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Albafica y Shion no cupieron en asombro cuando el ave de humo oscuro escapó, saliendo desde el pecho de Agasha con una esfera que resplandecía azul de su pico.

―¡Agasha! ―apresurado y sin dudar, Albafica alcanzó el cuerpo de la chica antes de que este cayese al piso.

Sus ojos verdes estaban abiertos; opacos y vacíos. Y su pálida piel, fría como el hielo.

Asustado como nunca en su vida, el Santo deslizó sus dedos por encima del interior de la muñeca izquierda de la chica donde no percibió ningún latido. Incapaz de aceptarlo, buscó con más ahínco en la yugular; pero tampoco había nada no había nada.

«No es posible», simplemente no lo podía creer. ¿Qué había pasado? ¡¿Cómo?!

Llamando su atención y gritando como un fénix al alzar en vuelo, el pájaro de pronto se detuvo posándose sobre algo invisible pero firme, como si ahí hubiese un sitio sólido que ellos no veían ni percibían. Prontamente, ese respaldo tomó la forma del delgado brazo izquierdo de la poderosa y hermosa diosa Psique.

Galante y orgullosa, la diosa pelirroja los veía con una sonrisa que advertía sólo su victoria.

―No puede ser ―masculló Shion asombrándose por el hecho de que la diosa pudiese ingresar al Santuario sin pasar por las otras casas. Se dice que sólo una vez el dios Hades pudo hacer tal cosa, y eso fue cuando Athena y él se enfrentaron cara a cara luego de perder a casi todo su ejército cada uno.

―Hola ―canturreó ella bajando grácilmente. Sus delicados pies no tocaron el suelo, sólo se mantuvieron elevados muy por encima de este.

―¡Psique! ―gritó Albafica sosteniendo a Agasha―. ¡¿Qué fue lo que le hiciste?!

Haciendo una pequeña y casi infantil mueca de irritación, Psique alzó la mano derecha recibiendo del ave la esfera azul, antes de que los otros Santos Dorados percibiesen su presencia y fuesen a su encuentro. Al verla Kardia silbó.

―Nunca había visto a un enemigo tan sexy.

―Gracias ―Psique le guiñó el ojo―. Albafica, creo que tu colega —miró a Shion—, ya sabe qué es esto.

El pájaro se empequeñeció luego de darle a la diosa la esfera azul y se sentó en su hombro desnudo.

―Es el alma de Agasha, ¿no es así? ―adivinó Shion.

―¿Su alma? ―masculló Albafica viendo atentamente la esfera.

―Así es.

Pronto, el golpe del báculo de la mismísima Athena rezumbó en el piso. Más de uno se asombró de verla tan molesta siendo que la joven Sasha era un alma pacífica.

―¿Qué significa esto, Psique? ―demandó la diosa Sasha con enfado. Su Ilustrísima iba con ella.

Sin temerle, Psique rodó los ojos.

―Ya te lo dije, querida. La Diosa Nyx quiere jugar, pero no al típico juego del gato y el ratón al que tú y los tuyos están acostumbrados. No, no ―divirtiéndose, la diosa pelirroja negó con la cabeza―. Como sabes, mi querida Athena, nada en esta vida es gratis. Nadie mejor que yo sabe eso ―declaró con acidez, recordando su vida como mortal. Llevó la esfera hacia su rostro donde casi la besó pero no la tocó.

Al mismo tiempo, Athena, su Ilustrísima y Albafica cayeron en cuenta de lo que Psique decía.

―Un alma humana insignificante... —siendo tan sensual como en la antigüedad, Psique mantuvo la esfera cerca de su cara pero sus ojos plateados se dirigieron hacia Athena—, por un deseo cumplido gracias a la sagrada agua quieta del lago Elefthería. Es un trato más que justo, ¿no les parece?

𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora