―¿Sabes? No sé si compadecerte por casi haber perdido a la florecita, o por haberla recuperado ―se quejaba Kardia de Escorpio mientras reconstruía, junto a Albafica, los castillos de madera gruesa que servirían como soporte para la nueva casa.
Sorprendentemente no sólo Manigoldo accedió a unírseles en la obra de construcción, El Cid, Regulus y Shion también se unieron a la causa. Los demás Santos Dorados por su lado, cumplían sus deberes protegiendo las Casas del Zodiaco, a excepción de Sisyphus y Dohko, quienes habían salido a diversas partes del mundo a cumplir sus propias misiones encomendadas.
El Santo de Sagitario al ver a Agasha simplemente sonrió y le dio una corta bienvenida, el de Libra le sonrió ampliamente y la tomó del hombro siendo más ameno que la última vez que se vieron.
Shion y el resto se sorprendieron tanto como Albafica de volverla a ver.
Agasha habló con Sasha respecto a lo que le dijo Érebo antes de irse con Nyx a los Campos Elíseos a lo que la divinidad asintió y declaró que una vez que esos dos hayan terminado sus asuntos, ella misma hablaría con las deidades.
Mientras tanto, se hizo una llamada de caridad en el pueblo a quienes quisieran ayudar a la reconstrucción de la casa de la florista.
Sin que nadie lo viese venir, Regulus levantó la mano en un segundo siendo secundado por Shion; quién se ofreció a hacer los planos de la nueva vivienda. Manigoldo, Kardia (lo hizo refunfuñando), Albafica y El Cid también se ofrecieron.
Pasó un día entero antes de que Sasha diese la orden de comenzar el trabajo, eso debido a que aún había cosas de rutina qué los voluntarios debían efectuar. Tortuosas 24 horas en los que Agasha evitó a Albafica, escondiéndose en el Santuario.
Él lo atribuyó a que ella seguía molesta por el asunto de su casa, cosa el santo comprendió y respetó. La realidad era que ella se ocultaba de Albafica porque sabía que, si volvía a verlo a los ojos estando solos, iban a mandar al diablo su casa y no saldrían de Piscis hasta que alguien fuese despachado a los aposentos del templo para ver si ellos aún seguían con vida.
Fue muy largo y difícil la espera, pero finalmente comenzaron las reparaciones. Muy pronto, en la mañana, Albafica y Agasha pudieron verse a las caras. Obvio, con todos los demás involucrados acompañándolos hasta Rodorio, por lo que no pudieron hablar.
El señor Kardia había estado quejándose todo el camino siendo callado por Manigoldo de Cáncer. Regulus se había ido caminando junto a Agasha para darle detalles de sus invenciones con respecto al desastre apocalíptico que atacó el pueblo.
La versión oficial fue que un extraño quiso perpetuar el Santuario aprovechando que dos Santos Dorados (negó difundir nombres) habían tenido ciertas diferencias entre ellos, "todo planeado" por el intruso. El punto es que lograron detenerlo pero el muy infame fue escurridizo como una rata y huyó tomando a un rehén: Agasha, quien (usando la excusa de Shion) había sido llamada al Santuario para dar cuentas por las flores no entregadas a la diosa Athena y su Ilustrísima.
Tener de su parte a la señora Tábata y sus hijos fue de mucha ayuda ya que las versiones de la mujer y los niños terminaron por poner punto y final a la enorme mentira. Regulus y otros Santos fueron tras el sospechoso, Albafica resultó muy herido debido a un ataque sorpresa, y una vez el que Santo de Leo pudo poner a la rehén a salvo, el resto de Santos se hizo cargo del intruso.
Menos mal que todos habían corrido por sus vidas y nadie pudo darse cuenta de que el causante de todo había sido Albafica (poseído por el odio).
Todo quedó así.
El tema de la casa destruida de Agasha fue aclarado cuando mencionaron que el intruso intentaba recuperar a su rehén, persiguiendo a Regulus y Agasha hasta la casa de ella. Fue entonces que el Santo de Leo se disculpó con Agasha por haber sido parcialmente responsable de los añicos que antes fueron su morada, a lo que la muchacha no pudo resistirse, viendo la carita angelical del jovencito.
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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Romance『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...