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Ambos estaban serios. La situación, la cara del otro, los hicieron estallar a carcajadas. Estaban casi dejando de reír cuando se dieron cuenta de que Junior se había puesto las zapatillas en los pies equivocados. Volvieron a carcajearse mientras se miraban a los ojos, brillosos por las lágrimas y porque estaban mirando al otro, y estaban felices, y nada ni nadie iría a arruinarles uno de los mejores días de sus vidas.
    
      Blas terminó de prepararse para ir al bar y Junior esperó a que ellos se fueran para salir del playroom e ir a la cocina a desayunar.

      Junior ya había estado con otras personas, pero nada se comparaba con estar con Blas. Sus manos delicadas y a la vez fuertes, el calor suave que desprendía, su olor particular, especial, su voz casi ronca y suave cuando le daba algún consejo, su risa, su sonrisa lo hacían más feliz, como nunca se había sentido.

    Y ese momento que habían compartido en el playroom había sido lo mejor que le había pasado en la vida. Blas era lo mejor que le había pasado en la vida y no podía creer que hubiera tardado en darse cuenta.

     Siempre lo había querido, de eso no tenía duda, pero no se dio cuenta de qué manera hasta ese beso que le dio en la fiesta de primavera, que lo confundió y le hizo replantearse varias cosas.

    Blas no podía dejar de pensar en Junior, en que se dijeron que se amaban, que habían estado más cerca que nunca. Cuerpo con cuerpo. Alma con alma.

    Sonrió al recordar la sonrisa de Junior cuando estaba feliz, la sonrisa de Junior cuando estaba nervioso, la sonrisa de Junior cuando se ponía tímido. Siempre había sido su debilidad, siempre lo había querido, siempre había querido estar con él. Ahora que pasaba, quería gritarle al mundo que Junior y él estaban juntos y que lo amaba.

    El bar empezaba a llenarse y Blas y Renata estaban llenos de trabajo, pero eso no hizo que Blas apartara la mente de Junior y en lo que había pasado la noche anterior. No iba a olvidarlo nunca.

    En momentos libres, se dedicó a hacer algunas llamadas para conseguir plomero, gasista y electricista, para los arreglos que necesitaba hacer en su casa.

    Agustina había llamado al celular de Junior después de comer, para encontrarse y hablar, hacía mucho tiempo que no lo hacían. Acordaron verse en el parque.

     A la hora acordada, la chica estaba sentada en una manta, que estaba sobre el pasto, cuando a lo lejos vio a Junior, que se acercaba. Se saludaron y después el chico se sentó al lado. Ambos con las rodillas arriba y rodeando las piernas con los brazos.

—¿Cómo estás? —le preguntó Agus—. Hace mucho no hablamos nosotros dos… La vez pasada en lo de Blas no cuenta.

   Junior suspiró.

—Sí, puede ser. ¿Vos cómo estás?

—Estoy bien. No me contestaste.

    Junior largó una risita.

—¿Hablaste con Blas lo de Canadá? ¿Va a volver?

—No, no va a volver.

—¿Viste, Junior? Dije que te quedaras tranquilo.

    Junior estaba muy serio de pronto y la chica lo notó.

—¿Por qué te pusiste así?

—No descarto que decida irse en algún momento.

—¿Por qué pensás eso? ¿La está pasando mal? —preguntó una confundida Agus, que miraba a su mejor amigo sentado al lado de ella mirando a la nada.

—No. Pero seguro que la cago.

—¿Que la cagás? ¿Qué? Hay algo que no me estás contando, Junior.

  Eso le hizo acordar de que él y Blas estaban juntos; que habían vivido una noche hermosa, y entonces sonrió.

    Agus, que lo estaba mirando, largó una pequeña risa por el cambio de actitud.

—¿Y ahora estás sonriendo? ¡Junior! ¿Qué te pasa? —Agus no entendía nada, y reía a la vez. Junior rio también. Se empezaron a reír juntos.

—Ju… nior…. Por favor… Decime.

   Ya dejaron de reír, pero Junior no dejó de sonreír.

—¿No me vas a contar? ¿No confías en mí porque le dije a Simona…?

     Junior la miró.

—Eso ya pasó. Sos mi mejor amiga. Nunca va a cambiar eso. —Junior cambió la postura: estiró las piernas y apoyó las manos.

    El chico no podía dejar de sonreír, estaba exultante.

—Junior, ¿podés decirme lo que te pasa, por favor? Nunca te vi así. ¡Mirá cómo sonreís! Es evidente que algo te pasa. ¿Es sobre Blas?

    Junior la miró y se la quedó mirando mostrándole los dientes en una sonrisa. Agus entendió todo. Y pegó una gritito con salto de la emoción.

—¿¡Es por Blas!? ¡Junior! ¡Me muero! ¡Pasa algo entre ustedes!

    Junior asintió con la cabeza, nervioso, riendo un poquito. Agus se lanzó a abrazarlo fuerte y a decirle que estaba muy feliz por él. Se tambalearon y se cayeron. Rieron más.

—Estamos juntos —contó él, mientras se acomodaban nuevamente ante la caída que se habían pegado.

    Agus miraba a su amigo con las manos en la boca.

—¡No lo puedo creer! ¡Qué lindo!

—Pará Agus, no quiero que se entere nadie.

   Agus hizo como que cerraba una cremallera sobre su boca.

—No voy a decir nada. Ya aprendí del error. ¿Y hace cuánto son novios?

—¿Novios?

—¿No están juntos?

—Sí, pero no sé si somos novios. Dijimos de estar juntos, pero no salió la palabra “novios”.

—¿Pero hace cuánto “están juntos”?

—Hace un par de días… pero ya pasó de todo —dijo eso y miró para otro lado.

—¡Junior, qué me estás diciendo! —se sorprendió y alegró Agustina.
 
  Junior volvió a mirarla, riendo, y todo rojo.

—No lo puedo creer. Antes no podías decirme nada, y ahora me contás todo.

—No digas nada.

—Ya te dije que no voy a decir nada. Quédate tranquilo, Junior… ¡Ay, no lo puedo creer!... ¿Cómo fue? ¿Cuándo? ¿Dónde?

    Junior rio ante el entusiasmo de su amiga.

—Bueno, tranquila.

   Agus se acostó en la manta y lo miró, sonriendo.

—Dale, te escucho.

      Junior sonrió, también se acostó y entonces empezó a contarle.

     Blas recibió un llamado de su padre a eso de las seis de la tarde. Estaba enterado sobre su departamento, sobre los arreglos que faltaban, y quería saber si necesitaba ayuda.

—Yo puedo solo, viejo, no te preocupés.

     En ese momento, entró Mauro al bar. Iba con las manos en los bolsillos delanteros de sus jeans negros, mirando alrededor. Blas lo vio y se quedó estático, más cuando Mauro también lo vio, frenó y se lo quedó mirando fijamente.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora