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Perdida en sus pensamientos referentes al Santo, Agasha quiso gritar del dolor cuando salió por la puerta trasera y el sol atacó sus ojos haciéndole bajar la cabeza.

—Estúpido sol —masculló llevándose una mano a la cara para cubrirse.

Una vez que pudo tolerar los rayos de luz suspiró apoyándose en la puerta tras ella. Se pasó la mano no herida por el cabello suelto, maldiciendo esta vez a las pulsaciones de su cabeza y pensó en lo afortunadamente desgraciada que era su suerte. Porque si por un lado el Caballero de sus sueños había ido a su rescate... por otro ella terminó mostrándose como una mujer vulgar ante él cosa que refundía cualquier posibilidad de éxito en intentar seducirlo estrepitosamente hasta el infierno.

«No pude orinarle encima» se repitió en su mente, sonrojándose por la vergüenza ante la sola idea de que eso pudiese ser cierto, el miedo la llenó «debió haber bromeado».

Sí claro. Como Albafica de Piscis es bien conocido por sus hilarantes chistes.

«Agasha estúpida» se pasó una mano por la cara, mientras se acercaba al tendedero.

¿Acaso él estaría viéndola desde la ventana? Ojalá no. Aunque por otro lado, la última vez que lo vio estaba bebiendo agua.

Tallándose los ojos, Agasha quiso (de nuevo) que Zeus le lanzase un rayo. ¿Cómo pudo haberse avergonzado a sí misma de ese modo? Ella nunca se excedía así... al menos no estando fuera de su casa. Y de todas formas, ¿cómo ella iba a saber que el señor Albafica iba a ser quien la encontrase precisamente en esas condiciones? Bien pudo haberle pasado con alguien más.

«Sí, claro. Tú no tienes tanta suerte» giró sus ojos con desacuerdo. Si el señor Albafica no se hubiese compadecido de su pobre trasero, sin duda ya estaría muerta.

Además... le debía una botella a Timón.

«Ese hombre me hará quitarle la deuda» se regañó haciendo una mueca, cerrando los ojos y alzando la vista al cielo sólo para arrepentirse cuando este se empeñó en hacerla andar con la cabeza agachada aun si la luz no hacía contacto directo.

Incluso mover una sola pierna era agobiante y debía tener mucho cuidado con su mano derecha, la cual le estaba punzando, y tal vez estaba sangrando. Agasha continuó caminando hasta que llegó a donde pudo ver la ropa de él y la suya también, ondeando por el viento.

Se sintió tonta sonriendo al ver eso, pero por primera vez en mucho tiempo veía ropa de un hombre junto a la suya, aunque el señor Albafica no sea nada suyo y su padre prácticamente le riñese cada vez que era su turno de lavar y lo terminaba haciendo mal lo que a veces le atraía discusiones con él.

Esta imagen a Agasha le traía una bella sensación.

Debes estar muy solitaria para alégrate por algo así.

No. Agasha se sentía bien como estaba, y no iba a humillarse más. Por mucho que el señor Albafica le gustase, entendía bien que su destino de él era el dar el 100% en las batallas defendiendo a su diosa Athena y al mundo. Incluso morir si era necesario.

A Agasha le dolía tener conciencia de ello y no poder hacer nada, pero ya no era una niña inmadura como para no comprender que él había elegido el camino de un guerrero por voluntad propia y ella tenía que respetar su decisión. Apoyándolo desde lejos y orando a los dioses siempre por su bienestar.

Menos mal que estaba dándole la espalda a la ventana o de lo contrario quien sabe qué cara podría estar viendo el señor Albafica si es que estaba viéndola desde su posición en la barra de la cocina.

Oh, dioses. Ella era patética.

Por más impotencia que sintiese al saber que algún día nada de eso serviría ante un enemigo que pudiese hacerle daño o incluso matarlo, Agasha ya vivía en la resignación.

𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora