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―Así es —respondió—, Psique engañó a Athena y a sus Santos haciéndoles pensar que Nyx había robado el alma de la humana cuando en realidad pensaba en devolverla al amanecer.

—No es normal que Nyx tome un alma, así como así —meditó Perséfone.

—¿Y qué quieres que yo te diga? —alzó los hombros—. Yo no habito en su cabeza.

―Pero sí fuiste el idiota que terminó de contar la estúpida broma de tu esposa con tus flechitas —entrecerró sus ojos sobre él.

―Hey, yo también soy una víctima ―se defendió Eros―. Sabes lo buena que es mi esposa mintiendo.

―Vaya que sí —alzó las cejas—. ¿Y cuál es tu plan? Como sabrás, cuando un alma está aprisionada en el Bosque del Suicidio no hay escapatoria.

―La hay ―insistió Eros.

―Si me dices: "el amor lo puede todo", voy a hacerte sangrar —gruñó entrecerrando sus ojos sobre el dios.

―Aparte de eso ―resopló, sabía que esa frase ya era muy trillada, pero Eros odiaba que la gente, y más los dioses, desacreditasen el poder del amor―. Escucha, el alma de la mujer que tiene Nyx... ella lo ama. Quizás...

—Si tu plan es que ella sea enviada al hades por su hombre, eres un iluso. Además, es probable que esté herida en los Campos Elíseos, lo que por supuesto la hace inútil.

―Eso es imposible —se extrañó Eros—. ¿Cómo deduces eso?

―Es posible y lo sabes. Además, él ya se rindió... o eso veo —ambos miraron cómo las raíces envolvían más al santo. Perséfone no se dio cuenta de que Eros apretó la quijada—. El humano está perdido, entrega a Pisque a la ira de Nyx, y piensa que ya eres un dios soltero otra vez.

Ella se dio la vuelta, dispuesta a irse.

—¡Perséfone!

Por encima del hombro, Perséfone vio a Eros con pena, negando con la cabeza.

—¿Acaso no lo entiendes? —le dijo duramente—, ambos somos dioses; pero no hacemos milagros. Deja al humano, a tu esposa, y sálvate a ti mismo.

―No —espetó—. Escucha, hay una salida. Él creyó que había matado a la mujer por completo y en medio de la locura en la que lo metimos Psique y yo, Albafica de Piscis se suicidó porque aparentemente la amaba más de lo que creíamos —tragó saliva pesadamente—. Digamos que en gran parte es culpa mía que esté ahí.

—Entonces entrégate a Nyx en lugar de Psique, ¿para qué intentar mandar un alma pura al hades si todo pronóstico está en contra tuya? Además, un alma tan débil como la de esa chica será carnada para las bestias que moran en el inframundo. Ni tú puedes ser tan cruel y estúpido para mandarla ahí sabiendo eso —masculló con fastidio—. Incluso para un santo de Athena, la tarea que planeas imponerle a esa insignificante mortal es un suicidio —dijo la última palabra con cierta ironía.

Se giró con elegancia, y con su delgado, pálido y casi huesudo dedo índice, Perséfone señaló al vórtice rojo donde aún podían ver el alma de Albafica siendo cada vez más apresada por las raíces.

—Eso que ésta ahí, es culpa tuya y de Psique. Sé un dios, amárrate bien el cinturón y acepta el castigo que te toque por hacer tu voluntad sin pensar en las consecuencias —espetó Perséfone por lo bajo—. Ahora lárgate de mi vista —iba a girarse de nuevo hasta que oyó la voz de Eros otra vez.

―Si sólo fuese asunto mío lo haría, pero sabes bien cómo es Nyx, no se conformará conmigo. Y no puedo permitir que ella le haga daño a mi esposa.

𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora