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      En el secundario, Blas le dio clases particulares de inglés, después, en la actualidad, clases de bartender, y luego, era Junior quien le daba clases a Blas de algo. Vivían de eso. No solo se divertían juntos, no solo iban a aprender del otro, también lo encontraban como excusa para estar juntos y solos.

       Mauro entró al bar. Buscaba a Dante, Junior y Romeo solo para verlos y hablar, pero se encontró con Blas. Blas, que estaba tras la barra, preparando un trago, también lo vio. Ambos se quedaron mirando muy serios. Mauro se acercó a él.

—¿Seguís trabajando acá vos?

—Sí, Mauro, ¿cuál es el problema? —replicó Blas.

—¿Como cuál es el problema, pibe? No le hace bien al bar que estés trabajando acá. Los clientes no van a querer ver cómo te besuqueás con otro maricón más en este lugar.

—¿Por qué no te vas un poquito a la…?

   Junior, que había salido del baño y visto a Mauro, llegó a ellos y Blas se interrumpió.

—Papá, ¿qué estás diciendo? —casi gritó Junior—. ¿Qué tenés en la cabeza?

—Pará, hijo.

—¡Pará nada!

—Pero es verdad. No van a quedar clientes.

—A mí no me interesa, Mauro. El problema lo tendrán ustedes. A mí no me importa lo que piense la gente.

—Te tiene que importar, porque este bar es de Dante y te dio trabajo a vos. Vas a arruinarle el negocio. ¿Eso querés?

—Blas no va a arruinar nada. Vos arruinás todo.

—Junior…

—¿Por qué no te vas, papá?

—Tenés que pensar más en Dante, Junior.

—Papá, ándate. Vamos.

        Junior agarró a Mauro del brazo y como que lo arrastró para que saliera con él. Junior miró a Blas, que miraba serio, y le dijo:

—Nos vemos más tarde en casa.

—¿Te vas a seguir juntando con este? No quiero que te contagie nada.

—No me va a contagiar nada, papá. ¿Qué decís?

         Los dos siguieron camino. Junior volteó a mirar a Blas, y vio que lo miraba algo triste. Le susurró “perdón” y después volvió a mirar por donde iba. Los ojos de Blas, llenándose de lágrimas. Pero no cayeron. Blas estaba mal por Junior, por tener un papá así. Un papá que podría darle la espalda en cualquier momento sin importarle nada.

                             ***

      A la noche, Blas golpeó la puerta del cuarto de Junior. Este se encontraba acostado, escuchando música. No escuchó la primera vez, pero al quinto intento, en el que Blas golpeó más fuerte, lo oyó. Se sacó los auriculares y fue a abrir la puerta.

—¿Cómo estás? —fue lo primero que preguntó Blas al verlo.

—¿Vos cómo estás? Pasá. —Junior le hizo lugar para que entrara.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora