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—Blas, ¿no te querés quedar a vivir?
 
      Junior y Blas se miraron y rieron. Sin contestar, los chicos siguieron con lo que estaban haciendo y Lucre aprovechó para irse a su cuarto.

       Los chicos terminaron, acordaron salir a entrenar a las seis, seis y media de la mañana y se despidieron con un besito apresurado por si alguien los veía.
      

      Junior, sonriendo, fue a su cuarto y vio a Dante, ya acostado. Este se lo quedó mirando.

      El menor no se percató de eso y fue hacia el baño con el pijama, sin poder disimular la sonrisa. Cuando salió del baño, ya con el pijama puesto, Dante seguía mirándolo.

—¿Tan temprano te vas a acostar?

—Blas y yo vamos a entrenar temprano a la mañana.

      Dante se lo quedó mirando, casi con una sonrisa en la cara.

—¿Qué?

       Dante siguió mirándolo fijamente.

—Hablé con Blas hoy en el bar, pero no me dijo qué hicieron anoche. Díganme algo. ¿Pasó algo?

—Qué chusma que sos —le soltó Junior mientras se subía y se acomodaba en la cama.

        Pero Junior seguía sonriendo a más no poder.

—Dale, yo estoy con ustedes. Tenés unas ganas de contarme… Dale.

      Junior se quedó mirándolo a Dante. Y la verdad ¿por qué iba a ocultarle nada a él, que ya sabía una parte de todo ya?

—Bueno, sí, nos dimos un beso. Muchos, en realidad.

—¡Bien ahí! ¡Ahora nada de tirarte para atrás!

—¿Decís?

—¡Sí, sos tonto! ¿Y ahora qué sigue?

       Junior rio.

—¿Qué pasa? ¿Pasó algo más?

       Junior se puso rojo, rio, bajando la cara y volviéndolo a mirar.

—Estamos juntos. ¿Eso querías saber?

—¿En serio? —sonrió Dante—. ¡Vamos todavía!

—Eeh… No digas nada.

—Pero ¿por qué? No pasa…

—Sí, pasa. Todavía no.

—Bueno, bueno, está bien. Igual, decirlo les corresponde a ustedes.

      Se quedaron callados hasta que Dante volvió a hablar.

—Y Blas no me dijo nada, ya lo voy a agarrar.

—Tal vez quería que yo te lo dijera.

—Puede ser. Puede ser. Buenas noches. Que sueñes con Blas.

—Que sueñes con Simona.

       Junior despertó temprano. Pero hacía todo como un zombie, con los ojos cerrados. Se bañó, se cambió, bajó al living, todo, más dormido que despierto.

      Blas estaba más despierto. Ya se había bañado también y después de abrigarse fue hasta el living. Se frenó en seco y sonrió al ver que Junior estaba acostado en el sofá, dormido. Se acercó a él y se agachó a su altura. Empezó por pasar suavemente su mano por la cabeza del chico y luego siguió por sus mejillas. Junior abrió los ojos y vio los ojos claros y brillantes de Blas mirándolo a centímetros de él. Sonrió.

—Te dormiste.

—Un poco nada más.

—Buen día.

—Buen día.

     Ambos sonreían y Blas se acercó a besarlo. No fue un beso tímido, fue un beso desesperado, que tuvo que interrumpirse porque se escucharon pasos en la escalera. Blas se puso de pie rápidamente y le dijo:

—Vamos, Junior, es hora.

—Ey, buenos días, ¿qué hacen despiertos? —preguntó Javiera. Lucre estaba al lado de ella.

—Nos vamos a entrenar —contestó Junior, poniéndose de pie.

     Los dos salieron y fueron trotando hasta la plaza. Blas había estado insistiendo en ir trotando, al tiempo que Junior le decía que lo dejaran para cuando llegaran a la plaza. Pero terminó ganando Blas porque este empezó a correr y casi que lo había dejado atrás a Junior.

—¡Dale, Junior!

      Junior había protestado, pero había empezado a trotar y se había puesto al lado del mayor.

       Llegaron al centro de la plaza y Junior frenó.

—¡Basta!

     Blas frenó al escucharlo. El chico se notaba agitado. Blas siguió trotando en el lugar.

—¿Basta? No corrimos ni cinco cuadras. Ya deberías estar acostumbrado. ¿Qué pasó?

—Corrimos como unas veinte cuadras más o menos.

—No fueron ni cinco, Junior, ¿qué decís?

—No parece. Hasta arriesgo a que fueron unas cien.

     Blas se rio.

—Dale, Junior. Sigamos.

     Junior sonrió, mientras los miraba fijamente. Se le acercó, poniéndose casi al lado. La sonrisa no había desaparecido.

—¿Así que estás con todas las pilas?

        Blas había dejado de trotar en el lugar. La cercanía de Junior se lo impedía

—Sí, podría decir que…

      Entonces, Junior se puso atrás de Blas, saltó, rodeó su cuello con los brazos, y con las piernas, la cintura.

—¿Qué hacés?

—Corre, corre, vamos, vamos.

     Blas, divertido, lo agarró de las piernas y corrió lo más rápido que pudo hasta un árbol cercano, con Junior a cuestas en su espalda. Junior sonrió y bajó la cara hasta el hombro del chico, empezando a darle besos por la parte descubierta del cuello. En la plaza no había nadie, por lo que Junior no pudo evitar soltarse. Aun con el frío, Blas podía sentir el calor que había empezado a sentir por los labios de Junior en su piel y una sensación le recorrió todo el cuerpo.

       Junior se bajó de Blas al llegar al árbol. Blas se dio vuelta y lo agarró a Junior de la cara y empezaron a besarse como si se acabara el mundo en ese momento. Blas lo llevó contra el árbol y siguieron besándose. Un auto pasó y Junior abrió los ojos, y un segundo después, frenó el beso y empujó suavemente a Blas.

—Pará —dijo el menor, mirando a los costados como si todo el mundo estuviera ahí observándolos fijamente.

—¿Qué pasa?

—Tenemos que entrenar —Junior empezó a trotar—. Vamos, ya tengo energía.

      Junior rodeó el árbol y trotando siguió camino. Blas se lo quedó mirando un tanto confundido, pero reaccionó y también empezó a trotar hasta ponerse detrás del otro.

—Ahora llévame vos —dijo y saltó a la espalda del menor.

—No, pará —rio Junior, porque se tambaleaba.

      Blas reía también intentando colgarse en la espalda de Junior.

—¡No, no, no!

        Y cayeron al suelo.

        Ambos empezaron a reírse a carcajadas, acostados uno al lado en el otro en el pasto.

—Sos un flancito vos —le dijo Blas a Junior cuando pudo recuperarse un poco de la risa. —Un flancito que me encanta.

       Blas agarró entonces la mano de Junior. Junior se puso un poco nervioso porque estaban en la calle, pero entrelazó sus dedos con los de él y se quedaron mirando a los ojos.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora