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Zeus y compañía aún deseaban seguir burlándose a costa suya.

Agasha pensó eso cuando el dolor en su cuello fue sustituido dramáticamente por la sensación más inesperada de toda su vida.

Una parte suya quería abrir los ojos y comprobar por sí misma que se estaba volviendo loca. Otra se hallaba congelada y no parecía querer moverse por nada del mundo, y la última rogaba con todo su corazón que no estuviese soñando otra vez.

Había abierto los ojos cuando lo oyó bajar con cuidado, los cerró nuevamente al pensar que si el señor Albafica la encontraba observándolo se iría ipso facto, pero aparentemente seguía siendo muy estúpida o demasiado lista. Porque no sólo había hecho que él limpiase su lamentable, penoso y sucio rostro, sino que ahora mismo él se hallaba acariciando su boca con sus perfectos labios.

Tan suaves, tan firmes y fríos. Agasha se sintió avergonzada por su estado pobre y poco digno. También se moría de ganas abrir su boca y devorar la suya con fuerza, pero en vez de eso mantuvo la calma lo más que pudo.

Aunque su corazón la mandase al diablo y empezara a latir sin control.

Por su honor, Agasha debería apartarlo, darle una buena bofetada y pedirle que nunca más volviese a verla por su ofensa. Pero la pobre florista hace ya mucho tiempo que había perdido el honor; su corazón y la dignidad tampoco valían nada ante el anhelo que por fin veía realizado. Ella misma mató a su amor propio hace años, desde el primer momento en el que se vieron y se encontró a sí misma admirándolo desde las sombras, pidiendo a los dioses por su vida. Sonriendo como tonta, casi orgullosa, cada vez que algunos aldeanos hablaban de sus hazañas y poder.

Además, ¿qué puedes perder? ¿Dinero, juventud, dignidad?

Ya era una solterona a los ojos de todos; una fracasada que tenía que trabajar para mantenerse, y una mujer de la que muchas otras que se hallaban ya casadas debían preocuparse para que no sedujese a sus maridos.

Nada más que él importaba ahora.

Agasha había soñado tantas veces con esto y no le molestaría morir por conseguir un poco más. No tenía nada que perder si al menos lo intentaba, ¿verdad?

Después de todo él ya la evitaba como a una plaga.

Pero su toque le decía que él la evitaba por motivos distintos a los que ella daba por sentado. No había repudio en su roce ni odio en su fría piel; Agasha sintió su necesidad y decadencia. Su desesperación.

Abrió sus ojos incomoda por la postura, y vio con el corazón en la mano que el señor Albafica había cerrado los suyos, privándola de su brillo; moviendo su cabeza lentamente de un lado a otro para seguir friccionando sus bocas. Sonrojándose bastante, Agasha dudó un poco, pero aprovechando que él se encontraba concentrado en lo suyo, alzó las manos lentamente regodeándose por sentir su largo cabello azulado en el proceso hasta alcanzar sus mejillas.

Él se congeló al sentirla, más no se apartó.

Él se congeló al sentirla, más no se apartó

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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora