arrancarse.

Fuera de ahí, los escombros apenas habían sido removidos y hasta el momento no había nadie que quisiera pagar por ese terreno dado a que Agasha no tenía familiares que pudiesen heredarlo.

Oh rayos.

―Eh, Agasha...

―Ahora que puedo bajar a Rodorio, me gustaría mostrarte la silla mecedora que compré hace una semana. Es muy linda y además vino con una mesa pequeña de regalo, ahí tengo algunos pergaminos que no he terminado de leer.

―Agasha...

―También pienso remodelar mi hogar, siento que lo he descuidado mucho y no estaría mal unos cuantos cambios. Digo, antes de volver a ser la Sỹdixx de la señora Nyx, no estaría mal que...

―Destruí tu casa.

Desconcertada por lo que acababa de oír, Agasha dejo de cacarear para mirarlo fijamente.

―¿Cómo dices? —dijo, parpadeando lento.

―Cuando Eros me lanzó su flecha de odio... digamos que no sólo... ―suspiró nervioso―. Destruí tu casa.

―¿Qué? ―la mirada de Agasha se perdió en el horizonte antes de llorar dramáticamente―. ¡Ay no, mi casa!

―¡E-espera! No fue intencional.

―¡Los recuerdos que tengo de mis padres! ¿Están hechos cenizas?

―¡Agasha, de verdad lo siento!

Albafica la atrajo en un fuerte abrazo sintiéndose muy mal por ella. Había hecho pedazos su hogar, ¿cómo podría tener su perdón?

―¡Lo siento, Agasha!

―¡Por supuesto que lo sentirás! ―Agasha se soltó para encararlo como ningún otro enemigo lo había hecho, con la frente en alto y con unas llamas intensas sobre sus ojos que harían temblar hasta al mismo Hades―. ¡Porque vas a ayudarme a reconstruir mi casa de arriba abajo!

―¿Toda la casa?

¿Toda la casa? ―remedó infantilmente―. ¡Por supuesto que sí! ¡¿Acaso crees que lo haré todo yo sola cuando aquí soy la damisela en apuros?!

Una risa socarrona resonó en la Casa de Piscis, al parecer Manigoldo y Kardia ya habían vuelto de darle a Sasha sus correspondientes reportes. El Santo de Escorpio iba riendo malévolamente ante lo que oía.

―¡Así que es cierto! ¡La florecita salió a la luz de nuevo! ―aplaudió con burla―. ¡¿Sabes lo que eso significa ahora, Albafica?! Tu tiempo de inmunidad y cuidados se te acabó, ¡ahora sentirás lo que yo sentí al tener que reparar la Casa de Acuario por tu culpa!

―Cierra la boca ―le espetó Albafica.

―¡¿Verdad que no es agradable pagar por tus estupideces?!

―¡Ya te mostraré...!

Manigoldo se rio, pero pronto todos pararon cuando Agasha convocó su lado Sỹdixx haciendo que el piso bajo sus pies comenzara a temblar. Cómicamente los Santos dieron unos pasos atrás.

¿Acaso no dijo Érebo que ella no podría convocar ese poder hasta caer la noche? Eso solo decía lo enfadada que estaba.

―¡Todos ustedes van a ayudarme a reconstruir mi casa!

Los iris en los ojos de Agasha se ennegrecieron por completo, incluso su cabello comenzaba a ennegrecerse también.

Para no saber mucho acerca del manejo del cosmos ni de tener anteriormente un entrenamiento apropiado o parecido, Agasha realmente asustaba con el poder que actualmente tenía. ¿Y se supone que ese era el poder diluido de una Sỹdixx en un débil cuerpo humano? Qué aterrador.

―¡Todos ustedes van a bajar mañana a primera hora a lo que sea que haya quedado de mi hogar! ¡Van a comenzar a reconstruir! ¡Y el que se oponga voy a castrarlo! ―dio un fuerte pisotón antes de irse con todo su malhumor de la casa de Piscis directo al Santuario.

La señorita Sasha no le había dicho nada al respecto de su casa; no esperaba que su Ilustrísima tampoco lo hiciera dado a que él no sabía de su existencia, sin embargo, eso no disminuía el enfado de Agasha.

El hogar que habían construido sus padres con el sudor de sus frentes: destruida.

De ninguna manera, no iba a perdonarles eso tan fácilmente.

»¡Agasha, de verdad lo siento! ―el enfado de Agasha bajó considerablemente. Ella tenía que admitir que jamás creyó que esas palabras saldrían de la boca de Albafica de Piscis.

Agasha sabía que él no había hecho nada de aquel desastre intencionalmente, la flecha negra del dios Eros era temible en todos los sentidos, sólo por eso iba a reconsiderar la idea de gritar más; sólo porque aceptaba sus disculpas.

El señor Kardia había querido molestar al señor Albafica y por eso le gritó también, ojalá no la hayan tomado como una histérica impertinente. Pero, aunque así fuese, nada los salvaría de reconstruir hasta el último ladrillo de su hogar.

 Pero, aunque así fuese, nada los salvaría de reconstruir hasta el último ladrillo de su hogar

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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora