Controlando los latidos de su corazón como mejor que pudo, Agasha tragó saliva. Inhaló profundo sabiendo que Albafica se había puesto frente a ella, finalmente decidió dejar de huir y temer.
No era tan cobarde ni tan tonta como para intentar correr de nuevo.
Ruborizada como nerviosa, cerró los puños sobre su regazo y los párpados, debido a aquel miedo irracional que ella tenía por las ideas contrariadas sobre dejarlo contemplar sus ojos. No quería que lo primero que ella viese de Albafica fuese una mueca horrorizada o asqueada por esa nueva apariencia.
Acumulando su valor, lentamente fue alzando la cabeza para permitirle a Albafica verle la cara.
―Sinceramente ―susurró la chica con temor―, no lo sé. ―Apretó con fuerza los párpados, no quería saber qué cara estaba poniendo al mirarla.
¿La consideraría una traidora? ¿Una infame por haberle hecho pensar que estaba muerta? ¿Le provocaría algo verla viva? No eran nada, fueron amantes una noche y eso fue todo, luego él quiso apartarla de su vida.
Él no tenía motivos para enojarse ni para alegrarse de que estuviese viva, ¿o sí?
Apretando más las uñas sobre sus palmas, Agasha tragó saliva ante la sensación de unos fríos dedos delineando su nariz, pasando por los pómulos, dibujando líneas imaginarias sobre sus mejillas y acabando por toquetear sus labios.
Un susto enorme la asaltó cuando oyó la armadura haciendo un fuerte sonido ante las rodillas de Albafica cayendo al piso.
―¿A... Agasha?
Ladeando el rostro, Agasha trató de apartarse de él, pero una segunda mano se afianzó a su cara impidiéndole escapar de él.
―No puede... ―susurraba en un tono de voz que ella desconoció.
Él acariciaba su rostro sin poder creerlo. Agasha dejó que el calor inundase sus mejillas, coloreándolas aún más de rojo carmesí.
―Señor Albafica... yo...
Un fuerte estruendo hizo que ambos se separaran.
Agasha (aun en cuerpo humano) se levantó al igual que Albafica y se dispuso a pelear con todo lo que tuviese a la mano... básicamente nada, pero pronto ambos bajaron la guardia cuando vieron a Nyx sollozando.
O al menos, Agasha supo que era ella y no quería que Albafica pensase que era una enemiga. Así que se apresuró al encuentro con la diosa, sin embargo, detuvo sus pies en seco al verla bien y darse cuenta que la diosa en serio no conocía el pudor.
―¡Se-señora Nyx! ―exclamó sonrojada. Escandalizada.
Nyx estaba desnuda de sus grandes senos y apenas cubierta por la falda de la toga transparente que se afianzaba pobremente de la ancha cintura. Lucía muy agitada pero no tan enfadada como Agasha la imaginaba.
―¡Mi esposo me dijo lo que había hecho! ―exclamó dolorida―. ¡No puedo creerlo! ¡Y en medio del sexo! ¡Ya se me hacía raro que quisiera complacerme tanto! ―apretó sus manos con enojo―, no puede ser. Y tan feliz que estaba por tenerte, ¡Agasha!
Dando unos pasos atrás, Agasha trató de eludir el abrazo asfixiante de Nyx, pero fue imposible. La diosa la atrapó. Agasha intentó no sentirse incómoda por el sudor que sentía provenir de la piel de su diosa... pero como con lo del abrazo, fue una tarea inútil. Sobre todo, cuando pensó en lo que Érebo y ella pudieron haber estado haciendo en estos cuatro días.
―¡Agasha! ¡Mi niña! ―lloriqueó dramáticamente, alzándola y meciéndola de un lado a otro como si le hablase a su cachorro.
Pronto, Érebo, apenas cubierto con una toga similar a la que Agasha le vio en el Inframundo, separó a ambas y tomó el brazo de Nyx.
―Deja de temer ―le dijo apresurado a Agasha―. Tus ojos lucen así porque eres una Sỹdixx con cuerpo humano, una vez que tu alma se acostumbre eso sólo pasará cuando caiga el sol así que deja de darle vueltas al asunto. Tus ojos volverán a ser normales.
―¡Érebo! ―gritó Nyx indignada, pero sin intentar zafarse de él.
―Tú calla ―le espetó a su esposa y luego regresó su mirada a Agasha―. Una vez que mueras tu alma regresará a nosotros, podrás vivir hasta ser una anciana sin preocuparte por la luz del sol. Mientras vivas en piel humana no hay necesidad de temerle al marica de Apolo.
―Érebo ―gruñó Nyx.
―Y si deseas tener hijos tampoco es un dilema, el poder de una Sỹdixx se concentra en su alma no en sus genes, así que puedes aparearte como un conejo sin problemas. ¿Qué más?
―¡No! —gritó Nyx muy enfadada—, ¡yo vine a llevarme a mi niña conmigo!
Antes de que Nyx se abalanzara sobre Agasha de nuevo, Érebo la abrazó por la espalda, conteniendo la fuerza de su esposa.
―¡Suéltame!
―Por otro lado, te aviso que como con lo de tus ojos, el poder de Sỹdixx en tu interior sólo podrás usarlo por un límite de tiempo cuando caiga el sol mientras seas una humana. Bajo la luz, no podrás hacer nada que no haría una débil mortal... ¡recuerda eso antes de lanzarte de cabeza en un risco!
―¡¿Qué un risco?! ¡¿Agasha pensabas lanzarte por un risco?!
―¡No, mujer! ―gritó Érebo conteniéndola―. ¡Fue una expresión!
―¡Tú y tus estupideces!
Poniendo los ojos en blanco, Érebo se llevó a Nyx consigo a quién sabe dónde. Los dos desaparecieron en una nube oscura.
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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Romance『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...