Si tuviese su lengua, se relamería los labios. Esa toga transparente le daba una vista exquisita de lo hermosa que era su esposa. Desde sus anchas caderas, ese abultado trasero que en antaño gustaba de palmear cada vez que ella le daba la espalda (aún si estaba enojada y amenazando con despellejarlo), esa fina espalda que recordaba lamer mientras se empujaba en su interior.
Impulsado por el mismo deseo que lo orilló a besarla la primera vez cuando ambos entrenaban y aún se trataban como hermanos, Érebo materializó su cuerpo de nuevo. Aprovechándose de su forma incorpórea, se las arregló para emboscar a su esposa de espaldas. Afianzando sus caderas a las suyas. Pegando su rostro al cuello de Nyx, sintiendo su exótico cabello rozándole las mejillas. Pasando otra mano por debajo de sus generosos pechos, tomando el izquierdo.
Sin duda ella no se esperó encontrarlo ahí. Y aun si Nyx todavía estaba muy molesta como ofendida, entristecida por culpa suya, el cuerpo de la diosa supo instantáneamente quien estaba tocándola, pues un gemido traicionero salió de sus carnosos labios.
―¿Q-qué haces aquí?
Si algo le gustaba a Érebo era que Nyx estuviese tan receptiva a sus caricias que le fuese por completo imposible el intentar rechazarlo.
No dejó de amasar su seno izquierdo, es más, bajó su mano de sus caderas hasta meterla entre sus piernas, llevándose la delgada toga con él para acariciar a Nyx por encima de ella. Nyx llevó sus manos a su cabeza cuando Érebo comenzó a besar y lamer su cuello. Sin objeciones ella le dejó paso libre sin dejar de gemir la pregunta anterior.
―Di-dijiste que n-no volve-rías ―musitaba con los dientes apretados. Aún sobre la tela de la toga, Érebo había logrado introducir gran parte de sus dedos adentro de su intimidad.
―Jamás dije eso ―gruñó sobre su piel. Mordió suavemente sin dejar de estimular el pecaminoso cuerpo de Nyx.
Impaciente como siempre, ella misma hizo desaparecer su toga tal cual hizo con la toga que él llevaba. En un movimiento brusco, Nyx lo separó de ella pero no para votarlo a la basura, donde pertenecía sino para agarrar con fuerza su cabello, bajándolo hasta su rostro y rozar deliciosamente sus labios con los suyos.
―Tú y yo tenemos mucho de qué hablar ―le gruñó aún ofendida.
Nadie más que él podía entender cuando los ojos de Nyx reflejaban odio, tristeza o felicidad. Para nadie, sólo para él, esos ojos eran como libros abiertos.
Érebo la había herido tanto.
―Lo sé ―le respondió correspondiendo el primer beso que compartían en siglos.
Tenían tanto de qué hablar y una eternidad para hacerlo. Por ahora, Érebo sólo buscaba hacerle el amor a su diosa cómo sólo él podía hacerlo.
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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Romance『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...