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―¿Qué es este sitio?

―Este es uno de los más terribles círculos del Infierno, gracias a Nyx pudiste llegar hasta aquí sin pasar por el resto del camino anterior, pero te informo que el regreso no será tal sencillo de cruzar. ―Luego explicó el objetivo del sitio―: Todos los condenados aquí pecaron de violencia. Contra otros, contra los dioses, o contra sí mismos. Por lo que esta zona horrible se divide en tres partes.

―¿Y eso qué es?

Señaló el mar rojizo que hervía a sus millones de víctimas, y cada vez del cielo negro con nubes rojas, caían más y más personas a él.

―El Mar de Sangre hirviendo. Esos que gritan son aquellos que en vida se bañaron en ella sin temor. No sientas pena por su dolor, sólo son escoria. Genocidas. Los peores asesinos y unos cuantos ladrones y traidores que no hicieron más en sus vidas que joder las de los otros sin motivo. Mataron indiscriminadamente; y por eso este es su castigo. Aquí se ahogan con la sangre que derramaron sin clemencia y sin arrepentimientos. Por toda la eternidad.

Tratando de hacer oídos sordos a la fría explicación de Perséfone y los aullidos que oía a lo lejos, Agasha hizo la pregunta cuya respuesta ansiaba.

―¿Dónde está el señor Albafica?

―En el Bosque de los Suicidios.

―¿Y eso dónde está? ―afectada al oír eso, miró a su alrededor pero no vio más que mar rojo y gente quemándose en él.

―Más allá de las Arenas Violentas ―informó como si eso significase algo para Agasha, quien estuvo tentada a poner los ojos en blanco―. Atraviesa el mar y las verás; atraviesa las arenas y encontrarás el bosque. Pero ten cuidado, los condenados por estos tres rumbos tienen una tendencia muy peculiar que es la de tratar de confundir y/o arrastrar consigo a los que buscan salvar a una sola alma.

Luego se desvaneció.

―¿Sabe? Antes de irse pudo haberme señalado con el dedo la dirección que debo tomar ―masculló Agasha sobándose la nariz ante el repulsivo aroma que inundaba su nariz. Para su sorpresa notó que la armadura era suave para ella cuando se tocaba la cara con los dedos.

Nyx dijo que debía confiar en ella y en su protección.

«¡Máximo esfuerzo!» se intentó animar.

Miró por todos lados tratando de discernir qué camino tomar y cómo evitar caer en el mar. No quería averiguar si cayendo ahí podría volver a salir, y dado a lo mucho que gritaban allá abajo, Agasha no estaba dispuesta poner su suerte a prueba.

―Vamos a ver, ¿cómo lo haremos? ―masculló pensativa.

Miró su armadura nueva, no en el sentido literal ya que debía ser un hecho que la armadura debía de ser más vieja que todos sus antepasados. Agasha se imaginó que, si ésta le había ayudado a no quebrarse en pedazos al caer desde los Campos Elíseos hasta aquí, debería tener mucha fuerza en ellos para saltar de roca en roca.

¿Pero podría hacerlo? Su puntería era mala y más en situaciones de presión como esta, Agasha aún recordaba que cuando era niña intentó saltar de roca en roca en un río, sólo consiguió resbalar y llevarse un buen golpe en el trasero y la nuca.

No. No.

«Recuerda lo que dijo Nyx» se dijo con fuerza. Confiar en su armadura y en sí misma era primordial para sobrevivir―. Confía, confía... ―mascullaba dándose valor para saltar en la roca que estaba aproximadamente a 20 metros lejos de ella.

Entonces oyó una risa burlona que nada tenía que ver con la voz melodiosa de la diosa Perséfone.

―¿Quién es? ―se giró con altanería y una confianza, que por cierto, no sentía.

Sin embargo, al ver una criatura femenina mitad Gorgona (parte de arriba) mitad caballo (parte de abajo), con cuernos de chivo en la cabeza, garras grandes en sus enormes manos y con colmillos puntiagudos que hasta un tiburón envidiaría, todo su valor descendió tan rápido como si la gravedad lo hubiese alcanzado, haciéndolo caer estrepitosamente al piso.

Agasha contuvo el aliento al tener que ver hacia arriba a la criatura que le sonreía con una siniestra sonrisa dejándole ver más de sus dientes puntiagudos; su escama verde en la parte superior y el pelaje café en el lomo y patas.

Sin duda esto iba a dolerle. Pintaba perfecto para dejarle marcas permanentes.

Claro, si es que sobrevivía.

Juguete nuevo ―bisbiseó cual serpiente―, sangre fresca.

Entonces la repulsiva criatura se lanzó contra Agasha.

Entonces la repulsiva criatura se lanzó contra Agasha

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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora