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En los divinos Campos Elíseos, una figura alta, delicada y curvilínea se encontraba acostada sobre las maravillosas flores cerca de un gran manantial que resplandecía de color azul.

Ella es la gran diosa primordial Nyx, y es tan hermosa como poderosa. Ella mantenía los ojos cerrados y parecía estar navegando en un buen sueño. Cualquier idiota pensaría que ella de verdad dormía, pero no, estaba entretenida viendo a través del Caballero de Piscis, Albafica, a la joven que lo admiraba con un amor tan vivaz en sus ojos que la diosa sonrió como si leyese una novela romántica de su gusto.

Había humanos desagradables, y luego estaban los humanos como esa joven.

—¿Todo bien, señora Nyx?

La voz de Psique la hizo abrir sus impresionantes ojos negros con brillantes chispas azules; daba la impresión de que el cielo nocturno que se veía desde la Tierra vivía en sus ojos. Su cabello inmensamente largo de color negro azabache se movía solo como si este fuese de humo, era tan hipnótico e impresionante.

Aun acostada Nyx la miró.

Su piel tan oscura como su alma era exótica, bella y suave. Su larga toga azul cobalto transparente dejaba ver sus generosos senos, su cintura pequeña y caderas anchas. Aun así su semblante era acorde a su nombre, solemne y quieta, siempre expectante y lista para arrancarle la cabeza a cualquiera que la insultase, fuese un dios o no.

—¿Qué quieres, Psique? —masculló con su melodiosa voz. La diosa pelirroja sonrió afable demostrando respeto.

—Nada malo, sólo deseaba saber si se entretenía con el caballero y su mujer.

Nyx hizo un gesto aprobatorio, pero un tanto despectivo.

—Tardan demasiado para ser ya unos adultos —dijo alzando sus largos dedos para moverlos y formar una aura oscura con su cosmos la cual tardó en desvanecerse en el aire—. Él la desea y ella a él. ¿Qué les detiene? Si fuese yo no lo pensaría tanto para seducir a ese hombre.

Psique se rio sentándose junto a la diosa primordial con una confianza que no todos podían mostrar frente a ella. Psique la admiraba y frecuentemente platicaba con ella dado a la soledad de la señora. Y aparentemente Psique era una de las pocas divinidades que Nyx toleraba cerca de ella.

—A veces el amor es incierto —le dijo Psique tomando unas rosas del pastizal empezando a amarrarlas a modo de crear una corona con ellas para animar a Nyx—. Yo creo que necesitan tiempo.

—Él no tiene tiempo —decretó firmemente—. Le faltan poco menos de diez horas antes de que el efecto del agua pase, ¿o no? Y no pienso darle más —espetó firme.

—Lo sé.

—¿Entonces qué ocurre? —Nyx cerró sus ojos otra vez—, ¿no puedes hacer algo?

—No.

Psique y Nyx sabían bien que forzar sentimientos entre los humanos y los dioses sólo causaba desastres. Bastaba con ver la tóxica relación entre Hades y Perséfone (ella que aún después de siglos no le perdonaba su osadía) para tomar de base y tratar de nunca olvidar una de las incontables estupideces de Zeus.

Zeus quien dejó impune a su hermano por raptar a su propia hija por un simple capricho vacío; y no conforme con eso condenó a la pobre de Perséfone a ser la reina del oscuro mundo y la esposa del hombre que le arrebató la libertad, sin siguiera preguntárselo. De no ser por Deméter, ahora mismo la diosa no podría ver de nuevo la luz del sol.

Quizás era por eso que cuando Athena llegó a Perséfone, llorando por su ayuda para atar el alma del hombre humano que había dado su efímera vida por ella, a la suya que era inmortal, la diosa no se negó. Es más, las unió con un lazo de vida y muerte tan fuerte que ni las mismas Destinos podrían jamás romperlo, cosa que irritaba a ese trío de perras.

Nyx y Psique lo sabían también de primera mano. La intervención de los dioses en el libre albedrío causaba más caos que muchas armas de destrucción fabricadas por el hombre.

—Ellos deben avanzar solos —dijo Psique—, además es para lo que usted me pidió darle el agua precisamente a ese hombre. No estará enamorada de él, ¿verdad? ¿Vio algo interesante en su futuro?

Con una actitud bastante ególatra, Nyx se rio quedamente por su ingenuidad. Por eso la diosa pelirroja le agradaba, porque era muy inocente a veces.

—Primero: en el futuro de ese hombre sólo veo muerte —dijo con simpleza antes de suspirar con cierto fastidio—. Él tiene muchos caminos a su disposición pero el más probable parece ser donde decide permanecer solo, alejando a esa pobre chica; dejándola con el corazón roto. Morirá pronto a manos del espectro, Minos de Grifo, cuando el estúpido de Hades despierte. La buena noticia es que se llevará la vida de Minos con él.

El semblante de la diosa Nyx por un momento se tensó; el futuro siempre era impredecible, constantemente cambiante y bastaba con que alguien moviese una ficha de modo distinto para dar un impresionante giro hacia otro lado. Eso Nyx lo sabía bastante bien.

Sin embargo... este hombre, Albafica...

—Auch —se rio Psique—, Minos es uno de los jueces del Inframundo... seguro esa muerte será muy violenta.

No considerando necesario decirle nada más a Psique, Nyx alzó los hombros.

—Si llamas romperle todos y cada uno de los huesos algo "violento"... entonces sí —desligó como si no hablase de algo sumamente doloroso—. Y segundo: yo sólo he amado a un hombre en toda mi existencia —decretó firme.

No muchos sabían que si por Nyx fuese, ya tendría la cabeza de Hades en sus manos. Bañándose con su sangre y dejando que sus demonios y bestias comiesen las entrañas del dios del inframundo por toda la eternidad.

Uno de los motivos por los cuales Nyx estaba quieta y dispuesta a que sus estúpidos hijos ayudasen a ese pedazo de basura, era porque su amado Érebo se lo había pedido.

Prisionero en una celda desde hace eones cortesía del maldito paranoico de Hades, Érebo cometió el enorme error de intentar negociar con el bastardo la paz entre Athena y él. Pensando en los humanos y en el río de sangre que ambos harían correr si no paraban con esa guerra innecesaria. Cosa que ya estaba ocurriendo por mucho que Érebo se esforzó.

Con dolor, actualmente Nyx lo recordaba. 

 

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𝑀𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑷𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅  | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos Ⅰ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora