Fastidiado hasta la médula, Manigoldo estaba a punto de convocar todo su poder y hacer que Albafica mordiese el polvo. Al pararse del suelo después del último golpe que lo mandó lejos, el Santo de Cáncer no llegó a ver a Shion uniéndosele violentamente para tirarlo de nuevo.
Los dos cayeron uno sobre otro.
―¡Quítate de encima! —exclamó Manigoldo apartado a Shion—. Ese hijo de...
―No es él ―le recordó Shion parándose junto al Santo de Cáncer.
Ambos estaban viendo a Albafica pelear cuerpo a cuerpo contra Kardia, El Cid y Dohko, los cuales estaban conteniendo su poder para no hacerle daño real a Albafica.
―Es esa flecha.
―Sí, sí, por esa porquería estoy siendo herido sin la posibilidad de regresarle los golpes como debería ―masculló Manigoldo enojado―. Pero una vez que recupere la cabeza, voy a romperle su hermosa nariz.
Dohko pudo encertarle un buen puñetazo a Albafica en su cara, lo que lo mandó lejos de ellos por unos momentos.
Kardia suspiró con pesadez.
―¡No podemos seguir así, es como si esa cosa en su pecho le diese energía extra!
Como dijo Eros. El odio y el amor eran poderosos por sí solos. Era increíble pensar que ellos cinco estaban enfrentando todo el odio del que Albafica era capaz de obtener.
―A él no le preocupará matarnos... y repelerlo no funciona, siempre vuelve ―meditó Dohko.
―Hay que buscar otro modo ―susurró El Cid.
Como si una iluminación se encendiese en la cabeza de Kardia, este alegó al ver a Albafica resurgiendo entre los escombros de árboles.
―Oye, tú.
―Eh, Kardia... ¿qué haces? ―susurró Dohko no tan seguro de cualquier plan ideado por el Santo de Escorpio. Sea cual sea, no debía ser bueno.
―Sí, tú, imbécil. Dime una cosa antes de seguirnos machacando ―prosiguió Kardia ignorando a su colega de Libra―. ¿Por qué quieres matar a alguien que básicamente ya está muerta? ¿Eh?
Manteniendo una mirada fría, Albafica detuvo sus pasos. El resto arqueó una ceja ante tal detalle.
Cierto... si Agasha ya estaba muerta, ¿cuál era el afán de Albafica por rematarla? Su alma no estaba ahí.
―Responde ―lo retó Kardia con una sonrisa ladina.
Nadie esperaba que Albafica riese de una forma tan macabra. Kardia lo miró irritado.
―¿De qué mierda te estás riendo, estúpido?
―Me río porque crees que ella está completamente muerta ―dijo, miró hacia la dirección que había tomado Regulus con ella.
Al no tener a nadie lo suficientemente cerca para que lo retuviese, Albafica se adentró entre los árboles para seguir el camino que la sangre del pie de Agasha había dejado entre las hojas. De alguna forma él podía olerlo.
Parcialmente gracias a la flecha que Eros le había lanzado, no sólo su cosmos había adquirido más fuerza, sino que sus instintos se habían agudizado hasta tal grado de saber por dónde se habían ido sus presas sin la necesidad de verlos. Como si fuese un animal, rastreó a su próximo objetivo.
―Sin duda se volvió loco ―espetó Manigoldo, harto de perseguirlo—. ¿En serio vamos a estar así toda la tarde?
A nadie le agradaba jugar al gato y al ratón, menos con un compañero, pero la vida de una inocente aparentemente seguía en juego por lo que no podían sencillamente ignorar la situación.
―No hay más que decir, sigámoslo ―El Cid alzó los hombros.
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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】
Storie d'amore『Albafica x Agasha』"Тәи мμсно сμіժαժо сои ӏоѕ оճѕәԛμіоѕ ժә ӏоѕ ժіоѕәѕ". No hay Santo que no conozca bien esa advertencia. Sin embargo, cuando llega el momento de debilidad adecuado, hasta el más sensato de los hombres puede ser tentado y engañado. ...